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Banca ética: adiós a la utopía

Si en alguna de las muchas asambleas que proliferaban en España cuando estalló la crisis alguien hubiera pedido la palabra para proponer la creación de un banco propiedad de la gente que financiara las iniciativas para transformar la sociedad, lo más probable es que a más de uno se le escapase una sonrisa condescendiente. Y quizá habría incluso algún grito: “¡Y yo quiero la luna”. U otro: “¡Y jamón gratis!”.

Ahora este banco ya existe: tiene ficha del Banco de España para operar desde julio de 2014 y aquí lo hace con el nombre comercial de Fiare Banca Etica.

En España la entidad es todavía muy pequeña, con 2.400 personas y organizaciones socias —los propietarios de la entidad, que deciden las líneas maestras en la Asamblea—, 5.400 clientes y 3,1 millones de euros de capital social. Pero el banco en su conjunto, fruto de la fusión entre los proyectos hermanos de España e Italia, empieza a tener dimensiones destacables porque la experiencia italiana suma ya dieciocho años de funcionamiento exitoso: Banca Etica, que es como se llama la entidad financiera fruto de la fusión, cuenta en total con 40.000 socios, 80.000 clientes y un capital social de 60 millones. Y el 2016 cerró con 4,3 millones de beneficios, que se destinarán, como siempre, a reforzar capital y a financiar proyectos de economía social puesto que nunca se reparten dividendos.

La idea de disponer de un banco ético que fuera propiedad de los mismos socios empezó a coger fuerza a principios de la década de 1990, tanto en España como en Italia, cuando los desencantos políticos por la aparente victoria aplastante del neoliberalismo hizo que muchos de los que creían que otro mundo es posible fueran concentrando sus esfuerzos hacia proyectos más concretos y cercanos. El movimiento de las finanzas éticas, que aspira a utilizar el dinero como palanca para el cambio social de acuerdo con un código ético de actuación transparente y con participación democrática, empezó a tomar cuerpo.

Albert Gasch, que ahora lleva el área social de Fiare y es el nexo con los grupos territoriales, se acercó al movimiento atraído por el “potencial transformador que el dinero puede llegar a tener dependiendo de cómo se mueva”, una idea que había mamado de pequeño, hijo como es de abogados del Col·lectiu Ronda: “Es básico recoger ahorro para poder financiar la economía solidaria”, insiste.

La tarea era titánica y mientras que en Italia la legislación y la propia fortaleza financiera del movimiento cooperativo permitió arrancar la actividad bancaria ya en 1999, aquí el camino ha sido más tortuoso, aunque logró un impulso importante cuando los esfuerzos dispersos cristalizaron, en 2003, en la creación de la Fundación Fiare, que nació para promover las finanzas éticas y en última instancia para crear una entidad financiera. Desde el inicio, muy de la mano de la experiencia italiana. “Vamos poco a poco porque vamos lejos”, le gusta decir a Peru Sasia, cofundador de Fiare y hoy también miembro del Consejo de Administración de Banca Etica, quien añade: “No tenemos accionistas millonarios, pero sí una base madura construida desde abajo”.

Los millonarios, si estuvieran, tampoco se notaría demasiado porque ningún accionista puede tener más del 1% del banco. Y desde 2014, esta base social tan fogueada tiene también la licencia bancaria. Son los propietarios de un banco, que tiene la forma jurídica italiana de cooperativa por acciones, el equivalente a una cooperativa de crédito española.

El proceso de empezar a ofrecer servicios a particulares, combinado con la fusión con los socios italianos, aconsejaba la política cauta de ir despacio. Pero la cartera de servicios que ofrece el banco aquí empieza a ser la básica de una entidad convencional: ya puedes tener libreta de ahorros y a plazos, tarjeta de débito y de crédito, banca por Internet donde hacer transacciones, recibos domiciliados, incluida la nómina, y, desde finales del año pasado, todas las operaciones con la Seguridad Social, con la misma protección que en el resto de entidades financieras que otorga el Fondo de Garantía de Depósitos.

Cajero automático

Entre los próximos pasos que se atisban destaca la posibilidad de tener al menos un cajero automático en Bilbao, en la única oficina presencial que hay de momento —tanto en Barcelona como en Madrid hay puntos de información—, que complemente la realidad de ahora, que permite operar en toda España con los cajeros de Laboral Kutxa, Caixa d’Enginyers y la red de cajas rurales a cambio de una pequeña comisión de 80 céntimos para sacar efectivo. También están en estudio los créditos a particulares y no sólo a las entidades de economía social como ahora. En Italia, la cartera de servicios sí que ya es completa: no sólo hay préstamos a particulares, sino también hipotecas, créditos al consumo e incluso la posibilidad de invertir a través de un fondo ético, que mueve 3.000 millones con criterios muy estrictos de responsabilidad social y máxima transparencia.

Evidentemente, nadie elige tener su dinero en Fiare para pescar medio punto de interés por encima del que ofrece el banco del lado o para conseguir un televisor a cambio de domiciliar la nómina, sino que busca básicamente la “prima ética”, en expresión de Sasia: la garantía que se impulsarán proyectos que ayuden a avanzar hacia una sociedad más equitativa y ecológica y con la idea de que el dinero es un medio para conseguirlo y no un fin. Los recursos destinados a esta tarea —siempre con la supervisión de la comisión social de la entidad— empiezan a ser importantes, con un volumen de crédito que en 2016 llegó a los 970 millones de euros (18 millones de los cuales de Fiare, en España), con un aumento del 12% con respecto a 2015, y se dirigieron hacia 9.000 proyectos.

