Hace casi 25 años unas inundaciones asolaron parte de la ciudad de Málaga. Dos años después, en noviembre de 1989, otra riada quedó en el recuerdo de los malagueños y, especialmente, en el de los centenares de vecinos de varios corralones del entorno del centro histórico que perdieron prácticamente todo lo que tenían. Tras las lluvias de 1987 y 1989 se decidió trasladar a las familias que perdieron su hogar en estos dos episodios. Se alojaron provisionalmente en viviendas prefabricadas de la Junta de Andalucía en una barriada de transición, levantada de la nada, llamada Los Asperones y que iba atener un lustro de vida útil. Hoy, Los Asperones sigue acogiendo, en las mismas casas prefabricadas, a un millar de personas en un ambiente de marginalidad y abandono ante la pasividad histórica de las instituciones que, pese a tibios intentos, no han podido desmantelar este núcleo de población.
Carmen, Dolores, Tamara, Carmen y Luisa representan el ejemplo de lo que son Los Asperones hoy. Son mujeres que participan en un Taller de Apoyo Asistencial que desarrolla Misioneros de la Esperanza (MIES) -una de las pocas ONG, junto a Cáritas, que mantiene su actividad en estabarriada-. Entre las cinco tienen 16 hijos y cuidan de un total de 25 personas. Este programa les permite, además de aprender a cocinar y llevar comida a sus domicilios, conocer otras claves para poder buscar un trabajo en una barriada donde casi ningún vecino tiene un empleo.
Tras tres meses de formación ven la vida de otra forma. Reconocen haber aprendido mucho, pero siguen sin tener esperanza en el futuro.“Yo quiero salir de Los Asperones por mis hijos”, reconoce una de ellas, aunque es la preocupación de todas las madres de la barriada. En una carta que escribieron al alcalde de Málaga, los niños de estas barriada pidieron al regidor “bancos de piedra” para poder sentarse. No querían que fuesen de metal, porque donde no hay empleo vivir de la chatarra provoca que cualquier objeto de metal sea un botín demasiado suculento, ni de madera para que esos asientos terminen devorados por las llamas. Esa carta la han escrito los mismos niños y niñas que lloran porque no pueden ir al colegio si están enfermos. La escuela es el único sitio para divertirse y, en muchos casos, el único lugar donde pueden desayunar y comer. Ahora, con el fin de curso, los menores podrán seguir alimentándose gracias a la Escuela de Verano que mantendrá las instalaciones abiertas julio y agosto.
Es la realidad de Los Asperones, pero una realidad de la que se intenta huir día tras día pese a los estigmas sociales que arrastran a sus vecinos. Hace unos años Los Asperones era sinónimo de delincuencia ytráfico de drogas. Ahora la situación se ha normalizado. “Hay más presencia policial y los vecinos quieren salir adelante”, explica Inma Montoso, coordinadora de la MIES en la barriada. “Les decimos a los vecinos que cuando acudan a buscar trabajo no digan que viven aquí”, señala Montoso, quien tras varios años trabajando en este barrio vive muy de cerca el rechazo social que, pese a estar en el año 2013, sufren sus vecinos.
Barriada de transición
El concepto de 'barriada de transición' está detrás de muchos de los problemas de Los Asperones. Sin apenas servicios, las casas prefabricadas son propiedad de la Junta de Andalucía. Aunque los vecinos están censados en ellas, no pagan ni IBI, ni luz, ni agua. Las comunicaciones por autobús no son todo lo fluidas que ellos quisieran, y para recargar la tarjeta del móvil tienen que andar más de un kilómetro y llegar a una zona residencial de VPO que el Ayuntamiento de Málaga ha construido en los últimos años. Los vecinos se quejan también del servicio de limpieza. La basura, al contrario de lo que sucede en el resto de la ciudad donde cuentan con contenedores, se deposita en grandes cubas metálicas que no se recogen todos los días.
Y esta situación se vive pese a que la barriada debería estar ya desmantelada. Los planes de realojamiento de sus vecinos se han visto paralizados con sólo una treintena de familias beneficiadas. Ahora tienen un techo en viviendas públicas donde pagan un alquiler social. Sin embargo, la crisis económica ha dejado sin fondos económicos este plan iniciado en 2007 tras la firma de un protocolo entre Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga.
El concejal de Derechos Sociales del consistorio malagueño, Francisco Pomares, reconoce que “fue uno de los mejores planes que se han puesto en marcha en toda Andalucía, porque se cogió lo que mejor había funcionado de otros planes similares”. Ahora, sin dinero para seguir adelante, se mira a Europa. Los fondos Feder incluyen la posibilidad de realizar actuaciones de este tipo para erradicar el chabolismo. Ya se ha tramitado la petición a la Unión Europea, según reconoció recientemente el delegado de Fomento en Málaga, Manuel García Peláez, aunque no se formalizará oficialmente hasta el mes de septiembre. De concederse esta subvención, se podría realojar definitivamente a las 270 familias que aún quedan en Los Asperones realizando una inversión de 10 millones de euros. Estos fondos aportarían el 80% del coste total, y conllevarían además la organización de talleres de empleo y un programa de acompañamiento familiar para facilitar la integración de los vecinos en sus nuevas barriadas.