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Gibraltar conmemora los 50 años del cierre de la Verja bajo la amenaza de un Brexit sin acuerdo

El próximo 9 de junio, se cumplirán 50 años desde el cierre de la Verja de Gibraltar, decretado por la dictadura de Franco, que quiso convertir a 30.000 gibraltareños en presos políticos pero, en cambio, como en una Numancia rediviva, les hizo consolidar su identidad. Ahora, la conmemoración de dicha efeméride puede suponer que la frontera vuelva a entornarse si no se sustancia un acuerdo regulado sobre el Brexit, previsto para el próximo 29 de marzo.

Cincuenta años atrás, los efectos colaterales de aquella medida decidida por Fernando María de Castiella -el ministro del asunto exterior, le llamaron, por su desmedido interés por el Peñón-, lo sufrieron también 5.057 españoles, que perdieron su empleo en la Roca, aunque Correos editó un sello conmemorativo para auxiliarles: algunos fueron recolocados como porteros de pisos y otros, dados sus conocimientos de inglés, pasaron a la plantilla civil de la base militar de Rota, de utilización conjunta estadounidense y de lo que queda el rastro jocoso de una caseta de feria que rememora a La Línea de la Concepción en la Bahía de Cádiz.

Ahora, de producirse un Brexit sin hoja de ruta, muchos temen otros efectos indeseables como los que afectarían fundamentalmente al tránsito fronterizo de los ancianos que cobran su pensión al otro lado de la Verja o los escolares que cruzan la Focona para estudiar con inmersión lingüística de serie.

Hoy, los puestos de trabajo que podrían perderse superan la cota de 12.000: hostelería, servicio doméstico, turismo, pero también casinos, empresas de juego on-line o, muy especialmente, sanidad y educación. De hecho, estos emigrantes españoles de andar por casa, al igual que el resto de quienes viven bajo la sombra de Calpe, ya han empezado a sufrir en sus salarios la devaluación de la libra a partir del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, un escenario que mereció el rechazo de más del 90 por ciento de los yanitos.

Ellos dijeron “yes” a Europa

Ocurrió a 23 de junio de 2016. Diversas plataformas gibraltareñas reclamaron que los electores se decidieran por la papeleta del Yes, que era la fórmula elegida para quienes apostaran por permanecer en la Unión. “Should the United Kingdom remain a member of the European Union?”. Gibraltar fue mayoritariamente partidario del IN, pero ganó el OUT. A los gibraltareños les preocupaba seriamente la perdida de derechos comunitarios que llevan acumulados desde el ingreso de Gran Bretaña en el Mercado Común allá por 1973. También les inquieta que la nueva situación restrinja sus posibilidades de movimiento o que se resientan los negocios y la vida cotidiana.

“Muchos ciudadanos británicos ejercen su derecho comunitario de vivir en España y venir a trabajar a Gibraltar todos los días, y otros se trasladan en el sentido contrario. Una salida sin acuerdo tendría enormes consecuencias en sus vidas cotidianas, en lo relativo a los pagos a la seguridad social, la sanidad, el intercambio de datos y otros muchos aspectos”, escribía recientemente Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, en las páginas de The Times.

Cuando Franco encerró a los gibraltareños

A los escorpiones de la Roca -ese era el nombre con que los británicos menospreciaban históricamente a los gibraltareños-, nada les resultó fácil. Tras el cierre de la Verja, la rama local del sindicato Transport General Workers Union libró un pulso casi heroico contra las autoridades coloniales para lograr la partida de salarios entre los trabajadores locales y los procedentes del Reino Unido. Hasta que en diciembre de 1982, el primer Gobierno socialista reabriese la Verja a efectos peatonales transcurrieron trece años en los que toda una generación creció sin ver una vaca en directo, salvo que viajaran a Surrey en los vuelos relativamente baratos que Londres arbitró para mantener comunicados a sus súbditos en esta encrucijada del Mediterráneo.

Aislados de España por tierra, mar y aire -hubo serias restricciones aéreas-, los habitantes de la Roca tenían más fácil viajar a Tánger que a Algeciras, mientras las familias separadas por el contencioso de soberanía y las arbitrariedades de un tirano se hablaban a voces desde un lado a otro de la frontera, dado que también las comunicaciones telefónicas quedaron prácticamente interrumpidas.