Las personas y entidades socias tienen mejores condiciones y, sobre todo, forman parte del proyecto y pueden participar con voz y voto en la Asamblea. Para ser socio, las personas físicas deben adquirir un mínimo de cinco títulos de la entidad, que hoy tienen un precio de 57,5 euros cada uno. Por tanto, la aportación inicial mínima es de 287,5 euros. Las entidades deben adquirir 10, lo que implica una inversión de 575 euros.

Estos títulos no cotizan en ningún mercado secundario y el banco garantiza su liquidez, de forma que la entidad los recompra a los socios que quieren dejar de serlo al precio que fija la Asamblea, siempre al margen de las dinámicas especulativas de los mercados. A mediados de la década pasada, los títulos tenían un precio de 52,5 euros y en 2008 subieron a 55,5, en el que se mantuvieron durante todos los momentos álgidos de la crisis, clavado mientras los mercados se desplomaban o vivían los posteriores rallies alcistas. En 2014, la Asamblea los situó en 57,5 euros, el precio actual. Alessandro Celoni, el directivo de Banca Etica que hace de enlace con Fiare y refuerza su lanzamiento en España, subraya que si se aplicasen los criterios contables clásicos y el precio dependiera del patrimonio, los títulos deberían costar 80 euros. Esta diferencia es un colchón de seguridad para el socio, que sabe que es realmente muy difícil que pierda dinero.

Títulos al alza

“Aquí la gente no viene a ganar dinero, pero tampoco va a perder y lo más probable es que gane”, señala Celoni, que tiene un máster en administración de empresas y lleva doce años en Banca Etica. La comparación entre la evolución del precio de los títulos de Banca Etica con la media de valores bancarios italianos es impresionante: desde 2006, Banca Etica se ha apreciado el 9,5%, mientras que las acciones de la banca italiana convencional han perdido de media el 81% de su valor en Bolsa.

El banco funciona con criterios muy profesionales —no se dan créditos sólo para ayudar, sino que primero debe asegurarse que el dinero no se perderá—, y al ser ajeno a las prácticas agresivas típicas de los especuladores es realmente una inversión segura. La morosidad neta es sólo del 1%, lejísima de las figuras de dos dígitos que se han convertido en habituales en la banca tradicional desde que explotó la burbuja, y a finales de 2016 tenía el 12,47% de capital de la máxima calidad (Cet1, en el argot de los reguladores internacionales), una cifra mejor que la del BBVA, Bankinter, Banco Sabadell y Banco Popular, por ejemplo.

Toda esta sucesión de cifras positivas —volumen de crédito hacia la economía productiva, beneficios, índice de morosidad, evolución del precio de los títulos, porcentaje de capital Cet1, etc.— desmiente los prejuicios que advierten de que el modelo de banca cooperativa puede ir en detrimento de la profesionalidad y, en última instancia, de la solvencia misma de la entidad en la medida que los socios no profesionales pueden acabar imponiendo aventuras perjudiciales al tener voz y voto en la toma de decisiones. En España, el modelo de cooperativas de crédito está ya muy contrastado, con entidades con mucha historia que suman activos por valor de 93.000 millones de euros, pero además este tipo de argumentos chocan con lo que ha sucedido en las últimas décadas, en que muchos profesionales adictos a las prácticas de riesgo han llevado a entidades centenarias a la quiebra.

De todas formas, son los profesionales los que llevan la batuta también de Banca Etica, lo que no es contradictorio con un funcionamiento democrático que fomenta la participación de los socios, que se pueden pronunciar sobre las líneas generales de actuación de la entidad. La Asamblea se celebra una vez al año, pero la veintena de grupos territoriales constituidos en España se encuentran periódicamente para debatir, entre ellos y también con los técnicos de la casa, de forma que a la reunión anual se llega ya con los temas muy masticados y discutidos.

Masa crítica

El momento en Fiare es especialmente excitante porque literalmente se está construyendo un banco, no en teoría sino también en la práctica y justo cuando el sector convencional no tiene otro remedio que reinventarse, atrapado por los bajos tipos de interés, la revolución tecnológica y la pesada mochila de la burbuja especulativa que tanto ayudó a propulsar. Además, ahora que empieza a haber masa crítica, algunas administraciones están decididas a impulsar la banca ética trabajando con ella —abriendo cuentas, gestionando dinero—, y algunos sectores económicos en auge encajan particularmente bien con la filosofía de las finanzas éticas, desde la agricultura ecológica hasta las energías renovables, entre otras.

Celoni admite, no obstante, que España tiene algunos obstáculos específicos para el crecimiento de bancos pequeños que se dan en Italia, como la enorme concentración bancaria y una organización territorial con normativas que pueden variar mucho de un lugar al otro. Pero Fiare Banca Etica ya circula y tiene el depósito lleno.

Cuando en alguna asamblea alguien diga que lo que hay que hacer es tener un banco ético propiedad de la gente y al servicio del cambio social, seguro que algún socio de Fiare le contestará: “¡Pero si ya existe!”.

[Este artículo ha sido publicado en el número extra de la revista Alternativas Económicas 'Economía solidaria: 10 historias de éxito'. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

Si en alguna de las muchas asambleas que proliferaban en España cuando estalló la crisis alguien hubiera pedido la palabra para proponer la creación de un banco propiedad de la gente que financiara las iniciativas para transformar la sociedad, lo más probable es que a más de uno se le escapase una sonrisa condescendiente. Y quizá habría incluso algún grito: “¡Y yo quiero la luna”. U otro: “¡Y jamón gratis!”.

Ahora este banco ya existe: tiene ficha del Banco de España para operar desde julio de 2014 y aquí lo hace con el nombre comercial de Fiare Banca Etica.