Marrakech para principiantes: qué ver y consejos útiles para tu primera vez
Marrakech supone para muchos la puerta de entrada a Marruecos, la primera visita a un país vecino, tan distinto como cercano, que siempre termina cautivando a los viajeros. No es la capital del país, ni la población de mayor tamaño, ni quizá tampoco la más bonita pues tiene en Fez una dura rival, pero sí posiblemente la más amable y más accesible para quien pone sus pies por primera vez en el país marroquí.
La medina de Fez, la parte antigua de la ciudad que se mantiene amurallada desde el siglo XII y que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un hervidero de vida, y el lugar donde se encuentran los principales atractivos que debes visitar en una primera visita a Marrakech. Su ritmo, su gente, su comercio y su ajetreo caóticamente organizado puede agobiar en un primer momento, pero con un poco de adaptación, y en cuanto comprendas que “la prisa mata, amigo”, lo verás todo mucho más fácil.
Aquí tienes los lugares imprescindibles que no te puedes perder en Marrakech, así como unos cuantos consejos prácticos que te vendrán bien si es tu primera vez. Cuando la descubras, veas todo lo que ofrece y que la tienes “a tiro de low cost”, lo raro sería que no quisieras volver a repetir.
Los imprescindibles de Marrakech
- La Plaza Jemaa el Fna
Es el centro neurálgico de Marrakech, donde se concentra la vida y donde tendrás que ir en diferentes momento del día. Es un gran reclamo turístico y quienes trabajan allí con sus monos y sus serpientes lo saben, algo que es recomendable evitar si quieres hacer un turismo responsable y respetuoso con la vida salvaje. Verás que de día la plaza se llena de puestos de frutas, zumos y especias, y de noche aparecen multitud de puestos de comida donde poder cenar algo poco elaborado. La plaza está rodeada de restaurantes y cafés donde echar un buen rato.
- El Zoco
Es la perdición para los amantes de las compras. Un verdadero laberinto de callejuelas repleto de tiendas de todo tipo. Verás que la mayoría de los productos son de origen artesanal y los materiales más comunes son el cuero, el metal y los tejidos. Los toldos y la estrechez de las calles consiguen apaciguar el calor aquí. Aunque no quieras comprar nada no puedes ir a Marrakech sin pasar por aquí, aunque lo raro es que consigas salir de allí con las manos vacías.
- La Mezquita Koutoubia
Es la mezquita más grande de Marrakech, fue construida en el siglo XII y sin duda lo que más llama la atención en ella es su alminar de casi 70 metros de altura, precisamente la torre que inspiró la construcción poco después del alminar de la mezquita de Sevilla, la actual Giralda, y la torre Hasan de Rabat. Su nombre significa literalmente “de los libreros” y la entrada está prohibida a los no musulmanes.
- La Medersa Ben Youssef
Esta medersa (o madrasa, o madraza) es la mayor de Marruecos, una escuela musulmana de estudios superiores en la que estudiaban los fieles de la vecina Mezquita Ben Youssef. Fue fundada en el siglo XIV y en ella más de 800 estudiantes memorizaban el Corán alojados en hasta 130 celdas. Arcos, lámparas, azulejos, cedro, mármol, estuco… todo es poco para decorar su espectacular patio central.
- El Palacio Bahia
Este palacio y sus jardines se construyeron a finales del siglo XIX con la intención de que fuera el palacio más espectacular del mundo. Ocupa ni más ni menos que ocho hectáreas y hay lugar para 150 habitaciones. En él el espacio más destacado es la zona del harén, y aunque se encuentra totalmente vacío y con cierto aire de abandono, arquitectónicamente su visita merece la pena, pues paredes, techos y arcos son fieles testigos de su pasado esplendor.
- Las Tumbas Saadíes
No son fáciles de encontrar, pero las Tumbas Saadíes son una de las cosas más bonitas que verás en Marrakech. Datan del siglo XVI y el mausoleo alberga a los miembros de la dinastía saadí. En el siglo XVII fue tapiada su entrada y no fueron redescubiertas hasta 1917, cuando los franceses estudiaban la ciudad para realizar mapas. Sobre todo llama la atención su sala principal, donde 12 columnas de mármol blanco de Carrara sostienen una espectacular cúpula de cedro. Los sirvientes y soldados de la familia descansan en el jardín.
