La sorpresa más comentada de la pasada edición de los Globos de Oro fue el triunfo de la serie El método Kominsky. Firmada por el archiconocido Chuck Lorre (Dos hombres y medio, Roseanne, The Big Bang Theory) se llevó el premio a la mejor serie de comedia y Michael Douglas, uno de los protagonistas, el de mejor actor. Nada mal para una serie que vio la luz en Netflix el 16 de noviembre, que sólo tiene una temporada y que está protagonizada por hombres de la tercera edad haciendo de hombres de la tercera edad.
Es la última de las comedias televisivas que acogen a actores que poco o nada habían pisado platós de televisión y al llegar a la vejez encuentran su lugar en ellos. Las ficciones protagonizadas por ancianos que siguen teniendo una vida activa han empezado a tener éxito en en este entorno antes que en la gran pantalla. Esos personajes escasean o directamente no existen, especialmente para las mujeres, que dejan de optar a papeles que se corresponden con su edad a partir de los 50.
Amy Schumer lo escenificó perfectamente en el sketch protagonizado por Julia Louis-Dreyfus, Tina Fey y Patricia Arquette titulado Last Fuckable Day (Último día follable), en el que las tres actrices explican que según pasan los años o dejan de tener trabajo o sólo acceden a papeles de abuelas -sin más matices- porque ya no se las considera deseables sexualmente. La cirugía estética es una opción a corto plazo para muchas, pero la fecha de nacimiento sigue pesando más.
En el caso de los hombres, la edad no es una barrera para optar a papeles protagonistas, aunque la práctica del lifting digital empieza a ser recurrente. Comenzó con fines artísticos en El caso de Benjamin Button, pero ahora se aplica para hacer que hombres de 55 años parezcan jóvenes de 26. Johnny Deep en la última entrega de la saga Piratas del Caribe o el propio Michael Douglas en Ant-Man son algunos ejemplos, según phys.org.
No era escenario para viejos
El principal problema hasta ahora es que las ficciones representadas por ancianos con vidas propias no interesaban. Desde, posiblemente, Las chicas de oro, ninguna serie protagonizada por mujeres mayores había tenido éxito hasta la aparición en 2015 de Grace & Frankie, interpretadas por las estupendas Jane Fonda y Lily Tomlin.
En 2017, la Universidad del Sur de California (USC) presentó un estudio llamado Seniors on the Small Screen: Aging in Popular Television Content, en el que se analizaba la presencia de personajes de más de 60 años en las 50 series más populares de Estados Unidos entre 2016 y 2017. Su presencia era sólo del 9,4 % (se incluyen apariciones esporádicas y sin diálogo). De este total, menos del 30% estaban interpretados por mujeres.
El boom de las series ha hecho que el abanico de temáticas y espectadores haya crecido como nunca antes lo había hecho. Las plataformas digitales proporcionan más espacios en los que emitirlas, gastan dinero en producirlas (Netflix calculó que su inversión en contenido propio rondaría los 8.000 millones) y en ofrecerlas (pagó 100 millones de dólares a Warner para mantener Friends en su catálogo).
La esperanza de vida ha aumentado en Occidente y hacerse viejo no significa necesariamente quedarse apartado en un rincón, sino que la sexualidad, las relaciones con la familia y las inquietudes personales son parte de su realidad. Y todos los consumidores de ficción quieren reconocerse en la pantalla de alguna manera, tengan la edad que tengan.
Tres ejemplos claros
En 2014, Amazon Studios (en España Movistar Series) lanzó la serie Transparent, toda una apuesta. Protagonizada por Jeffrey Tambor (75 años), cuenta la historia de un profesor universitario que, ya retirado, decide contarle a su familia que es transexual. Pasa de ser Mort a ser Maura y toda la familia -no demasiado funcional- tiene que aprender a vivir con la nueva realidad. En 2015 ganó dos Globos de Oro y cuatro premios de la Crítica Televisiva. La quinta temporada, que se estrenará este año, será la última de la serie y no contará con la presencia de Tambor, al que expulsaron después de que dos miembros del equipo le acusasen de acoso sexual.
Grace & Frankie llegaron un año después. En el primer capítulo, sus maridos, compañeros en un bufete de abogados, les confiesan que son homosexuales y que llevan 20 años manteniendo una relación en secreto. Así, Grace (Jane Fonda), fundadora retirada de una empresa de cosmética y aficionada al Martini y Frankie (Lily Tomlin), una artista jipi y excéntrica, acaban siendo compañeras de piso a los 70 años aunque nunca se hayan soportado. Sus relaciones sentimentales, la sexualidad, las aspiraciones profesionales y la negativa a perder su independencia son algunos de los temas que se exploran. Netflix estrena su quinta temporada este mes de enero.
En noviembre de 2018, la misma plataforma estrenó El método Kominsky. Michael Douglas es Sandy Kominsky, un actor de cine que ya ha pasado la frontera de los 70 y que se gana la vida dando clases de interpretación siguiendo el método que lleva su apellido. Su compañero de fatigas es su agente Norman Newlander, al que da vida Alan Arkin, que acaba de quedarse viudo después de décadas de feliz matrimonio y que no sólo tiene que lidiar con su luto, sino que también tiene que hacerse cargo de su cuarentañera hija descarriada Phoebe, papel a cargo de Lisa Edelstein. Próstatas, deudas con el fisco, falta de motivación y otras vicisitudes propias de la edad aparecen en cada capítulo.