Todo lo que necesitas tener para ser músico electrónico en el siglo XXI (aparte de un poco de talento)

Ser músico en la tercera década del siglo XXI se parece muy poco a lo que era serlo hace 20 o 30 años. La irrupción de las nuevas tecnologías y canales de difusión, además de los profundos cambios experimentados por la industria y la sociedad en general, han hecho que quienes se adentran en el oficio se vean obligados a actualizar sus recursos si no quieren perder el tren de los tiempos. Algo que queda muy patente en las jornadas Geeks & Chips que organiza estos días la Fundación Sgae, dirigidas a djs, compositores de música electrónica y productores, en las que se abordan aspectos clave como la sostenibilidad, los retos de la Inteligencia Artificial o el posicionamiento en plataformas.
La sala X de la capital hispalense acoge este encuentro en el que medio centenar de alumnos se sumerge en las nuevas y procelosas corrientes que atraviesan el sector. Paula Ráez, de Gabeiras & Asociados, es una de las monitoras invitadas. Su campo es el del desarrollo sostenible, que cada vez cala más hondo en la música. “Cultura y sostenibilidad se relacionan de manera dual: la cultura puede reformular sus modelos de gestión hacia prácticas más sostenibles, y al mismo tiempo prestar un altavoz de enorme alcance para hacer que la gente tome conciencia”, comenta, poniendo como ejemplos a grupos como Massive Atack, Coldplay o Billie Eilish, que se han destacado por su compromiso en los últimos años. “También podríamos citar casos como el de Björk y su instalación sonora en el Centre Pompidou, o Bad Bunny y su mensaje contra la turistificación de Puerto Rico y su defensa de los ecosistemas”, agrega.
Resulta cada vez más difícil dedicarse en esta época a la música ignorando aspectos como este o el de la igualdad, otro de los fuertes de Ráez. “Ahora tenemos el programa de becas Generadora, con el objeto de impulsar la carrera de mujeres en la producción musical, un sector como sabemos muy masculinizado. Estos días vamos a sacar a relucir esta problemática y compartir proyectos ejemplares”. Más allá de las buenas intenciones, la experta comenta que cada vez son más las administraciones que “exigen o puntúan de manera favorable” estos detalles a la hora de otorgar financiación, hasta el punto de que “pueden llegar a comprometer el equilibrio económico del sector”, aunque la realidad es que “la música y la cultura en general los está incorporando de manera natural”.
Inundación del mercado
Músico, Data Scientists y empleado en la plataforma de streaming más grande del mundo, Pandora, que da servicio a todo EEUU, Sergio Oramas es el responsable de programar los algoritmos que deciden si miles y miles de músicos y bandas llegan o no a los oídos del público. En Sevilla, su cometido es hablar de la irrupción de la Inteligencia Artificial en la música. “Soy también un músico emergente y quiero compartir lo que he hecho para impactar favorablemente en los algoritmos de Spotify o Pandora”, explica, “pero sobre todo me apetece analizar las herramientas de IA generativa que pueden usarse en producción”.
“Mucha gente está creando música con IA, hasta el punto de que se está inundando el mercado”, alerta. “Hay empresas como Boomy que han creado ya 20 millones de canciones. Son herramientas al alcance de cualquier persona, incluso aunque no sean músicos, pero resultan también interesantes para quienes sí lo son. Si se combinan con conocimiento, pueden resultar cosas muy interesantes, mejorar muchos procedimientos. En lo negativo, con la saturación, es que ahora va a resultar más complicado destacar, además de los trabajos que se pueden perder con la música de librería, para vídeos, etc”
Oramas reconoce que cada vez resulta más difícil entender a las máquinas, y concluye que “el algoritmo es una caja negra, aprende de los datos y realiza operaciones, pero no sabemos por qué hace una cosa u otra. A lo más que podemos aspirar es a interpretar su comportamiento. Pero no olvidemos que cada plataforma tiene no uno, sino muchos algoritmos, que además cambian, y resulta muy difícil prever qué puede hacer”.
Falsas promesas
Muy conectado con todo esto está el playlisting, campo del que Carlos López Casany lo sabe todo. “Trabajo en una discográfica y tengo también un sello independiente, y lo que quiero contar aquí es cómo funciona el ecosistema streaming”, comenta. “Hay muchas fórmulas para conectar con la audiencia y para llegar, la gente que hace las playlists en las plataformas, de modo que el artista pueda cuanto antes centrarse en lo importante, que es la parte creativa”.
En este ámbito, como en todo, parece tan importante dar los pasos adecuados como no cometer errores. “Lo principal es evitar las falsas promesas, como ocurría en el mundo analógico. Los piratas de siempre con distinto discurso, para entendernos. No hay que fiarse de las empresas que prometen cosas que no pueden garantizar, como que vas a estar en playlists y vas a tener un millón de streamings, o cosas así. Si te prometen resultados, desconfía. No hay una fórmula segura para el éxito, sí cosas básicas que ayudan. Y casi siempre tienen que ver con el sentido común”.
Cuando se le pregunta si es concebible hoy hacer música fuera de esos cauces, sonríe. “El músico que no quiera entrar en el juego lo tendrá más difícil para conectar a nivel digital, pero las formas tradicionales siguen ahí y siguen siendo muy poderosas, como tener un buen directo. Pero la parte digital se ha ido volviendo cada vez más importante”:
Daños colaterales
Todo esto viene afectando de muy diversas maneras a los músicos y productores, empezando por la salud mental. Lo sabe bien Rosana Corbacho, psicóloga especializada en el personal de esta industria. “Estudié en Inglaterra mientras trabajaba en sellos discográficos y con djs, y me di cuenta de que había carencias y problemas específicos. Lo más habitual para mis pacientes cuando iban a ver a un psicólogo era oír: tienes que cambiar de trabajo”.
Ahora, por la consulta de Corbacho pasan artistas que sorprenderían a muchos fans, ya sea para trabajar la prevención, los bloqueos, la ansiedad, las emociones, la profundización en valores, o gestionar el éxito o el fracaso, “ante los cuales toda la persona se tambalea”, asevera. “Todo lo que se está viviendo ahora en la música afecta muchísimo. Ha crecido la cultura del do it yourself [hágalo usted mismo], el espejismo de las redes hace creer que el éxito es muy accesible y la inmediatez se está convirtiendo en un motivo de angustia”.
“Antes, una banda creaba un disco, se iba de gira y luego sus componentes volvían a sus vidas, hasta que el proceso se repetía. Ahora están continuamente expuestos al juicio externo, vendiendo mini productos que no les dejan crear ni vivir”, concluye, y termina reconociendo que “sí, me temo que tengo bastante trabajo”.
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