Cuando Nacho Vidal saltó del porno a las series para 'desnudar' la industria de la TV, años antes de su biopic
Nacho Vidal ha vuelto a ponerse en boca de todos, con perdón, con la esforzada salida a la luz de Nacho, el biopic sobre su vida producido por Bambú Producciones. Decimos esforzado por los más que cacareados problemas que ha tenido que superar esta ficción antes de acabar viendo la luz en España en Atresplayer Premium: inicialmente planteada como una serie original para Lionsgate+, que había comisionado el proyecto a Teresa Fernández-Valdés, a la que Martiño Rivas tildada de “kamikaze” por su osadía.
Tras el gatillazo que supuso quedarse sin plataforma, Atresmedia acudía al rescate y estrenaba este mismo domingo 5 de marzo un proyecto que se había visto sometido a no pocas dificultades para poder salir adelante. “Varios ayuntamientos no nos permitieron pisar el territorio municipal. ¿Por qué? No puede ser por lo del sapo ni porque Nacho conduzca rápido. Tiene que ser porque es actor porno”, lamentaba Rivas en su entrevista con verTele, donde ironizaba con que la reciente dramatización de la vida de Jeffrey Dahmer en Netflix lo hubiera podido tener más fácil para recrear las peripecias del asesino en serie.
“He aprendido sobre todos los prejuicios que tenemos en torno al mundo del porno”, añadía el encargado de poner cara y cuerpo a Vidal en esta ficción, sin miedo a romper ciertos tabúes como la exhibición de un pene erecto en plano, como el que aparece para culminar el primer episodio... Y que pertenece al propio actor porno ejerciendo de doble de su sosías para la ocasión. Ahora bien, este remilgo, o al menos pudor, para sacar las partes pudendas (figuradas o literales) del icono de la industria del cine para adultos contrasta con el bagaje que el propio Vidal acumula fuera de su ámbito principal de acción, en la televisión generalista, no hace tanto.
Autoficción en 'Los hombres de Paco'
Porque más allá de sus escarceos con la telerrealidad, no tantos años antes de que costase levantar a este Nacho biográfico, el mentado ya desarrolló una carrera en el circuito convencional, participando en series de ámbito generalista, mucho antes de la dispersión de los públicos y la segmentación en camas de público, que dejaron hueco para que Vidal probase la medida de sus talentos.
Hay que remontarse a justo ahora casi 20 años para encontrar su primera vez en una ficción convencional. Fue con el papel del mafioso Vasili en El alquimista impaciente, adaptación de la novela de Lorenzo Silva, ganadora del Nadal en 2000. En aquella ocasión, su incorporación al filme fue un tanto casual, pues surgió de un encuentro fortuito con la directora, Patricia Ferreira, durante un festival de cine en Valencia. “Lo hizo bien y trabajó muchísimo con ese acento del personaje”, recordaba la cineasta.
Ahora bien, ulteriores apariciones fueron más medidas. Solo hay que esperar dos años más tarde para tenerlo en Los hombres de Paco. Se trataba de un cameo correspondiente al sexto episodio de la primera temporada, El apocalipsis, en el que se encarnaba a sí mismo, o al menos a una versión paródica de sí mismo, emparejada con Bernarda (Neus Asensi). La promoción de dicho episodio se basaba, en parte en este reclamo, y precisamente la trama giraba en torno a sus facultades, y al prejuicio de su novia que no veía con buenos ojos la profesión de aquel. Un ejemplo de autoficción que, cabe decir, no ha vuelto a abordar.
Nacho Vidal y la 'simulación' de 'Supervivientes' en Cuatro
Ahora bien, del cameo pasamos a la participación estelar: hay que remontarse a 2006, al cuarto episodio de la segunda temporada de Los simuladores, adaptación del superéxito argentino que se recordará por ser la primera gran apuesta de ficción de Cuatro. La premisa de la ficción, con un “caso de la semana” protagonizado por una rostro de renombre, hizo que Vidal se codeara con otros intérpretes en torno a los que habían girado entregas previas, como Federico Luppi, Ana Torrent o Santi Millán, que lo antecedieron en la serie.
