El modelo de mujer para Franco y la extrema derecha: “española rancia”, católica y útil en el hogar
Una “española rancia”, que sea “útil en el hogar” y, siempre, “católica sin remilgos”. Así rezaban anuncios en prensa en la zona bajo control golpista de una España en guerra para promover un modelo femenino contra la “epidemia feminista” de las “rojas” que buscan “dominar a los hombres”. La “aspiración” adoctrinadora de la extrema derecha coloniza el país en la dictadura de Franco y resuena con ecos vigentes, como narra la investigación de la historiadora Virtudes Narváez
La disección de esa “nueva mujer” que propuso el fascismo patrio ha tenido lugar en la conferencia ‘Moldeando a la mujer de la nueva España. Organizaciones femeninas en la posguerra gaditana’ durante la 74ª edición de los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz (UCA). La ponencia ha formado parte del curso titulado ‘40’s puntos de vista: la posguerra franquista en perspectiva’, coordinado por los doctores en Historia Contemporánea Santiago Moreno y Carlos Píriz.
“No te pintes, no te peines, no te vistas de esta manera”. El rígido molde persigue la “sumisión absoluta al componente masculino, que siempre está en el escalón superior”, explica la investigadora. No solo que vistan con recato, sino que asuman el “sumisa y devota” como modo de vida. Y la memoria nostálgica del franquismo patalea en el discurso ultraconservador que modula todavía a la masa de extrema derecha.
“Madrinitas de guerra”
Cádiz, ciudad de retaguardia donde “no hubo guerra, solo represión”, sirve de banco de pruebas para fabricar una suerte de mujeres siguiendo “el modelo de novias nazis”. La ciudad, como otros puntos del país bajo el yugo fascista, busca en las “lindas mujercitas” a sus “madrinitas de guerra”, según la propaganda de la época, que se ocupan de los soldados buscando donativos y cubriendo necesidades, desde ropa a comida y cigarrillos que puedan enviar al frente.
“El campo de batalla del hombre es el frente y el de la mujer, el templo’, dicen. Y claro, en plena guerra más allá de Cádiz, ”las madres tienen que dar sus hijos a España, como mártires“, cuenta Virtudes Narváez. Como dice otro mensaje: ”Madres españolas, benditas seáis porque criais hijos para la Patria sin pensar en el momento de darlos al sacrificio. No olvidéis que un hijo es demasiado premio para disfrutarlo vosotras solas. Hay que compartir este regalo del Cielo con la madre de todos, tan querida, que se llama España“.
“¡Mujer española! El Nacional-sindicalismo es la aspiración de la mujer española. Católica sin remilgos. Mujer útil en el hogar. Española rancia, sin extranjerismos ridículos. ¡Arriba España!”, apela un anuncio. En aquel tiempo, del año 1923 al 48, corretean las calles gaditanas numerosas publicaciones, desde Diario Liberal a El Pueblo, de Diario de Cádiz a Renovación o Águilas y La Provincia, Libertad…
“Ateas, rojas, masculinizadas”
Ese discurso paternal cargado de patriotismo nacionalcatólico que modela la mujer ideal del franquismo no está completo sin la “campaña de desprestigio absoluto a todas las mujeres que en el periodo anterior –la democracia de la II República– se hubieran significado políticamente”, continúa la historiadora. O bien que actuaran de forma que la extrema derecha “no consideraba adecuada a su género”.
“Todas son ateas, rojas, masculinizadas”, resume. Los conservadores consideran “que han fallado a España porque no han construido ese hogar cristiano” y, de esta forma, “son consideradas como perdidas”. Y un elemento más que “lleva a la guerra civil”, según la visión fascista.
“No proclamamos el feminismo tal y como se entiende por ser antipático y grotesco”, publica un rotativo bajo la firma María de Guzmán. “Nuestras aspiraciones son de un feminismo”, continúa, que avance “sin quitar a la mujer su divina fragilidad ni alejarla del hogar”. Y escribe Sarah Insúa: “Hay países infectados por la epidemia feminista donde la mujer aspira a dominar a los hombres queriendo cambiar así la familia como si la obra de Dios pudiera ser cambiada por sus criaturas”.
Organizaciones de mujeres
Para que triunfe el discurso patriarcal resultan clave las organizaciones de mujeres. “Sin ellas el mensaje no hubiera calado igual”, apunta Narváez. Y el ramillete asociativo es diverso. Destaca la Sección Femenina de FET de las JONS, que lidera el movimiento y “toma gran protagonismo” con “muchas acciones de labor asistencial, como colectas, confección de prendas o asistencia a hospitales, entre otras.
Pero hay más: las Damas del ropero escolar, las Damas visitadoras del soldado, las Damas de la liga antituberculosa… órganos del discurso de extrema derecha que sacan dinero en la “fiesta de la flor”, cigarros para los soldados en el ‘día del pitillo’, organizan acciones ‘pro-aguinaldo de la División Azul’ y activan la recogida de oro para la autodenominada “causa nacional”, aunque “esos listados son pequeñitos, no soltaban mucho oro, según parece”, apunta la historiadora.
“Este asociacionismo de mujeres evoluciona de más pasivas en la etapa republicana a más activas en la guerra y luego a la pasividad de nuevo” en la dictadura franquista. Aunque tienen una rémora en su “carácter elitista” porque surgen de “lo más granado de la sociedad”. Un distanciamiento de clase que la extrema derecha intenta regatear con cursillos, actos, bailes… y mensajes: como “la duquesa y la obrera caminan de la mano” y “hermanita obrera, ven con nosotras que te cuidaremos”, cita Virtudes Narváez.
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