De ahí que Gibraltar anunciara hace meses su intención de celebrar los 50 años del cierre de la Verja enseñando a los escolares “los sacrificios de sus antepasados”. Gibraltar, según los planes del Palacio de Santa Cruz y de El Pardo, debía caer como “fruta madura”. Al contrario, sus habitantes reforzaron su condición como pueblo y se sintieron más fuertes para conseguir mayor apoyo de su metrópolis. Cuando Margaret Thatcher comenzó a rodar “Full Monty” y a privatizar a mansalva los servicios públicos, la economía gibraltareña dependía en un 85 por ciento del Ministerio de Defensa británico. Ahora, dicha aportación apenas llega al 10 por ciento. Y los trabajadores españoles fueron sustituidos por marroquíes a los que, más de cuarenta años después, el Gobierno de Fabian Picardo ha concedido, entre otros derechos, el del voto.

Elecciones en noviembre

A Fabian Picardo, el actual chief minister de Gibraltar, no sólo le preocupa el Brexit sino las elecciones a la Asamblea Legislativa que tendrán lugar en noviembre y a las que en principio se postula como ganador. Unas consecuencias adversas de la tocata y fuga del Reino Unido de la UE podrían provocar un cierto revés electoral por muy exigua que sea la fuerza de su oposición.

El Gobierno de Gibraltar, tal y como comunicó hace una semana tras las zancadillas sufridas por Theresa May en la Cámara de los Comunes, “está acelerando sus preparativos para el caso de que se produzca un Brexit sin acuerdo, tras producirse el reciente anuncio de que las instituciones del Reino Unido, y también la Unión Europea, están haciendo lo propio”. 

El Ministro Principal, Fabián Picardo, y el Viceministro Principal, Joseph García, tuvieron que viajar a Londres, donde han venido manteniendo contactos regulares con altos funcionarios de la Foreign and Commonwealth Office y el Departamento para la Retirada de la Unión Europea (Department for Exiting the European Union). No sólo necesitarán cuidar los aspectos logísticos sino los legislativos, que en cualquier caso serán sencillamente gigantescos.

El controvertido Acuerdo de Retirada suscrito en Noviembre por la Unión Europea y por el Reino Unido incluía explícitamente a Gibraltar, que figuraba de manera precisa en las provisiones de transición que permitían un tiempo muerto de un año o dos en diferentes materias. Sin embargo, el Acuerdo requiere de la aprobación del Parlamento británico y del Parlamento Europeo, una circunstancia que aún no se ha producido. 

En el caso de que el Parlamento británico no aprobase el Acuerdo de Retirada, el Reino Unido y Gibraltar saldrían de la UE sin un acuerdo. “El aumento de los preparativos tiene como objetivo implementar planes que cubran esta eventualidad”, afirmo un portavoz del gobierno calpense, consciente de que su comunidad también se encuentra limitada al no contar con representación directa en la Cámara de los comunes. 

Operación Yellowhammer a la gibraltareña

En esta cuenta atrás, Gibraltar se prepara para un Brexit sin acuerdo y ya hay directrices en esa materia sobre la emisión de pasaportes -incluyendo a las mascotas-, permisos de conducción y seguros de vehículos. Quedan muchos más, por supuesto, pero el plan B ya se ha iniciado: “Los preparativos para un Brexit sin acuerdo no implican que este escenario vaya a producirse. (...) No hay por qué entrar en pánico. Sin embargo, los ciudadanos y empresas deben ser conscientes de las implicaciones de salir de la UE sin un acuerdo para poder mitigar los posibles efectos. El Gobierno llevará la iniciativa en diversos ámbitos”, afirma Joseph García, quien añadió: “Gibraltar votó a favor de permanecer en la Unión Europea. Para nosotros, el mejor acuerdo sería una anulación de la carta del Artículo 50 y permanecer en la UE junto con el Reino Unido. Sin embargo, el Reino Unido saldrá de la UE y, si lo hace, nosotros también debemos hacerlo. Nuestros lazos históricos, culturales, políticos, sociales y económicos son con el Reino Unido, y el Brexit no va a alterar eso”.

Fabián Picardo acepta que Gibraltar ha seguido las pautas trazadas desde Gran Bretaña a través de la denominada Operación Yellowhammer, un simulacro de lo que podría resultar una salida sin acuerdo de la UE: “Tal y como expliqué al Comité Selecto sobre la UE de la Cámara de los Lores, nos disponemos a intensificar nuestro programa de implementación para la eventualidad de que no se produzca un acuerdo. Para ello, dependeremos en gran medida de la excelente labor de nuestros funcionarios públicos en la Administración, Gibraltar Development Corporation (GDC) y el Sector Público en general. Vamos a aplicar los mismos principios en nuestra planificación que se han aplicado en la Operación Yellowhammer en el Reino Unido. También vamos a colaborar más estrechamente con el Sector Privado y los sindicatos para coordinar nuestras posiciones en toda la comunidad, de modo que nuestro Plan de Acción para la Preparación Nacional (National Readiness Action Plan) se encuentre dispuesto para su entrada en vigor en el caso de que el escenario de una retirada sin acuerdo se convierta en una desafortunada realidad, la cual continuaremos trabajando para evitar”.

