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Sani Ladan: estudiar con la mira puesta en África

Sani Ladan

María Iglesias

Sani Ladan no dejó Duala (Camerún), con 15 años, por hambre. “Mi vida era buena. Nada me faltaba”. Hijo de maestra y empresario imán vivía “en una casa grande”. Emigró por su inquietud y por la corrupción. Lanzándose a un viaje de tres años, lleno de peligros: de Boko Haram al Sáhara, la clandestinidad en Argelia y Marruecos, nadar, bajo pelotas de goma, a Ceuta y “lo peor: el CIE de Tarifa, jaula que deshumaniza” hasta trabajar y estudiar, hoy con 23, en Sevilla. “Siempre fui inquieto, quise aportar a la sociedad. Cuando mi beca de periodismo en Quebec la vendieron a otro, no lo soporté”.

Sólo un amigo supo que huía a la Universidad de Abuja (Nigeria). Ahorró pagas semanales durante un año. En la frontera le robaron “hasta los zapatos”. “Pude pedir auxilio a mis padres, pero preferí avanzar”.

Malviviendo en Níger oyó cantos de sirena sobre estudiar en Argelia y con dos compañeros pagó para cruzar el Sáhara en coche. Pero el conductor los abandonó la primera noche. “En el desierto y el CIE pierdes tu humanidad”. Ibrahim murió “y a nosotros nos salvó la aparición de tuaregs”.

En la península, “tras la tortura de animal de zoo en el CIE, 60 días”, dejó invernaderos de Almería “para, en Córdoba, ir cada mañana, del cajero donde dormía, a rogar a la delegación de Educación examinarme de ESO”. Primero, la francesa Inés y su familia, luego la cordobesa, María José, su marido e hija le acogieron. Con su estímulo, Sani, hoy mediador de la asociación Berakah cursa, becado, Relaciones Internacionales en la Universidad Loyola. Y desarrolla su activismo como vicepresidente de Elín. Encuentros sin fronteras.

“Que sepan los migrantes que es posible realizarse. Y los de aquí que culpan de la crisis de África a nuestros presidentes, que Thomas Sankara, Patrice Lumumba, Nkuame Nkruma fueron aplastados por oponerse al dictado de Occidente. La revolución de la juventud africana debe ser intelectual y horizontal. Emprendedores, de dentro y la diáspora nos estamos conectando y si Mandela, tras 27 años en prisión, vio caer el apartheid, lograremos que Europa, cuyo bienestar bebe de nuestro gas, uranio y coltán, nos trate de tú a tú, con respeto. Por primera vez”.

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