Las agresiones físicas y verbales contra los sanitarios, al alza en Andalucía
La sanidad andaluza sigue registrando malos datos en cuanto a las agresiones que sufren sus profesionales. Según el Servicio Andaluz de Salud (SAS), los primeros siete meses de 2022 se han saldado con 898 agresiones, de las cuales la mayoría han sido verbales. Cifra similar a la que se produjo en el mismo periodo de 2019, justo antes de la pandemia de la Covid-19. Una foto fija que demuestra que la violencia en los centros de salud y hospitales de Andalucía no disminuye y que, por el contrario, se sitúa a la altura del peor año del que se tienen registros, según la información a la que ha tenido acceso este medio. Los sindicatos reclaman más medios personales y técnicos para evitar estos episodios.
Si bien en Andalucía existe un protocolo específico para evitar que se produzcan las agresiones al personal sanitario (que no son exclusivamente médicos o enfermeros, sino también la plantilla de gestión), la realidad desmonta su eficacia. Desde que en 2020 la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía dio luz verde al Plan de Prevención y Atención de Agresiones a los Profesionales del SAS, la violencia contra los profesionales no ha remitido. Salud reconoce que en los siete primeros meses de este año 2022 se han producido 898 agresiones (168 físicas y 730 verbales). Una cifra muy parecida a la que había en 2019, justo antes de la pandemia y del protocolo aprobado. Entonces, durante el mismo periodo de tiempo, se habían contabilizado 902 (188 físicas y 714 verbales).
Esa comparación deja en evidencia la seguridad con la que pueden trabajar los más de 100.000 profesionales del SAS porque 2019 fue el año en el que más agresiones se contabilizaron desde que se tienen registros, según el Registro Informatizado de Agresiones (RIAC). Justo el año previo a la Covid-19, los sanitarios andaluces sufrieron más de 1.500 acciones violentas contra ellos, sobre todo de forma verbal. En 2020, en plena pandemia, las agresiones descendieron hasta los 1.042 casos, mientras que en 2021 volvieron a subir por encima de los 1.200. Sin embargo, la tendencia actual invita a pensar que las agresiones volverán a escalar hasta cifras históricas cuando termine este año. Una realidad que preocupa a los profesionales y que se deja ver a diario. Sin ir más lejos, el pasado 20 de agosto un hombre de 32 años agredió a varias enfermeras y se enfrentó con el personal de seguridad del Hospital Universitario de Jerez de la Frontera en Cádiz.
Aquel episodio violento, unido al de otro caso similar ocurrido también en Barbate (Cádiz) y Sevilla hace tan solo dos semanas, ponen en el foco que las agresiones crecen especialmente durante el verano y el periodo de alta frecuentación que tiene lugar en invierno. Según denuncian profesionales y sindicatos, una de las principales razones que dan lugar a estos actos violentos es que falta plantilla, especialmente en los periodos vacacionales, y no hay medios suficientes para evitar no solo que se produzcan estos hechos, sino que la atención sanitaria se pueda ofrecer de forma eficaz, evitando el colapso de los servicios ambulatorios y hospitalarios que dan pie a la desesperación de quienes acaban agrediendo al personal de la sanidad andaluza. El Plan de Prevención y Atención de Agresiones a los Profesionales del SAS pretende atajarlo desde que entró en vigor en el verano de 2020, pero no ha tenido éxito hasta el momento.
La necesidad de contar con más medios
Rosa María Martín, portavoz sanitaria de CCOO, considera que el protocolo que elaboró la Consejería de Salud está “muy bien” pero no es suficiente. “Hay que seguir dando pasos para meterse en lo que no se quiere y ahí la organización de los servicios sanitarios es básica. En verano no se pueden tener las consultas cerradas. Las personas tardan mucho en tener atención médica”. Como no hay personal suficiente en los ambulatorios, los ciudadanos “se desesperan” y acuden a los servicios de urgencias que están “taponados”. “Eso hace que las personas se pongan nerviosas y agredan. Hay que tener herramientas para ser eficaces y eficientes. Las unidades como urgencias tienen que estar las plantillas al 100%, al igual que los ambulatorios. Seguro que así las agresiones irán disminuyendo. Desde 2007 llevamos diciendo que hace falta un observatorio de agresiones. Hacen falta leyes nacionales que sancionen a los agresores”.
Al hilo de esa postura, en CSIF ponen el foco en el hecho de que no todas las agresiones contra sanitarios se contabilizan porque no todas se denuncian. “Por diversas circunstancias no se conocen todas las agresiones. Bien porque el profesional agredido no denuncia o no da parte en el propio centro, bien porque a veces ni siquiera reconoce que ha sufrido una agresión. Por ejemplo, con la atención telefónica a raíz de la pandemia, han aumentado los insultos, gritos y amenazas, y a veces esto no se identifica como una agresión. En este sentido, CSIF tiene en marcha desde el año pasado una campaña para concienciar a los profesionales de que esto también es una agresión. Igualmente, reclamamos que se aumente la seguridad en los centros sanitarios del SAS”. Además, en verano la población crece en algunos puntos de forma exponencial lo que obliga a que la protección del personal se extreme.
“Hay un caldo de cultivo perfecto para que se den más agresiones”, admite Antonio Macías de UGT. “Por un lado tenemos la falta de educación de algunas personas y por otra las largas listas de espera”. Tampoco ayuda, a su juicio, que se produzca “el abandono de muchos servicios de urgencias donde los profesionales no tienen el respaldo de nadie”. Desde UGT creen que la solución pasa, a corto plazo, por las “medidas coercitivas” contra quienes agredan. Es necesario, apuntan, que se vea que son “castigados” los agresores, pero también que se incremente el personal de seguridad en todos los centros sanitarios. Al respecto, José Sánchez, portavoz del Sindicato de Enfermería SATSE, es categórico sobre la situación de las enfermeras, el colectivo más vulnerable por el ser el mayoritario en la plantilla del SAS: “El paciente debe sentirse bien atendido y para eso hay que aumentar el número de profesionales porque en enfermería hay poco personal (hay 0,6 enfermeros por habitante en la atención primaria)”.
Al ser la provincia más poblada, Sevilla es, junto a Málaga, la zona de Andalucía en la que más agresiones se producen contra los sanitarios. Rafael Ojeda, portavoz del Sindicato Médico de Sevilla, entiende que esta realidad se debe en gran medida a que “recaen sobre los médicos todas las carencias del sistema”. Recuerda que el paciente acaba viendo al galeno como el “responsable de todo lo que le falta o sale mal”. Algo que afecta incluso a niveles tan básicos como que al ciudadano no le parezca bien el medicamento que se le quiere prescribir. Como el resto de la mesa sectorial, Ojeda cree que hace falta “castigos serios” contra los agresores para que sepan que sus acciones tienen consecuencias. “No se puede agredir a quien te cuida”, sentencia José Sánchez, del Sindicato de Enfermería SATSE.
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