Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.
Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.
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Diecisiete frases para explicar lo sucedido en Melilla
Migrantes y familiares contaron a Amnistía Internacional qué pasó antes, durante y después de ese trágico 24 de junio en el que 37 personas personas perdieron la vida y más de 70 desaparecieron junto a la valla de Melilla que separa España y Marruecos.
“El 24 de junio no fue la primera vez que hubo muertes. […] Te tiran piedras, te golpean con palos y utilizan también objetos punzantes. Antes de llegar a las vallas, en el lado marroquí, hay un foso lleno de agua. Cuando estás arriba, te golpean con piedras y palos para que te caigas. Si te caes, te puedes ahogar. A veces la policía marroquí incluso nos empuja al foso. Hay gente que desaparece; nunca se vuelve a saber de ella”. Isam, 22 años, sudanés.
El hostigamiento previo
Después de una intervención de millitares marroquíes, “nos trasladamos a otra montaña, más cerca de Nador. Una semana después nos descubrieron los helicópteros. La policía marroquí actuó esta vez con más violencia que la primera vez, acorralándonos por todos lados, llegando hasta la zona donde guardábamos la comida. Los policías destruyeron todo lo que teníamos. Una vez más, utilizaron contra nosotros balas de goma, también palos, gases lacrimógenos y bombas acústicas”. Omer, 21 años, sudanés.
“La policía nos los quemó todo, nos quedamos sin nada”. Adil, 23 años, sudanés.
El abuso de la fuerza en ambos lados de la frontera
“Parecía que la policía marroquí nos daba espacio para llegar, luego nos acorralaron. Nos dividieron en dos grupos. Algunos ya no podíamos avanzar. Empezaron a dispararnos con gas, nos lanzaron bombas acústicas; da miedo porque es un sonido muy fuerte. La policía también nos disparó balas de goma. Todo el mundo intentaba moverse por donde podía, era un caos”. Salih, 27 años, sudanés.
“La policía española nos roció con spray en los ojos mientras la policía marroquí nos tiraba piedras a la cabeza. No sé cómo, pero algunos conseguimos subir al tejado que cubría parte del puesto fronterizo”. Salih.
“Mi hermano y mi primo intentaban escalar el muro, pero la policía usó gases lacrimógenos y piedras. Se cayeron en el lado marroquí y la policía les golpeaba con palos de madera. Murieron a causa de los golpes”. Abdessalam, sudanés.
“Cuando bajaba, me golpeó una pelota. Caí al suelo, intenté levantarme y en ese momento otro policía español me golpeó en la cabeza con la parte trasera de su arma. Me tuvieron que dar 12 puntos en el hospital”. Omer.
“Si quieren matarte, te matarán, si quieren romperte la mano, te la rompen”. Abuobida, 25 años, sudanés.
Las devoluciones ‘en caliente’
“Mi cara estaba cubierta de sangre. [Policías españoles] me ataron las manos a la espalda, me agarraron de la camiseta y me pasaron a través de la valla hasta donde los genderames marroquíes me estaban esperando. Seguí viendo cómo golpeaban a más gente que estaba en el suelo inconsciente”. Zacharias, 22 años, proveniente de Chad.
La denegación de auxilio
“Solo vi 4 ambulancias, pero sólo buscaban a marroquíes o policías. Estuvimos en el autobús 10 o 12 horas, todos estábamos heridos y necesitábamos atención médica. Cuando llegamos a la ciudad, nos dejaron en la carretera”. Abuobida, joven sudanés.
“Nos llevaron a un lugar de Beni Melal [ciudad situada a 600 kilómetros] y entonces unos policías de la ciudad avisaron a la ambulancia y nos llevaron al hospital”. Anónimo, sudanés de 23 años, herido de bala en la cabeza y con lesiones en mano y rodilla.
“Nos llevaron a la fuerza a Marruecos […] incluso sangrando o con heridas abiertas, y los marroquíes tampoco prestaron ningún tipo de asistencia”. Isam, 22 años, sudanés.
“La Guardia Civil había cerrado la carretera, por lo que nuestra ambulancia tuvo que esperar a cierta distancia. El personal médico no podía ver lo que ocurría en la frontera”. Miembro de la Cruz Roja.
Los traslados forzosos
“Tras unos días, la policía marroquí empezó a llevarse a la gente al desierto argelino, a unos 200 km de la ciudad. A mí me tuvieron en la cárcel dos días. Luego me subieron a un autobús y me dejaron en Beni Melal. Dos de mis compañeros murieron en el viaje en autobús”. Kori, sudanés, 17 años.
Las desapariciones
“Estamos casi seguros de que ha fallecido. Su madre piensa mucho en él. Quiere saber qué pasó. Os pido que nos ayudéis a conseguir justicia. Rezamos para que nadie más sufra este tipo de dolor”. Huwaida, sobrina de Anwar, un sudanés de 27 años fallecido.
“Después de lo que pasó no los hemos vuelto a ver. Preguntamos a la gente que está en Melilla, pero no están allí. También preguntamos a la gente de Argelia, pero no los vieron. También en Marruecos, preguntamos y nadie los vio. Tenemos un grupo en redes sociales que nos conecta a todos, pero todos dicen que no volvieron a saber de ellos. No tenemos ni idea de dónde están”. Kori, amigo de varios desaparecidos.
“Por favor, ayudadnos a encontrar a mi hermano, mi madré está muy preocupada, no puede dormir”. Ishmail, hermano del joven de Sudán Ahmed Babikar.
Y falta de investigación
Hasta la fecha, Marruecos y España no han facilitado información sobre las personas muertas y desaparecidas a sus seres queridos, ni han reconocido ninguna irregularidad, ni realizado ninguna nvestigación adecuada. Amnistía Internacional ha abierto una campaña de firmas para que los gobiernos de ambos países garanticen el derecho de las víctimas y de sus familias a la verdad, la justicia y la reparación y tomen medidas para garantizar la no repetición.
Sobre este blog
Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.
Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.
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