Un precioso pueblo medieval a orillas del río: escapada al corazón de La Mancha

Puente romano de Alcalá del Júcar

Elena Segura

1

Un imponente castillo almohade preside Alcalá del Júcar desde lo alto de la ladera donde se levantó el pueblo cueva a cueva y casa a casa. Menos conocido que otras localidades de Castilla-La Mancha como Almagro o Sigüenza, Alcalá del Júcar encierra un pasado histórico todavía presente en la ciudad que bien merece la pena una pequeña escapada de fin de semana para recorrer sus callejuelas de estilo medieval, pasear por la ribera del río y darnos un chapuzón si lo visitamos durante el verano.

Por este pueblo medieval a orillas del río y en pleno corazón de la Mancha han pasado pobladores íberos y celtíberos en el siglo IV a.C., visigodos y después, musulmanes.

Su castillo, de origen islámico y mandado construir entre los siglos XII y XIII, preside el punto más alto del cerro sobre el que se asienta Alcalá del Júcar, lo que lo convierte en un mirador con unas de las mejores vistas del pueblo, de su casco histórico y de su entorno natural, caracterizado por un paisaje salpicado de meandros y cañones esculpidos por la erosión del río.

Si no te apetece darte un paseo hasta alcanzar la fortificación, que sepas que es posible acceder con coche hasta un aparcamiento a 50 metros del castillo.  

Destaca en la construcción la torre del homenaje, símbolo del poder señorial y eje de defensa. De planta pentagonal, tiene dos torrecillas en los extremos fruto de una reforma en el siglo XV. El castillo fue conquistado a los musulmanes en el año 1211 por Alfonso VIII.

Su casco histórico fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1982, y también fue clasificado como uno de los pueblos más bonitos de España. Y en 1986 fue distinguido con el tercer puesto a la mejor iluminación artística por detrás de la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul.

Casas excavadas en la montaña

Merece mucho la pena perderse por sus calles estrechas y empinadas para contemplar su arquitectura tradicional y todos sus monumentos. La orografía del lugar ha permitido que muchas de las casas estén excavadas directamente en la piedra de la montaña, tres de ellas se pueden visitar: las cuevas del diablo, de Masagó y el duende.

“Estas cuevas están excavadas en el mismo corazón del peñón donde se asienta el pueblo, atravesando con un largo túnel de lado a lado”, explican en la web de turismo de Alcalá de Júcar. En ellas podemos encontrar alojamientos rurales, restaurantes, exposiciones que emulan una casa tradicional e incluso una discoteca.

En las Cuevas del Diablo podemos hacer una visita que dura unos 50 minutos en la que encontraremos una exposición de objetos típicos de las casas de pueblo tradicionales como vajillas o muebles o útiles de labranza.

En las Cuevas de Masagó y el duende también nos podemos hacer una idea de cómo eran las casas cueva, con salones presididos por arcos de medio punto, una bodega de vino medieval, un museo del campo u otro de fósiles y minerales. Su singularidad radica en que es la única que se conserva picada a mano, según cuentan en su página web.

Otra de las cuevas, la del rey Garadén, se sabe que tiene más de 750 años de historia. Con una función bélica, era como un puesto de vigilancia para los centinelas y de pago de tributos.

Otro de los símbolos de Alcalá del Júcar es su puente romano, que divide el pueblo dejando a un lado el casco histórico y al otro la parte más moderna. Pero que el nombre no te lleve a engaño. Realmente no fue levantado por los romanos; se le dio esa denominación por el tipo de arquitectura que representa. Bajo su estructura encontraremos una pequeña playa de río, muy apetecible en los calurosos meses de verano.

Otros puntos que no podemos dejarnos sin visitar son la Iglesia de San Andrés, construida en el siglo XV y ampliada en el siglo XVIII; la ermita de San Lorenzo; la Plaza de Toros, una de las más antiguas de toda España, o el Museo del Cine, con una muestra de instrumentos cinematográficos en el que fuera el antiguo cine de la localidad.

La Hoz del Júcar

Si disfrutas del turismo de montaña, La Hoz del Júcar supone todo un descubrimiento. A tan solo cuatro minutos del centro de Alcalá del Júcar, este paraje natural lo tiene todo: bosque, ríos, barrancos, páramos. Un espacio con un ecosistema rico, único en Castilla-La Mancha, cambiante hasta tal punto que hace sentir que has recorrido kilómetros de extensión en un breve paseo.

El municipio de Alcalá del Júcar corona la zona, lo que hace que parezca un pueblo flotante si se divisa desde el extremo opuesto del barranco. Otras viviendas pintan el paisaje del barranco, a lo largo de las laderas y en la parte alta del cañón, lo que hace que parezca que estén talladas en la piedra.

Como puedes observar la zona es perfecta para practicar senderismo, con múltiples itinerarios que nacen y mueren en Alcalá del Júcar, con una orografía favorable a las expediciones alrededor el caudal del río Júcar.

Otra parada imprescindible en este paraje es el nacimiento del río Júcar, que se puede ver a 1.500 metros de altura y en su recorrido hace un tajo en la llanura generando unas gargantas que se llaman hoces. 

También es una zona perfecta para el piragüismo y el rafting, con unos pronunciados meandros que suponen un reto hasta para los más experimentados. Asegúrate siempre de que navegas por una zona permitida. 

Si quieres algo más relajado, puedes disfrutar de un crucero fluvial por el río. Comienza desde el municipio vecino de Alcalá del Júcar, Cofrentes, y recorre un trayecto por las aguas del Júcar que dura unos 90 minutos. Las salidas están programadas de miércoles a domingo, desde las 10 de la mañana en intervalos de hora y media. Debes estar media hora antes de que parta la embarcación para organizar el embarque. Los billetes se deben reservar a través de la web del consistorio de Cofrentes.

Etiquetas
stats