Consejos útiles para visitar Marrakech por primera vez
- Primavera u otoño
El mejor momento para visitar Marrakech y Marruecos en general es en primavera u otoño. Las altas temperaturas del verano pueden ser sofocantes y aunque en invierno es temporada baja y los precios caen, tienes más posibilidades de tener mal tiempo. Eso sí, procura no coincidir con el mes de Ramadán para encontrar la ciudad al cien por cien.
- Pasaporte listo
Para entrar en Marruecos con pasaporte español no hace falta visado, tal y como indica el Ministerio de Asuntos Exteriores basta con cruzar la frontera asegurándote de que tu pasaporte tiene aún una validez de más de 6 meses. Al entrar se te permite permanecer en el país durante un máximo de 90 días.
- Cuestiones de seguridad
Al visitar Marrakech no tienes que tomar ninguna precaución especial que no tomarías en cualquier otro sitio. Es decir, no dejes objetos de valor descuidados y ten siempre controladas tus pertenencias, lleva la mochila cerrada y especialmente vigilada en zonas bulliciosas. Vamos, lo mismo que harías en cualquier gran capital turística.
- Alójate en un riad
Para vivir una experiencia más auténtica es altamente recomendable alojarse en un riad, y si es en la medina y cerca de la plaza de Jemaa el Fna aún mejor. Estas casas o palacios tradicionales marroquíes, con patio o jardín interior, además de fuentes o incluso piscinas, son un capricho en el que deberías invertir. Tras el caos de la calle será como entrar en un precioso paraíso de paz. Si la economía está justa siempre puedes optar por un dar, menos glamurosos pero con encanto también. Tanto en unos como en otros los desayunos son exquisitos.
- Cuidado con los falsos guías
Por las zonas más turísticas de la ciudad verás que te surgirán nuevos amigos en cada esquina. Si quieres hacer una visita guiada hazlo reservando una de confianza con antelación, pero a veces optar por los guías espontáneos que se te ofrecerán por la calle no salen del todo bien. Puedes tener suerte y conocer a una persona maravillosa con la que aprender mucho de la cultura marroquí y echar el día, o puedes terminar en la tienda de alfombras del cuñado del primo del guía sin siquiera saber cómo has llegado allí.
- Prepárate a regatear
Hay gente a la que le encanta regatear y hay otra que lo detesta. Pero aquí, te guste o no, es lo que vas a tener que hacer. Si de verdad tienes interés por comprar algo ármate de paciencia y no tengas prisa, porque la negociación puede ser larga y agotadora. Una charla que llevarás mucho mejor si te relajas y compartes un té con el vendedor.
- Los petit taxis y los grand taxispetit taxisgrand taxis
En Marrakech hay dos tipos de taxis: los urbanos conocidos como petit taxi, y los grandes que salen de la ciudad, conocidos como grand taxis. Los primeros suelen tener taxímetro, aunque a veces no funciona, y los segundos directamente no lo tiene. Es decir, tu primer regateo tendrá lugar en el aeropuerto, ubicado a unos 7 km al suroeste de la ciudad.
- Ojo con lo que bebes
Ten cuidado con esto. Bebe solo agua embotellada y si te tomas un zumo o un refresco que sea sin hielo, ya que corres el riesgo de que sea agua del grifo congelada. La gastroenteritis del viajero está a la vuelta de la esquina y te puede arruinar tu viaje.
- Educación y firmeza
Al caminar por las zonas turísticas los comerciantes te insistirán para que entres a sus tiendas a ver sus productos. Si muestras algo de interés te insistirán más todavía y aquí no vale lo de “solo estaba mirando” como hacemos aquí. Si realmente no te interesan los ofrecimientos de los tenderos rechaza su ofrecimiento con educación y firmeza, un “No, gracias” sin titubear suele ser suficiente.
- Date un festín
Marruecos está lleno de cosas ricas y sería una pena no aprovechar para probar algunos de sus platos más sabrosos. Un tajín de pollo o cordero no debería faltar algún día, así como un couscous con verduras, un plato de kefta de carne picada, una deliciosa pastela de pollo, unos briouates salados o un poco de zaalouk de berenjenas asadas y tomate. Todo muy especiado, así que lo puedes compensar con unos cuantos dulces tradicionales, melosos como ellos solos. Todo, siempre, acompañados de litros de té con menta, cómo no.