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Europa está llena de pueblos y ciudades de encanto medieval. Viejos asentamientos nacidos en otra época que han sabido conservar su esencia más genuina hasta nuestros días. Lugares, muchos de ellos, que hoy viven del turismo gracias a lo pintoresco de sus calles, sus trazados, sus casas, sus iglesias, sus castillos, sus puentes o sus murallas.
La historia medieval de Europa ha dejado repartidos por su geografía un buen número de lugares dignos de visitar hoy día, tantos que sería imposible quedarse con unos pocos o afirmar categóricamente cuáles son los más bonitos, los mejor conservados o los más auténticos. Pero de lo que sí estamos seguros es de que cualquiera de estos diez que hemos elegido te trasladará en el tiempo unos cuantos siglos atrás.
Rothenburg ob der Tauber, en Alemania
En Baviera, Alemania, Rothenburg ob der Tauber se ha convertido en un imán para los viajeros gracias a su casco histórico medieval y su fantástico estado de conservación. Con sus murallas, sus calles adoquinadas, sus tejados rojizos y sus casas con entramados de madera parece el escenario de un cuento, y más en invierno. Un lugar pintoresco que aún podría añadir un castillo a su lista de atractivos si no fuera porque un terremoto lo destruyó en 1356.
Carcasona no necesita mucha presentación, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997 y es tan turística que es difícil no haber oído hablar de ella. Un lugar que parece haberse quedado congelado en el tiempo con su imponente muralla, su Castillo Condal del siglo XII, su catedral de Saint-Michel y su basílica de Saint-Nazaire junto al canal de Midi. Es un pueblo tan perfecto que parece de mentira.
Otra pequeña ciudad que parece de fábula. Está en el valle del Mosela, en el oeste de Alemania. Lo corona un castillo neogótico de 1875, la fortaleza de Reichsburg, pero antes que ese hubo otro que fue destruido. Sus calles no tienen orden y zigzagueamos al abrirnos paso por su casco antiguo, entre fachadas con entramados de madera y restos de muralla, salvo cuando recorremos las coloridas edificaciones junto a la orilla del río.
Para muchos es el pueblo más bonito de Inglaterra, tan tranquilo como pequeño, una breve agrupación de casas en medio de la campiña británica. Eso no quita que aquí podamos disfrutar de la iglesia de St. Andrew, de la que hay referencias de 1291, la plaza del mercado medieval o el puente de piedra. Un lugar en el que a más de uno le entrarían ganas de retirarse para disfrutar de la paz que transmiten sus calles.
San Gimignano, en la Toscana italiana, es otro de esos pueblos que no necesita presentación. Hoy conserva 15 torres de las 72 que llegó a tener, y esa es su mejor carta de presentación. Aquí cada familia construyó su torre junto a su palacio y, cuanto mayor era su altura, más riqueza demostraba poseer. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990 y, como era de esperar, su belleza hace que sea un pueblo altamente turístico.
Estamos en la región de la Occitania francesa, al este de la ciudad de Burdeos, y aquí, abrazado a un risco de caliza, se encuentra Rocamadour. Un pueblecito de peregrinación al que acuden miles de fieles para visitar el santuario de la Virgen Negra, una imagen del siglo XII. Hay que llegar con dos cosas claras: una, que nos espera un buen número de escalones, los que nos permitirán ver su trazado medieval y las murallas de su castillo; y dos, que es un pueblo intensamente turístico.
Fredrikstad es sin duda el pueblo más medieval de toda Noruega y uno de los mejor conservados del norte de Europa. De hecho es el único del país nórdico que mantiene intactas sus murallas. Como mejor se aprecia su belleza es desde el aire pues llama la atención su enorme foso defensivo lleno de agua en forma de estrella, al más puro estilo fortaleza. Calles de piedra, casas bajas de madera y numerosos establecimientos de artesanía esperan aquí al visitante.
A Bagnoregio se lo conoce como “el pueblo que muere”, una definición muy romántica si tenemos en cuenta que se encuentra sobre una colina que está destinada a erosionarse. Las casas se agolpan en su cima, asomándose a los acantilados que la rodean y, aunque es una excelente ubicación defensiva, un día su originalidad le costará su propia desaparición. El único punto de acceso es un viaducto y es tan turístico que para visitarlo hay que pagar una entrada de 5€.
Gengenbach es sin duda uno de los pueblos más bonitos de la Selva Negra. Es un lugar mágico, de cuento, y más aún si lo visitas en invierno y se celebra su popular Mercado de Navidad, cuando un calendario de adviento es proyectado en su ayuntamiento. Todo está cuidado a la perfección y sus torres, sus plazas, sus casas con entramados de madera y sus palacios maravillan a cualquiera. Un lugar rodeado de viñedos que deja instantáneas de auténtica postal.
Y no podíamos terminar esta recopilación de algunos de los pueblos más bonitos de Europa sin incluir Besalú, en Girona. Es posiblemente uno de los pueblos más bonitos de España al parecer haberse quedado atrapado en la Edad Media. Cruzaremos El Fluvià, su principal río, a través de un puente románico que nos da acceso a un casco antiguo donde veremos murallas, iglesias y sinagogas mientras atravesamos su vieja judería de esencia medieval.
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