No en vano, la promoción del episodio fue más intensa de lo habitual, puesto que incluso uno de los programas de la época en el canal, entonces de Prisa, Nos pierde la fama, realizó un reportaje sobre el rodaje con la estrella del cine X: “Como actor, Nacho Vidal es la polla”, bromeaba a cámara Antonio Garrido, uno de los integrantes del cuarteto de simuladores junto a Federico D'Elia, Bruno Lastra y César Vea.
Pero si la campaña del episodio giraba en torno al bagaje previo del actor, la trama que se le planteaba adquiría tintes casi proféticos en ciertos aspectos: en Reality, Vidal interpretaba a Márquez, un falso representante de artistas (por supuesto, con pasado en el cine erótico) que había estafado a un puñado de personas entre las que se encontraba la hija de Francisco (Andrés Lima). Con la falsa promesa de que iba a lanzarla al estrellato, le sacaba los ahorros antes de desaparecer. Es ahí donde Los simuladores iniciaban su dispositivo para lograr que Márquez devolviese el dinero. ¿Cómo? Haciéndose pasar por productores de un reality show al estilo de Supervivientes, formato en el que Vidal acabará por concursar años más tarde.
Cabe recordar que, en aquel entonces, Cuatro aún no había sido absorbida por Mediaset, por lo que la alusión a marcas de Telecinco no era posible. En cualquier caso, las referencias eran ineludibles: en Reality, se introducía una parodia de Aquí hay tomate bajo el nombre K te cuentas!, que servía a los guionistas para resumir otro caso preliminar pero de temática relacionada (el de una presentadora despedida injustamente por su canal). El sucedáneo de Supervivientes que se le presenta a Márquez lleva por nombre Desafío extremo... Justo como el espacio de viajes y aventura que Jesús Calleja estrenó en Cuatro en 2007.
Como Márquez, Vidal es el completo protagonista de un capítulo que también se afana en castigar con la máxima pena al culpable. De forma habitual, los dispositivos de simulacro que caracterizaban a estos héroes anónimos buscaban resarcir a las víctimas; sin embargo, en Reality el destino del malhechor no solo es devolver el dinero estafado, sin saberlo (pues él cree que está invirtiendo en la producción del falso programa para asegurarse la victoria), sino que se le deja aislado, creyéndose vigilado y grabado por cámaras de televisión, en un lugar indeterminado de la selva amazónica, acechado por un jaguar.
Nacho Vidal como excusa para mostrar la industria
“Sé cazar, se me da muy bien la supervivencia, y la cámara me adora”, advierte a los simuladores, a los que ha tomado por productores televisivos. Si de algo adolece el capítulo es de sus problemas para convencer con su representación del mundo de la producción televisiva, algo por otro lado inevitable, una vez conocemos de sobra esos referentes a los que trata de imitar. Aun así, Vidal se esmera en convencernos de que su personaje sí pica el anzuelo. Ciertamente, sabe colocarse ante la cámara.
Como decíamos, el enfoque de Los simuladores vaticinó el concurso posterior de Vidal en Supervivientes. En concreto, en la edición de 2015, de la que figura como subcampeón por detrás de Christopher Mateo. Para entonces, las incursiones en la ficción convencional habían quedado prácticamente reducidas a lo anecdótico, con su papel en el filme Impávido, y el cortometraje Extremo (una suerte de génesis de lo que muchos años más tarde sería el filme Xtremo) como añadidos anecdóticos. En lo que a telerrealidad y entretenimiento se refiere, sus contribuciones han sido más recurrentes: no solo Supervivientes, sino El club de la comedia o Viajando con Chester son otros ejemplos. Incluso lo vimos en el espacio sobre el mundo rural Entre ovejas, emitido durante los meses de confinamiento de 2020 en TVE.
En cualquier caso, el juego, hasta cierto punto, que proponía Los simuladores con la excusa de tener al actor porno era el opuesto al de la vitriólica Nacho: mostrar la industria desde dentro y sus tejemanejes desde una perspectiva más o menos satírica.