Andalucía, la primera comunidad por población (8,4 millones de habitantes) y la segunda por extensión territorial, afronta este domingo sus décimo primeras elecciones autonómicas. En torno a 6,5 millones de personas están llamadas a las urnas. El reparto de los 109 escaños del Parlamento andaluz entre los partidos que compiten en estos comicios decidirá el color del próximo Gobierno autonómico. Pero también es la primera cita en la que se van a medir las fuerzas de los principales actores de la política nacional, que volverán a enfrentarse en urnas en los próximos meses.
Igual que ocurrió en 2015, Andalucía abre un ciclo electoral largo: municipales, autonómicas y europeas en 2019 y, quizá también generales y catalanas. Por eso el foco mediático tiene tres epicentros: Andalucía, España y Catalunya. La política nacional y la catalana están estrechamente ligadas desde el órdago secesionista, y ambas han estado muy presentes en la campaña andaluza.
Los principales candidatos a la Presidencia de la Junta (los que ya cuentan con representación parlamentaria) son la actual presidenta y aspirante a la reelección, Susana Díaz (PSOE); el líder del PP andaluz, Juanma Moreno; la coordinadora regional de Podemos y actual candidata de la coalición Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez; y el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín. En los últimos 15 días de campaña, todos ellos, excepto Rodríguez, han vinculado de algún modo el resultado de estas andaluzas con lo que ocurrirá después en las generales.
Los votos andaluces pueden proyectar una idea del grado de aceptación del breve Gobierno de Pedro Sánchez, que ha difundido sus políticas en las dos únicas incursiones que hizo en campaña. También servirán para calibrar el pulso por el monopolio del voto conservador, entre el nuevo líder nacional del PP, Pablo Casado, y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Casado y Rivera han sido los líderes nacionales más implicados en la campaña andaluzas, llegando incluso a eclipsar a sus propios candidatos. En esta escalada frenética por la hegemonía de la derecha ha aparecido un tercer protagonista en la recta final de campaña: el partido de ultraderecha Vox, que carece de representación, pero aspira a penetrar en el Parlamento tras haber aparecido como opción posible en la encuesta del CIS.
Fin del bipartidismo
Andalucía se juega mucho en estos comicios: es una región con una tasa de paro del 22,9%, con un diferencial crónico de diez puntos por encima de la media española. Doce de los 15 municipios con mayores cifras de paro de España están en Andalucía. El desempleo es la principal preocupación de los andaluces y la cifra se ha reducido en esta legislatura. Sin embargo, los sindicatos coinciden en que el empleo creado sigue siendo precario, los salarios son más bajos que antes de la crisis, y la tasa de pobreza afecta ya a una población que antes se consideraba clase media. Seis de cada diez andaluces cobra menos de mil euros al mes. El PIB nominal de Andalucía es el tercero del país, pero el PIB per capita es el tercero por la cola: 18.470 euros mensuales frente a los 25.100 de la media nacional.
En las últimas elecciones andaluzas (2015) se produjo una fractura del bipartidismo tradicional PSOE-PP tras la irrupción de dos fuerzas entonces emergentes: Podemos y Ciudadanos. Este nuevo mapa político se consolidó en las generales, autonómicas y municipales de aquel mismo año.
En estos 15 últimos días de campaña se ha publicado una veintena de encuestas y todas coinciden en que la fragmentación del Parlamento andaluz que saldrá de las urnas será aún más difícil de ordenar que en 2015. Ningún partido está en condiciones de alcanzar la mayoría absoluta (55 diputados), de modo que la conformación del próximo Gobierno andaluz pasa necesariamente por la política de pactos entre fuerzas rivales. la fractura del voto de izquierdas y del voto de derechas hace prácticamente imposible vislumbrar ese resultado para ningún partido. La última mayoría absoluta en Andalucía tuvo lugar en 2008, que fueron las últimas elecciones autonómicas de Manuel Chaves como candidato del PSOE, y en las que logró 56 escaños.
Actualmente el PSOE es la primera fuerza del Parlamento: En 2015 logró un 35,4% de votos y 47 diputados. Le sigue el PP con el 26,7% de votos y 33 escaños; Podemos, con el 14,8% de votos y 15 diputados; Ciudadanos, con un 9,28% de votos y nueve escaños; e Izquierda Unida, con un 6,87% de votos y cinco diputados. Todos los partidos y candidatos de hace tres años y medio vuelven a presentarse, aunque esta vez Podemos e IU concurren juntos bajo la coalición electoral Adelante Andalucía.
La participación va a ser clave en estas elecciones andaluzas. En 2015 concurrió un 63,94% de electores. Ahora, según los sondeos, hay tres formaciones políticas que compiten al mismo nivel, todas en torno al 20% del sufragio: PP, Adelante Andalucía y Ciudadanos. En la campaña, los candidatos han revelado ya sus preferencias de pactos para el día después de que se abran las urnas. Susana Díaz aspira a gobernar en solitario, buscando acuerdos puntuales con sus rivales. PP y Ciudadanos, que han forcejeado duramente por liderar el voto conservador, reconocen, sin embargo, que formarán un Gobierno conjunto del cambio si logran sumar 55 escaños (un horizonte que no vaticina ninguna encuesta).
Moreno y Marín están de acuerdo en impedir que el PSOE cumpla los 40 años de gobiernos ininterrumpidos en Andalucía, pero a la vez son dos formaciones que se anulan como alternativa de Gobierno, porque una crece a costa de la otra. Adelante Andalucía también se presenta como una alternativa a Susana Díaz “que no pase por las derechas”. Teresa Rodríguez ha prometido que sus votos no servirán, “ni por activa ni por pasiva”, para facilitar un Gobierno al PP o a Cs, pero tampoco entrará en una coalición con el PSOE ni ayudará a apuntalar otro gabinete a Díaz.