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Sobre este blog

ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/

Gracias por su visita

Gracias por su visita
5 de septiembre de 2022 06:00 h

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Asoman tímidas las primeras nubes de septiembre y los turistas rezagados se apresuran a llenar el maletero de su ranchera de atuendos playeros todavía húmedos de alegres recuerdos, sombrillas y palas, restos de arena blanca y, sobre todo, la sensación de no haber dejado un euro de más en esta tierra antes de que caigan las ansiadas gotas que anuncian el fin del verano.

Las esculturales e infinitas playas de Andalucía reciben cada verano a millones de turistas que abandonan con la misma celeridad con que arribaron a sus apartamentos alquilados y sus habitaciones de hotel. La llegada de septiembre marca el fin de la temporada alta de nuestras playas, indómito paraíso abarrotado, otro año más, de quienes deciden disfrutar de sus días de expansión en esta tierra de sol implacable, vino a granel y precios ajustados.

Andalucía es destino predilecto de millones de personas que repiten todos los años, y de otros millones que, también cada año, descubren que aquí no se está nada mal, que este es lugar de acogida, de puertas abiertas y de mantel de papel. El cariño que demuestran se agradece. Y el mismo impacto con que golpean nuestros corazones al llegar, acompañado de jubiloso y llamativo estrépito en forma de mestizaje de acentos y ganas de pasarlo bien, lo generan también al partir, dejando tras de sí el melancólico sosiego de un nuevo otoño y ese viejo conocido vacío en nuestros corazones… y en nuestros bolsillos.

Con la llegada de otro septiembre, decenas de miles de andaluces que trabajan en la hostelería vuelcan el bote de las propinas con la esperanza de encontrar monedas bicolor y algún billete oculto

“¡Gracias por su visita!”, les gritamos, aun a riesgo de parecer servilletas. Porque con su marcha, como todos saben, expiran también decenas de miles de contratos temporales, fijos discontinuos o como carajo se llamen los papeles que indican que una gran parte de Andalucía se va al paro nada más empezar septiembre. Eso, los que tienen la suerte de tenerlos, porque hay quienes tienen menos papeles que una liebre.

Con la llegada de otro septiembre, decenas de miles de andaluces que trabajan en la hostelería vuelcan el bote de las propinas con la esperanza de encontrar monedas bicolor y algún billete oculto bajo el manto cobrizo de la calderilla que la cajera de algún supermercado tendrá la tarea de convertir en papel moneda.

Se acaba agosto y comienza septiembre. Y de Ayamonte a San Juan de los Terreros se pueden contar por decenas, si no por cientos, las localidades que viven en exclusiva del turismo de veraneo y que se ven obligadas a mandar a su gente a una hibernación prácticamente literal desde hoy hasta mayo del año que viene.

La dependencia del turismo, como todas las dependencias en la historia de la humanidad, implica poner todos los huevos en la misma cesta. Y eso sí es peligroso

Otra vez la matraca: el turismo no es malo; vivir solo de él, sí. La industria turística no es mala; que no exista otra, sí. La dependencia del turismo, como todas las dependencias en la historia de la humanidad, implica poner todos los huevos en la misma cesta. Y eso sí es peligroso.

Más industria y que no nos quiten la poca que hay. Más innovación en sectores estratégicos. El camino hacia una economía más autosuficiente, menos voluble y que genere más valor añadido será largo. Pero más largo será si no empezamos nunca. 

Gracias por su visita. Vuelvan el año que viene: de momento les necesitamos.

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ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/

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