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Hay quien viaja a Viena por sus palacios, por su majestuosidad arquitectónica y por su historia imperial, pero hay algunos que llegan hasta allí siguiendo el compás de la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre. Si eres de esos, entonces lo que no te querrás perder es el Musikverein, el lugar donde cada 1 de enero se celebra el Concierto de Año Nuevo más famoso del planeta.
Construido en 1870, el Musikverein no es simplemente una sala de conciertos, sino un lugar que encarna la tradición y la precisión de la música clásica. Desde su impresionante arquitectura neoclásica hasta su célebre acústica, este templo musical es el lugar donde la Orquesta Filarmónica de Viena deslumbra a melómanos de todo el mundo a lo largo del año.
El Musikverein, cuyo nombre se traduce por Club de la Música, fue construido por la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de Amigos de la Música) en un espacio donado por el emperador Francisco José I. Diseñado por el arquitecto danés Theophil Hansen, el edificio es un ejemplo magistral del estilo neoclásico, inspirado en los templos griegos. Con su imponente fachada, donde no faltan columnas, esculturas y relieves, el Musikverein destaca como un homenaje a la armonía entre música y arquitectura.
Aunque impresione por fuera, la joya del Musikverein es, sin duda, la Sala Dorada (Goldener Saal), famosa por ser una de las salas con mejor acústica del mundo. Su diseño responde a una rigurosa proporción geométrica entre largo, ancho y alto, lo que crea una resonancia perfecta, posiblemente ayudada por la estrechez de la sala con relación a su altura. Las columnas doradas y ornamentadas, que parecen meramente decorativas, en realidad actúan como difusores del sonido. Las esculturas y los relieves del techo contribuyen a la distribución acústica, mientras que las ventanas superiores retranqueadas y el artesonado del techo optimizan la proyección de las ondas sonoras por toda la sala.
Desde 2004, el Musikverein también cuenta con cuatro salas subterráneas más pequeñas, diseñadas para diversos eventos: la Gläsener Saal (Sala de Cristal), con capacidad para 380 personas; la Metallener Saal (Sala de Metal), con 126 plazas; la Steinerner Saal (Sala de Piedra), de solo 70 plazas; y la Hölzener Saal (Sala de Madera), con capacidad para 80 asistentes.
El Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena es uno de los eventos musicales más esperados del año. Un concierto que no es uno, sino tres, pues aunque el del día 1 de enero sea el más conocido y se retransmita a más de 90 países, el programa también se interpreta en dos conciertos previos: el 30 de diciembre, conocido como Ensayo General, y el 31 de diciembre, bajo el nombre de Concierto de San Silvestre (Sylvesterkonzert).
Esta tradición comenzó en 1939, en pleno auge del régimen nazi. Fue promovido por Joseph Goebbels, cuando Austria formaba parte de Alemania, aunque su formato actual, centrado en la música de la familia Strauss, se consolidó tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la Filarmónica de Viena interpreta valses, polkas y marchas en un espectáculo que combina virtuosismo y elegancia. El evento, como todo buen seguidor sabe, cierra tradicionalmente con El Danubio Azul de Johann Strauss hijo y, seguidamente, con la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre, mientras que el público colabora entusiasmado aplaudiendo al ritmo siguiendo las indicaciones del director.
Conseguir entradas para el Concierto de Año Nuevo no es tarea sencilla. Cada año, las localidades se asignan mediante un sorteo online, al que pueden inscribirse interesados de todo el mundo entre el 1 y el 28 de febrero. Los precios de las entradas oscilan entre 35 y 1.200 euros para el Concierto de Año Nuevo, entre 25 y 860 euros para el concierto del día 31 de diciembre, y entre 20 y 495 euros para el del día 30. Eso sí, el programa es exactamente el mismo para los tres conciertos y podrás registrarte una vez para cada uno de ellos.
El Musikverein no solo es hogar del Concierto de Año Nuevo, a lo largo del año ofrece una programación diversa que incluye desde recitales de cámara hasta grandes sinfonías. Además, cuenta con entradas a precios populares, haciendo accesible la experiencia musical incluso para quienes disponen de un presupuesto más ajustado.
Si visitar el Musikverein durante un concierto no es posible, las visitas guiadas al espacio son una excelente manera de conocer su historia y arquitectura. Estos recorridos, disponibles en alemán e inglés, duran unos 45 minutos y aunque recorren prácticamente todo el edificio, pasando también por las salas subterráneas, se centran principalmente en la Sala Dorada. Durante la visita, se explican detalles curiosos tanto del Concierto de Año Nuevo como de la propia sala, como por ejemplo el misterio detrás de uno de los bustos de compositores que la adornan, que nadie sabe a quién representa, o que bajo el actual escenario y patio de butacas se encuentran las construcciones originales.
El Musikverein es solo una de las muchas joyas musicales de Viena. A pocos minutos andando se encuentra la Ópera Estatal de Viena, otro emblema de la música clásica. La ciudad cuenta con innumerables salas de conciertos, orquestas y festivales que celebran su legado musical. Desde Mozart y Beethoven hasta Mahler y Schönberg, Viena ha sido cuna e inspiración para algunos de los mayores genios de la música.
Además de disfrutar del Musikverein, Viena ofrece experiencias culturales y musicales fantásticas. Desde la Casa de la Música hasta recorridos por la casa de Mozart, en cada rincón de la ciudad se respira arte. En invierno, los mercadillos navideños y las pistas de hielo en los parques completan la atmósfera mágica que hace de Viena un destino inolvidable en esta época del año.
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