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Los refugiados sirios ya no pueden esperar más

Amaia Celorrio

Acabo de volver de Jordania, de visitar y conocer la realidad de los refugiados sirios, y miles de sentimientos e ideas siguen cruzando mi mente. La violencia descomunal e indiscriminada que han vivido y que siguen viviendo cientos de miles de personas; las peligrosas historias de huida que más de 1,3 millones de refugiados que han cruzado a países vecinos han sufrido; la precaria situación en la que todas estas personas viven tanto en campos de refugiados como en habitaciones alquiladas, chabolas y refugios improvisados...

No puedo olvidar que ésta es una crisis de niños y niñas. Las cifras hablan por sí mismas. Más del 50% de los refugiados sirios son niños y el 18% son menores de cuatro años. Esto significa que cerca de 1 de cada 5 refugiados son bebés y niños de corta edad, los más vulnerables.

Ésta es la primera emergencia que he vivido y la sensación es de enorme desolación por lo dramático de la situación pero también de enorme orgullo y motivación por el increíble esfuerzo de los trabajadores humanitarios y por todo lo que nos queda por hacer.

He tenido la oportunidad de ver el trabajo que cada día ACNUR realiza en Jordania para proteger a los refugiados; un trabajo abrumador y que no sale en los medios, en turnos de más de 10 y 12 horas, 7 días a la semana, y en condiciones precarias y de gran inseguridad, con el que registran sin descanso a las más de 2.000 personas que cruzan la frontera siria cada día. Y este registro, que parece algo burocrático, les salva la vida. El documento que obtienen los refugiados, les permite, por ejemplo en Jordania, acceder a educación primaria gratuita, tener asistencia sanitaria, recibir raciones adicionales de comida, tener asistencia especial en el caso de las familias más vulnerables, poseer un techo bajo el que dormir, etc. Ningún gran lujo, pero sí acceso a los servicios y necesidades más básicos.

Pero aquí viene el gran problema: la financiación. Cuando se habla de más 1.000 millones de dólares para la emergencia siria a todos nos parece una cifra descomunal, pero la realidad es que ya se ha quedado corta (y además tan sólo se ha recibido el 31%). Para que os hagáis una idea, ACNUR en Jordania gasta al mes 15 millones de dólares en productos no alimentarios para los refugiados recién llegados (tiendas, mantas, productos de higiene personal...), y por ejemplo, en el campo de refugiados de Zaatari, las raciones diarias de comida para los refugiados cuestan 200.000 dólares. Las cifras son inmensas porque estamos ante la mayor crisis humanitaria de los últimos años, aunque lamentablemente, no está teniendo gran impacto en los medios de comunicación.

Hace falta ayuda y hace falta ya, porque millones de personas corren el riesgo de no recibir esta asistencia que salva vidas si no llegan más fondos.

Si quieres ayudar a los refugiados sirios, puedes hacerlo en www.eacnur.org o llamando al 91 369 70 56. www.eacnur.org

No podemos dejar que caigan en el olvido.

Acabo de volver de Jordania, de visitar y conocer la realidad de los refugiados sirios, y miles de sentimientos e ideas siguen cruzando mi mente. La violencia descomunal e indiscriminada que han vivido y que siguen viviendo cientos de miles de personas; las peligrosas historias de huida que más de 1,3 millones de refugiados que han cruzado a países vecinos han sufrido; la precaria situación en la que todas estas personas viven tanto en campos de refugiados como en habitaciones alquiladas, chabolas y refugios improvisados...

No puedo olvidar que ésta es una crisis de niños y niñas. Las cifras hablan por sí mismas. Más del 50% de los refugiados sirios son niños y el 18% son menores de cuatro años. Esto significa que cerca de 1 de cada 5 refugiados son bebés y niños de corta edad, los más vulnerables.