Mahmoud Traoré: migrar para contarlo
- Este artículo pertenece a la revista La España de los migrantes, de eldiario.es. Hazte socia ya y recibe nuestras revistas trimestrales en casa.
La historia del Mahmoud migrante, el joven que salió de la perdida aldea de Temanto a por un futuro diferente y que tardó tres años en llegar a Ceuta para saltar la valla (al tercer intento, en 2005), está pormenorizadamente descrita en el libro 'Partir et raconter', un clandestino africano rumbo a Europa'. La historia del Mahmoud inmigrante, el sevillano de la Alameda amigo de sus amigos y trabajador incansable, se sigue escribiendo todos los días. Los que tienen la suerte de conocerlo aprecian la generosidad que él tiene y que supo encontrar en este lado del mundo.
El desparpajo de Mahmoud, tercer hijo de una amplia familia africana, puede que se lo enseñara Monsieur Scene, su admirado profesor en la escuela de Parumba, un pueblo al que el pequeño Mahmoud se dirigía todos los días, lloviera o hiciera frío, atravesando infinitos campos de arroz y preciosos caminos de tierra roja y espectaculares baobabs. Siempre con un pensamiento para Senegal, no esconde cierta crítica irónica para los paisanos que se conforman con quedarse “debajo del mango”. Detenido y expulsado al desierto tres veces antes del salto definitivo, entre otras muchas desventuras, sabe bien que la máxima de que quien la sigue la consigue está hecha para él.
Tuvo suerte, quizá porque no cesó en su empeño hasta conseguirla. Aquella que le faltó a su amigo de la infancia Salif a unos metros de superar la valla que separa la posibilidad de un futuro complicado, pero ilusionante, de un destino difícilmente diferente al previsto. Cariñoso con los niños, igual que lo son los niños de Temanto hacia sus escasos visitantes, Mahmoud desprende esfuerzo por hacer las cosas bien y una generosidad que carga de regalos cada vez que regresa a su país, a su precioso pueblo, muy cerca de la frontera con Guinea-Bissau y Guinea-Conakry.
Su primer empleo fue en la Feria de Abril, montando una caseta, y después trabajó como camarero en un bar de la Alameda de Hércules. Desde hace un tiempo su mejor aliada viene siendo la madera, después de formarse en Lucena (Córdoba) como carpintero. Ahora tiene 35 años y atrás quedaron ya las impolutas y elegantes casas de adobe, perfectamente organizadas y limpias, de su Temanto natal, el lugar del que decidió irse, “irse para contar”, como se traduce el título de su libro, contar que el sueño europeo está muy lejos pero es posible para quien lo persigue.