Dos tortugas marinas de grandes dimensiones han aparecido muertas en Andalucía. Primero fue en la playa de La Redondela, en Huelva, el pasado martes 11 de agosto. Y justo una semana después, otro ejemplar de tortuga laúd es avistado flotando en Cádiz. En ambas ocasiones los restos fueron tratados como residuos por el avanzado estado de putrefacción. Pero, ¿son dos ejemplares diferentes o es el mismo? La duda queda junto a las similitudes, reflejadas en las imágenes captadas del reptil.
Tanto en el caso onubense como en el gaditano se trata de una laúd o dermochelys coriacea, la mayor de todas las tortugas marinas y catalogada en peligro crítico de extinción. Ejemplares que normalmente surcan otras latitudes y representan sólo el 6% de los varamientos de tortugas. Los animales presentan idénticos cordajes de pesca alrededor del cuello y las aletas delanteras. Si es la misma tortuga, habría fallado el cumplimiento del protocolo de Varamientos de Especies Marinas Amenazadas editado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Y si es diferente… una enorme coincidencia.
Ejemplar en “estado de putrefacción”
Desde la delegación de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Isla Cristina, del que depende la playa de La Redondela, informan a este periódico que una vez “personado el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) en el lugar, y como el ejemplar estaba putrefacto y no puede hacerse la necropsia, el procedimiento es tratarlo como residuo y enterrarlo”. Como se hizo, entienden, con medios municipales.
En Cádiz, fuentes consistoriales confirman la versión publicada por el digital CadizDirecto. “La tortuga fue vista a unos 200 metros de la playa de La Victoria y sacada por miembros de salvamento que lo llevaro a la arena y allí se hizo cargo el servicio municipal”, explican. Los restos, “siguiendo el protocolo, se han tratado como un residuo más”. Con dimensiones cercanas a 1,7 metros de longitud, “podría llevar días muerta por el estado de putrefacción que presentaba”, cuenta la periodista Vanessa Perondi. “Apareció además con cabos que le cubrían el cuerpo”, añade.
Ni en Huelva ni en Cádiz saben si puede ser la misma tortuga, con doble varamiento en escasos días. “La de aquí no ha vuelto al mar”, confirman desde el Ayuntamiento gaditano. Este medio ha contactado además con la propia administración andaluza, el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas y comandancias de la Guardia Civil y Policía Local. También con organizaciones como Ecologistas en Acción. Sin obtener, en todo caso, más información sobre el asunto. ¿Fue enterrada la tortuga laúd que apareció en Huelva? ¿Pudo ser devuelta al agua y arrastrada por las corrientes marinas hasta Cádiz?
“Si comparas la foto… es muy similar”
“Si comparas la foto de Cádiz con lo que vi en Huelva es muy similar”, apunta Alejandro Ávila, periodista de eldiario.es/Andalucia que sacó del mar el ejemplar varado en la playa de La Redondela. Este último extremo supondría, “si la han vuelto a tirar, una negligencia absoluta y se habrían saltado el protocolo de varamiento”. Es “demasiada casualidad”, entiende, aunque sostiene la duda por los restos de cuerdas de la primera laúd, “que al día siguiente tenía el nudo del cuello desatado y la segunda vez lo tiene otra vez hecho”.
El avistamiento en Cádiz fue casual y fueron los propios bañistas quienes dieron aviso a las autoridades. Como una semana antes. “Estábamos en la playa y mi hermana empezó a señalar algo que había a lo lejos flotando en el agua, como a unos 200 metros”, cuenta Ávila. “Me acerqué y le pregunté: ¿Qué estás viendo Carmen? Allí, aquello blanco, me dijo”.
Las olas acercaban el bulto blanquecino a la orilla hasta que el periodista especializado en medio ambiente nadó a su encuentro. “Me acerqué nadando y cuando estaba a escasos metros me quedé un poco paralizado porque se me pasaron muchas cosas por la cabeza, si podía ser un hombre ahogado, un fardo de droga o un animal o restos de una barca”. Cuando comprobó que era una tortuga marina, tiró de los cabos atados a su cuerpo y la condujo a tierra.
A partir de ahí, una llamada a los servicios de emergencia activó un protocolo que no tendría respuesta hasta la mañana siguiente, cuando agentes de la Guardia Civil se personaron en la playa y se hicieron cargo de los restos del animal.