'Vergüenza' echa el resto para ofrecer su temporada más redonda en Movistar
Sin ser una ciencia exacta, la televisión suele moverse a partir de una serie de principios prestablecidos. En el caso de la ficción, lo normal es que la primera temporada de una serie se centre en presentar un universo y unos personajes lo suficientemente atractivos como para enganchar al espectador; la segunda en consolidar los cimientos de la primera y potenciar su fórmula: y la tercera en dar un paso adelante para no caer en la repetición.
Vergüenza, la comedia de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero para Movistar, ha seguido a rajatabla este esquema desde su estreno en noviembre de 2017, cuando dio a luz una primera temporada que justificaba su nombre a base de gags incómodos y situaciones altamente surrealistas. Tan particular protesta fue a más con una segunda temporada más pulida que, sin embargo, escondía el riesgo propio de cualquier serie de éxito: que sus creadores cayeran en la autocomplacencia y se limitaran a hacer más de lo mismo.
El diagnóstico no era grave, pues Vergüenza acabó su segunda temporada dejando claro que aún tenía mucho que decir. Simplemente, podía venirle bien hacerlo de otra manera sin traicionarse a sí misma. Y así ha ocurrido en esta tercera temporada, disponible desde hoy viernes en Movistar y en la que Cavestany y Fernández-Armero han disipado cualquier atisbo de duda poniendo toda la carne en el asador.
Los seis nuevos capítulos, con los que Vergüenza supera a Velvet Colección como la ficción original más longeva de Movistar, se presentan así como los más redondos hasta la fecha. En este sentido, la comedia protagonizada por Javier Gutiérrez y Malena Alterio se beneficia de que los gags, que hasta la fecha funcionaban de manera independiente en cada episodio, ahora sustenten una serie de tramas transversales que van desde el primer al último episodio de la nueva tanda. La principal, y sobre la que gira la tercera temporada, nos sitúa a Jesús (Gutiérrez) como el hombre más odiado de España. Un ambicioso punto de partida que va mutando en un escenario completamente distinto a medida que pasan los capítulos, en los que el humor incómodo se entremezcla con un género tan opuesto a priori como el thriller.
'Vergüenza' mantiene intacta su esencia en los nuevos capítulos
Las acertadas y muy actuales reflexiones que lanza la serie sobre la fama y las redes sociales complementan una trama llevada con brillantez por parte de los guionistas, que saben encajar unas piezas que, vistas a toro pasado, dibujaban un puzzle difícil de construir. De esta forma, Cavestany y Fernánde-Armero salen bien parados de su intento por refrescar la serie antes de que ella misma se planteara pedirlo. Y es que, como bien dijo Malena Alterio a Vertele: “Se podían haber conformado con continuar con las meteduras de pata de Jesús y Nuria, pero han ido más allá con un cambio de estilo siendo fieles a la esencia”.
En relación a esto último, puede que la nueva temporada de Vergüenza funcione como un todo y no como una serie de seis capítulos individuales, que se adentre en el género thriller o que deje a un lado temas tan importantes en temporadas anteriores como la paternidad, pero lo que no hace en ningún momento es desviarse del camino que viene recorriendo desde el primer episodio. El bochorno que generan sus protagonistas continúa, pues, intacto. Jesús sigue siendo como un coche a punto de caer por un barranco, sabes que no va a ser agradable pero aun así continúas mirando. Nuria, por su parte, lucha por marcar distancia con la vergüenza que genera su marido, aunque la capacidad de hacer el ridículo continúa muy presente en ella. También en Óscar (Vito Sanz), que en esta tercera temporada confirma que es un secundario brillante. Igual que Carlos (Miguel Rellán), que pide a gritos explotar esa vena maquiavélica que se le vislumbra cada vez que piensa en Jesús.
Todos ellos, junto a los cameos de Mariló Montero y Leticia Sabater, ponen cara a una tercera temporada que lleva a Vergüenza a un nuevo nivel. Uno más fresco, rico y divertido que demuestra que hay que Vergüenza para rato. Y esto, lejos de ser bochornoso, es una gran noticia para la comedia nacional, que sigue teniendo aquí una de sus propuestas más diferenciales.