Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada
Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Poder sin responsabilidad

Pablo Iglesias, cuando era vicepresidente del Gobierno, con Yolanda Díaz e Ione Belarra.
16 de abril de 2023 22:49 h

116

El 20 de marzo Pablo Iglesias publicó en Ctxt un artículo con el título “Caminar juntos: ocho tesis sobre la unidad y el frente amplio”, escrito, como él dice expresamente, “desde la libertad de no tener ninguna responsabilidad orgánica”.

Al lector de elDiario.es no hay que hacerle ningún tipo de comentario sobre el contenido del artículo, porque sabe leer e interpretar perfectamente este tipo de textos. Y enmarcarlos en el momento en que se publican, unos días antes del 2 de abril en que estaba anunciado el acto constituyente de Sumar.

El artículo expresa perfectamente la posición en que se ha situado o, mejor dicho, en que pretende situarse Pablo Iglesias en el tablero político desde que decidió anunciar primero que no sería candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, abandonó después la vicepresidencia del Gobierno para concurrir a las elecciones parlamentarias de la Comunidad de Madrid y renunció por fin al escaño en la Asamblea, dejando de tener responsabilidad institucional de tipo alguno: ni gubernamental, ni parlamentaria, ni de partido.

Esa posición la defino con el título del artículo: poder sin responsabilidad. El abandono de todos los puestos orgánicos no ha supuesto para Pablo Iglesias abandonar el poder, sino abandonar exclusivamente la responsabilidad que se deriva de la ocupación de los mismos. El poder se mantiene o se pretende mantener, incluso aumentado, dada “la libertad” que dicho abandono le proporciona.

El problema de esa pretensión es que el correlato del poder sin responsabilidad es la responsabilidad sin poder. Para que alguien tenga poder sin responsabilidad tiene que haber otro alguien que asuma la responsabilidad de dicho ejercicio del poder. De esa circunstancia nació el instituto del refrendo en los orígenes del Estado Constitucional monárquico. En el sistema político del Estado Constitucional no puede haber poder sin responsabilidad. Eso vale para todas las manifestaciones de poder de relevancia constitucional, también las de los partidos políticos que son instituciones de especial relevancia constitucional, de acuerdo con el artículo 6 de la Constitución. Del poder sin responsabilidad de Pablo Iglesias deriva la responsabilidad sin poder de Ione Belarra e Irene Montero.

Independientemente de que Pablo Iglesias ocupe o no lugar alguno en la estructura formal de poder de Podemos, para la sociedad española no cabe la menor duda de que no son Ione Belarra e Irene Montero quienes tienen el poder en el partido. Pablo Iglesias sigue siendo la referencia de Podemos para la sociedad española. No creo que sea necesario hacer ninguna encuesta para comprobarlo. Es algo que salta a la vista. El poder de Ione Belarra y de Irene Montero es un poder vicario.

A tener un poder vicario es a lo que se ha negado rotundamente Yolanda Díaz. Lo ha dicho repetidamente con la palabra y con su conducta. Ha entendido, con buen criterio en mi opinión, que esa es la condición sine qua non para ser, de verdad, candidata a la presidencia del Gobierno. Algo que ya no podrán ser de cara a las próximas elecciones ni Belarra ni Montero. Podrán serlo formalmente, si, llegado el caso, Podemos tuviera que concurrir solo a las elecciones y tuviera que designar un candidato o candidata a la presidencia del Gobierno. Pero no materialmente. Para ello es necesario que la sociedad te reconozca como portadora de un proyecto propio, no subordinado a una instancia ajena. No se puede pretender ser número uno en el Estado, siendo número dos en tu partido.

Esto último es lo que está intentando conseguir Yolanda Díaz. Es una aspiración irrenunciable. Puede que no lo consiga o puede que sí. Como no lo conseguiría de ninguna de las maneras es aceptando subordinación a exigencias ajenas. Si la sociedad española detectara la más mínima subordinación en su proyecto, su candidatura a la presidencia del Gobierno habría nacido muerta.

Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Etiquetas
stats