Gibraltar aparece reflejado en el texto del acuerdo de salida del Reino Unido, como fruto de una larga negociación que incluyó también la exigencia de garantías por parte española en torno al concepto de soberanía del Peñón. Y Picardo, tal y como aseguró ante el parlamento el pasado día 20, todavía confía en que no se trate de papel mojado: “Si se alcanza un Acuerdo de Retirada, es posible que disfrutemos de acceso [al Mercado] durante otros dos años – aunque observo que ciertos individuos no ven ningún valor en el Acuerdo de Retirada”.

Picardo sabe de sobra que las medidas de contingencia para un Brexit salvaje no serán aplicables a Gibraltar y esa es una mala noticia: “El resultado mejor y más seguro para Gibraltar en las negociaciones del Brexit es que el Acuerdo de Retirada sea aprobado por la Cámara de los Comunes y el Parlamento Europeo -reiteró Picardo-. Esta sería la mejor manera de salvaguardar los intereses de Gibraltar (...). En este contexto, también quiero reflejar claramente que nuestra posición es que los Memorándums de Entendimiento que hemos acordado con España han sido acordados en el contexto de la existencia de un Acuerdo de Retirada. Se trata de acuerdos diseñados para implementar compromisos descritos en el Protocolo sobre Gibraltar del Acuerdo de Retirada. Sin un Acuerdo de Retirada no hay Protocolo sobre Gibraltar. Sin un Protocolo sobre Gibraltar, no existen Memorándums efectivos derivados”.

No a la cosoberanía

El ministro principal de Gibraltar no tira la toalla respecto a la posibilidad de alcanzar entendimientos con España en algunas materias y a pesar de que falle toda la maquinaria de negociación del Brexit. De hecho, no descarta trabajar “con nuestros homólogos españoles la manera de adaptar acuerdos para asegurar que colaboremos para suavizar el impacto de una falta de acuerdo para nuestros respectivos ciudadanos y continuar buscando la cooperación en los términos de los Memorándums en estas importantes áreas”.

Las primeras reuniones de esta materia comenzarían este mismo mes de enero, en Londres, y a las mismas asistirían interlocutores británicos y españoles. No en balde, desde 2016, en el Campo de Gibraltar comenzó a funcionar un pequeño lobby político y económico que también pretende paliar el impacto negativo del Brexit: “La posición del Gobierno de Gibraltar es que el mejor camino para Gibraltar es permanecer en la Unión Europea.  He detectado ciertos intentos por parte de la Oposición de sugerir que preferimos el Acuerdo de Retirada a permanecer en la UE. Un absoluto despropósito (…). Nuestro camino preferido es que termine la pesadilla del Brexit. La mejor manera de que ésta termine es que se revoque la notificación del Artículo 50, tal y como la Corte de Justicia de la Unión Europea ha acordado que resultaría posible en cualquier momento antes del 29 de marzo. Una alternativa podría ser un nuevo referéndum en el Reino Unido, tal y como mencioné en julio de 2016”.

No obstante, al mismo tiempo, trabajan para el peor de los escenarios. Queda poco tiempo y mucho por hacer pero Picardo es optimista: “Estaremos preparados la mañana del 30 de marzo para dar la bienvenida a una nueva era que comenzará con tanto optimismo y positividad para nuestro pueblo como la mañana del 1 de enero 1973”.

“Además, la Comisión Europea ha declarado algo sumamente importante, esto es, que el derecho de libre circulación aplica a Gibraltar, en concreto, el derecho a acceder al Espacio Schengen sin visado”, afirma en sede parlamentaria, esperanzado en que realmente pueda ser cierto y los problemas no vuelvan a la frontera, cincuenta años después del cierre del 69.

Ahora, como entonces, los gibraltareños siguen estando del lado de Gran Bretaña y no de las propuestas españolas de cosoberanía, que han vuelto a suscitarse al rebufo de la falta de acuerdo: “Creo que ningún partido español entiende realmente lo poco realista que es la idea. Los gibraltareños no cambiarán de opinión. No nos dejaremos sobornar con el acceso al mercado comunitario. No nos dejaremos engatusar con ninguna amenaza o acción. ¿Pueden entenderlo de una vez los partidos políticos españoles? ¿Pueden olvidarse de la idea?”. Picardo no descarta siquiera que si se llega a plantear la soberanía compartida, los representantes gibraltareños cerrarán sus carpetas y abandonarán la sala.

