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Uno de los mejores escritores de su generación

Juan

Madrid —

Cuando el presidente del Atlético de Madrid afirma que Falcao, su delantero, es el mejor futbolista del mundo en esa posición, puede interpretarse que le tiran los colores, que quizá exagera o, incluso, que a lo mejor de casualidad va y tiene razón. Si el presidente de la Gimnástica Segoviana afirmara que su delantero, un Luisito, un Gómez, un Chema, es el mejor del planeta, deduciríamos que el mandamás de la Gimnástica Segoviana ha visto poco la tele, y leído poco el Marca, y tocado poco un balón en las tres o cuatro últimas décadas.

Hablemos de literatura: Roger Wolfe tiene nuevo libro.

Roger Wolfe pintó bastante en los noventa literarios, sección Realismo sucio, con sus poemas (Arde Babilonia), sus novelas (El índice de Dios) y sus cosas de anotarse (Todos los monos del mundo). Son esas cosas de anotarse las que ahora reúne la editorial Huacamano en un solo volumen, titulado Escrito con la lengua.

Pues bien, ojo a la solapa del libro: “[Roger Wolfe] Está considerado el escritor más vigoroso, original e independiente de su generacion y uno de los mejores escritores vivos en lengua española.”

Bien. Estupendo, vamos.

Lo cierto es que ser vigoroso, original e independiente no resulta fácil de evaluar. Si la editorial Huacamano cree que su autor es el no va más de su generación dentro de esas tres categorías, hace bien en decirlo. Vigoroso le parece a uno también (nos limitamos a los escritores nacidos en los 60) Juan Francisco Ferré, Montero Glez o Ignacio Martínez de Pisón; original podría considerarse a Ray Loriga, Manuel Vilas o Esther García Llovet; e independiente, a Belén Gopegui, Luis Magrinyá o Rafael Reig. Luego están Antonio Orejudo, Luisgé Martín, Marta Sanz o Eloy Tizón que, claro, no va a compararlos uno en vigor, originalidad e independiencia con Roger Wolfe.

Sin embargo, la solapa sigue, pues, ya puestos, qué más da. “Uno de los mejores escritores vivos en lengua española”. Total, ni siquiera han dicho que sea el mejor escritor del mundo, o de la Historia de la literatura universal. Sólo que es “uno de los mejores escritores vivos en lengua española”; o sea, apenas una obviedad.

Si alguien -a ser posible, cualificado- afirma sobre un escritor cualquier cosa cercana al ditirambo, la editorial que lo publica tiene todo el derecho a apropiarse de sus palabras y darles publicidad. Otra cosa es que la propia editorial, porque le hace gracia o porque abrieron anticipadamente las botellas de champán de año nuevo, emita por sí misma juicios que, de puertas para afuera, nadie parece refrendar. Eso, a qué negarlo, da un poco de vergüenza.

Tengan en cuenta que a veces las solapas y sinopsis de las novelas las redactan los propios autores.

Veamos como está el patio:

Por lo que se ve, todos los escritores son uno de los mejores escritores de su generación. Qué agobio, ¿no?, cuánto puto genio. La propia generacion, con la tontería, queda encima algo saturada de aristocracia, de liderazgo; de unos. Nadie parece ser del montón, conformar el ellos mediocre, el nosotros medianito.Todos son excelentes.

Por tanto, si todos son los mejores escritores de su generación, o están entre los mejores escritores de su generación, ¿serán todos igual de buenos o igual de malos? Pregunto. Y más: ¿Qué tan importante debemos considerar ser uno de los mejores escritores de su generación?; ¿tanto como ser uno de los más guapos del pueblo o más importante aún? ¿Tanto como ser uno de los más listos del barrio o mas importante todavía?

Quizá hasta es más importante que ser uno de los mejores delanteros de Segunda B, no se crean.

Cuando el presidente del Atlético de Madrid afirma que Falcao, su delantero, es el mejor futbolista del mundo en esa posición, puede interpretarse que le tiran los colores, que quizá exagera o, incluso, que a lo mejor de casualidad va y tiene razón. Si el presidente de la Gimnástica Segoviana afirmara que su delantero, un Luisito, un Gómez, un Chema, es el mejor del planeta, deduciríamos que el mandamás de la Gimnástica Segoviana ha visto poco la tele, y leído poco el Marca, y tocado poco un balón en las tres o cuatro últimas décadas.