El movimiento LGTBI sigue luchando por una mayor visibilidad y normalización dentro de la sociedad. En esta línea son varias las ficciones televisivas que trabajan por conseguir esta misión. La más reciente: Pose, una serie producida por Ryan Murphy (Glee, American Horror Story) y en España emitida por HBO.
La producción de Murphy ha hecho historia, en cuanto visibilidad y representatividad LGTBI. Según publica The New Yorker, la ficción cuenta con 108 miembros trans entre el equipo y el reparto, también entre quienes dirigen la serie. Además de 31 personas pertenecientes a alguna de las demás letras. Es decir, Pose es la serie con más intérpretes trans producida hasta el momento.
La ficción hace un retrato de la situación que vivían en el Nueva York de los años 80 las personas pertenecientes al colectivo LGTBI y muestra una realidad oculta para muchos durante aquellos años: las noches locas de la comunidad queer y la cultura dance. Cuatro personajes centrales son los protagonistas de este drama: Blanca (MJ Rodríguez), Damon (Ryan Jamaal Swain), Stan (Evans Peters) y Angel (Indya Moore). Todos se caracterizan por tener una historia de lucha detrás y personalidades resilientes.
Pose: una realidad oculta para todos
“Las casas son un hogar para chicos y chicas que nunca han tenido uno. Y seguirán llegando todos los días con tanta seguridad como sale el sol”. La ficción es una muestra perfecta de los momentos de angustia, soledad y desasosiego que sufría el colectivo LGTBI en aquella época.
“Quiero que me vean como una mujer” anhela Angel (Indya Moore). ¿Y por qué no? ¿Por qué nos empeñamos en ver las cosas blanco o negro? Pose, llega para quedarse y para demostrar una verdad que existe y que siempre ha estado ahí y que busca su hueco dentro de la sociedad.
“Si no escribimos sobre nosotras nadie lo va a hacer”
Si no escribimos sobre nosotras nadie lo va a hacer“Este año la celebración del Orgullo 2018 toma como foco la visibilización de las personas trans. Carmen García de Merlo, coordinadora de la sección trans de COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) comenta que series como Pose son necesarias ”porque si no escribimos sobre nosotras nadie lo va a hacer“.
Recalca que es importante que la gente sea consciente de que la ficción aborda hechos de hace 32 años: “ahora mismo han cambiado mucho las cosas”. Sin embargo, también advierte del camino que queda por andar y pone como ejemplo que dentro del grupo trans que dirige en la organización “solo dos personas tenemos trabajo fijo”.
Por su parte, Emilio de Benito, periodista en El País que ha escrito numerosos reportajes sobre los retos del colectivo y el VIH, sostiene que los personajes de Pose “son una minoría dentro de la minoría LGTBI”. “La ciudad, la época, la orientación o la identidad, todo ello alejado de la norma heterosexista” observa.
Por ello, advierte que si los espectadores adquieren la impresión de que todo el ambiente LGTBI es así, “el efecto será negativo”. Mientras que “si las personas aceptan que estas conductas son parte de la variabilidad humana y tan respetables como las demás, el impacto será positivo”.
“No hay que tener miedo a romper estereotipos”
No hay que tener miedo a romper estereotipos“La producción de Murphy no es la única que pretende normalizar y visibilizar al colectivo LGTBI. La serie Will y Grace, comedia que retrata la amistad entre el gay, Will Truman (Eric McCormack) y su mejor amiga Grace (Debra Messing), fue pionera en mostrar a la sociedad la homosexualidad de uno de sus personajes.
Emilio de Benito comenta que la ficción Will y Grace “no huye de estereotipos: la loca o el gay obsesionado con las marcas, pero se relaciona con un entorno heterosexual lo que da peso a sus historias”. Y afirma que “no hay que tener miedo a romper los tópicos”. Explica que hay personas LGTBI buenas, malas, divertidas, aburridas, generosas o mezquinas. “Probablemente haya que saber salirse de lo políticamente correcto”, cuenta.
La serie aguantó en pantalla ocho años con sus ocho temporadas. Ahora ha estrenado una novena tanda de episodios en Movistar Series.
En España las series Aquí no hay quien viva y La que se avecina “son ejemplos de normalización desde la parodia” comenta Emilio de Benito. Y afirma también que “Modern family es una campaña de normalización en sí misma”.
Primer personaje femenino LGTBI
La diversidad sexual cada vez está más presente en la ficción internacional y en la nacional. En este último caso, otra serie que ha ayudado a visibilizar el colectivo LGTBI ha sido Las chicas del cable. Una producción de Bambú Producciones (Fariña, Velvet Colección) y Netflix, que tras el éxito de sus dos primeras temporadas preparan una tercera.
“No hay un modelo único de LGTBI, y la variedad de las siglas lo demuestra, todos merecen hacerse visibles, incluidos los que pueden parecer más extravagantes” asegura Emilio de Benito. Explica que la diversidad LGTBI puede parecer mayor que la heterosexual, pero “esa es su riqueza y no hay que ocultar a ninguno”.
Para Bambú Producciones se trata del segundo personaje lésbico introducido en una ficción. El primero fue el de Celia Silva (Candela Serrat), en Seis Hermanos. Ramón Campos, productor y guionista de la productora cuenta que les llevó un tiempo pensar en cómo hacerlo porque “en aquella época la visibilización era nula”.
Las protagonistas son Sara Millán (Ana Polvorosa) y Carlota Rodríguez (Ana Fernández), que junto al novio de la última, tienen una relación de poliamor. Comenta Campos que uno de sus principales objetivos era mostrar que “los tres formaban parte por igual de la relación y que eran felices juntos”.
Sin embargo, la verdadera trama se centra en ellas dos. Lo que en un inicio era una relación homosexual, en la segunda temporada, Sara habla de transexualidad “soy un hombre atrapada en un cuerpo de mujer” declaraba en uno de los capítulos de la ficción.
Explica el productor de Bambú que en la segunda temporada se dieron cuenta que una de las partes que está más castigada dentro del colectivo LGTBI, es el colectivo trans. “Parece que la homosexualidad y las relaciones lésbicas están más aceptadas dentro de la sociedad, pero a día de hoy las personas trans siguen recibiendo críticas”. Por ello, afirma que “nos parecía importante darle fuerza en la segunda y tercera temporada”.
Tanto Pose como Las chicas del cable se desarrollan en sociedades donde la ignorancia y el desconocimiento sobre la identidad y la orientación sexual estaban a la orden del día.
La televisión: una herramienta para la normalización
Han tenido que pasar 32 años, desde 1986 donde toma sus inicios Pose, para que una ficción se centre en poner el foco en el colectivo LGTBI, prestando una mayor atención a las personas trans.
Carmen García asegura que esto se debe a que “la sociedad no estaba preparada porque no lo veían como algo normal ni como un derecho, sino como una enfermedad”. Es por ello que “han tenido que pasar todos estos años para que la sociedad evolucionase y este proyecto pudiese llevarse a cabo” sostiene.
No podemos obviar que la pequeña pantalla es una de las mejores herramientas para normalizar y suministrar información a la sociedad sobre los colectivos LGTBI. Emilio de Benito explica que “para muchas personas la televisión es la primera ventana que tienen ante situaciones alejadas a su realidad”. Cuenta que la empatía con los personajes, las historias no estereotipadas y, también, el humor son buenas maneras de acercar a la gente otras realidades.
“Nosotros tenemos una misión a la hora de normalizar” asegura Ramón Campos que lanza un contundente mensaje: “Somos responsables de que determinados colectivos sean aceptados en la sociedad, sin ningún tipo de tapujos” .