En todo caso, en un reciente artículo publicado por The Times, Fabian Picardo matizaba este criterio taxativo: “Gibraltar nunca cederá su soberanía británica, pero deseamos mantener una relación amistosa con España, algo que debería ser recíproco. Por tanto, creo firmemente que abandonar la Unión Europea de forma abrupta después de 46 años de membresía no es una buena idea. Existen circunstancias en las que podría ser inevitable no lograr un Acuerdo de Retirada. Pero el acuerdo que tenemos sobre la mesa, por muy imperfecto que sea, es el mejor para todos”.

Picardo intentaba convencer a los parlamentarios británicos para que apoyaran la propuesta de Theresa May. Ni él ni ella, hasta la fecha, lo han conseguido. Y el reloj de arena sigue su curso rumbo al 29 de marzo.

La singularidad de La Línea

Picardo pretende ponerse de acuerdo con Juan Franco, el alcalde de La Línea, para que la conmemoración del 9 de junio cuente con actividades a los dos lados del paso fronterizo, entre la gente que sufrió en primera persona las consecuencias de aquel nuevo muro de la vergüenza.

Juan Franco,Ahora, la ciudad española más próxima a Gibraltar sigue debatiéndose en una crisis crónica que conduce a un paro estratosférico y a una pujante economía sumergida en torno al contrabando de tabaco y de droga. El pasado día 20 de diciembre, un millar de personas se echaron a las calles de esta población andaluza para reclamar su singularidad, habida cuenta de que su alcalde había llegado incluso a reclamar un insólito estatus de autonomía local similar al de Ceuta o Melilla, a fin de paliar una situación aparentemente irreversible: “Ya es hora de que nuestra ciudad deje de ser un plató de televisión, no queremos ser un escenario del oeste americano, carne de un sensacionalismo que no ha provocado que los poderes públicos dejen de tener sus brazos cruzados frente a nuestro presente y nuestro provenir. Y no vamos a permitir que nos sigan tratando desde todas partes como la Cenicienta del cuento o el Patito Feo del Campo de Gibraltar”.

Así rezaba el texto de un manifiesto que ese día leyó el bailaor David Morales: “Comprendan que estamos cansado de promesas incumplidas y queremos quitarnos de una vez ese lastre de abandono histórico al que está sometido nuestro pueblo. Llevamos casi un siglo esperando la llegada de un ferrocarril del que solo nos pusieron las vías en los años setenta. Llevamos años esperando que nos concedan una zona fiscal para tener oportunidades de trabajo, porque no queremos que nuestros hijos se tengan que ir de aquí para tener un futuro. Y sólo quedó en papel mojado. Sufrimos desde siempre las consecuencias de ser ciudad de frontera con Gibraltar sin el apoyo de nadie. Luchando solos para sacar a nuestro pueblo adelante ante la desidia de todos los gobiernos. Somos los rehenes de un contencioso que enfrenta a las grandes potencias pero que humilla a la gente normal y corriente, la que tiene que ganarse la vida sin preocuparle demasiado quién termine ganando la historia”.

“Estamos cansados de buenas palabritas y de malos gestos, de leyendas negras sin magia blanca, de que nos digan que más temprano que tarde volveremos a atar los perros con longanizas. Lo que tenemos atados son nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestro derecho a vivir en paz como diría Victor Jara”, proclamó Morales, cuyo discurso reclamó unidad de acción frente a Bruselas, Madrid, Sevilla o Cádiz a la hora de exigir un plan integral que restaure tanto su economía como su desarrollo: “La verdadera Línea es una ciudad de gente humilde y trabajadora que se levanta todas las mañanas para sacar su casa adelante. La Línea es la de los parados con dignidad o los licenciados cum laude, la de los universitarios y los chirigoteros, la de la solidaridad y el bien común, la que va a la plaza, la que sabe disfrutar o sufrir con serenidad y entereza, la ciudad que llena los cafés, la que ríe y llora con su Balona. Pero también, que nadie lo olvide, la verdadera Línea es la que lucha en primera línea contra el contrabando y el narco, contra las farolas rotas y las alcantarillas abiertas”.

Un ejemplo de dicha postración: hace años, desde Gibraltar, se sugirió la viabilidad de que Amazon pudiera instalar en La Línea un área logística como la que acaba de abrirse en el puerto de Sevilla. Dicha empresa transnacional operaba en la Roca pero allí no había terreno para almacenar sus productos. La operación parecía lógica pero no lo fue porque pesaron más los intereses políticos al considerar que sería darle carta de naturaleza al paraíso fiscal de Gibraltar y que la oferta del Peñón seguramente incluiría alguna trampa o cualquier bomba de relojería que nuestros diplomáticos suelen maliciar cada vez que se plantean iniciativas, como ya ocurriese en tiempos del ministro principal Joe Bossano.