Fueron miles. Trabajaron construyendo caminos y fortificaciones en toda la costa de Cádiz. Arreglaron las calles de Rota. Fueron los esclavos del franquismo que recalaron en el campo de concentración de la Almadraba, uno de los 52 campos franquistas que hubo en Andalucía y que estos días ha saltado a primera línea de foco en unas jornadas sobre Memoria Histórica celebradas en la localidad.
Sobre ellos habla Carlos Hernández, periodista y autor de los libros Los campos de concentración de Franco, Los últimos españoles de Mauthausen y Deportado 4443. “En los campos de concentración franquistas no hubo cámaras de gas, pero se practicó el exterminio y se explotó a los cautivos como trabajadores esclavos. En España no hubo un genocidio judío o gitano, pero sí hubo un verdadero holocausto ideológico, una solución final contra quienes pensaban de forma diferente”. Hernández ha formado parte de estas jornadas para ofrecer la óptica nacional.
Su investigación está centrada en el sistema concentracionario franquista, que fue una herramienta represiva de los sublevados durante la guerra y de la propia dictadura cuando acabó. Se ha hablado mucho de las cárceles y de las unidades de redención de penas por el trabajo que construyeron el Valle de los Caídos -asegura-pero se ha hablado muy poco de los campos de concentración y de los batallones de trabajos forzados que se formaron en ellos.
“No habían sido acusados de nada”
Rota fue la ciudad elegida para las jornadas por la singularidad de su campo de concentración y porque esta población gaditana quiere dar a conocer a través de su Ayuntamiento una parte de su historia que ha sido muy desconocida hasta el momento. Por los campos de concentración franquistas pasaron entre 700.000 y un millón de personas. “Tenían en común que ninguno había sido acusado de nada, ni condenado ni juzgado. No había nada contra ellos, pero acababan allí por ser prisioneros de guerra, gente que había estado en el ejército republicano y que había sido capturada durante la contienda”, explica Hernández.
Tenían varios objetivos. El principal era investigar a los prisioneros, aunque ellos lo llamaban clasificarlos. Consistía en pedir información sobre ellos, de sus antecedentes políticos. Pedían informes sobre si eran contrarios al movimiento. Sus futuros dependían de la respuesta que llegara, que debía ser respondida por el alcalde, el jefe de Falange, el jefe de la Guardia Civil o el cura del pueblo. Si decían que era de familia católica y que le habían obligado a alistarse, lo ponían en libertad. Si era considerado peligroso, lo sacaban, lo mandaban a un presidio para ser juzgado en un juicio sumarísimo donde no se podía defender o iba al paredón. El tercer grupo, el considerado desafecto, se quedaba y con ellos se cumplían los objetivos. El proceso era de investigación, exterminio selectivo, reeducación y la formación de batallones de trabajo para usarlos como esclavos.
El papel de Rota
José Manuel Algarbani, licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Granada y en Documentación por la Universidad Abierta de Cataluña, habló sobre Rota, una ciudad clave para entender los fortines, caminos y prisiones de la provincia de Cádiz. No son muchos los roteños que conocen que en la zona de la Almadraba hubo un campo de concentración al que llegaron hasta 4.000 presos de la posguerra española con Franco en el poder. Fue sobre todo entre abril de 1939 y junio de 1941 cuando este campo de concentración estuvo activo en la localidad llegando a tener en octubre de 1939 a 4.823 prisioneros llegados de distintos puntos del país.
“Hay que poner en valor el papel cualitativo y cuantitativo de la provincia de Cádiz en este nivel represivo. Al Campo de Gibraltar van a llegar 30.000 prisioneros. Primero en mayo de 1939, después de acabar la Guerra, y los últimos se irán a finales del 44. El papel de Rota es que a partir de noviembre de 1939 se empiezan a cerrar campos y muchos pasan por el de Rota. La Segunda Región militar que corresponde a Andalucía y Badajoz, se queda con el campo de referencia. Tiene sentido porque Rota está muy cerca del proyecto estrella del estado mayor franquista: un sistema de fortificaciones que hay en toda la costa del Estrecho, por donde llegarán tantos miles de prisioneros a hacer muchos kilómetros de caminos y de búnkers y emplazamientos de artillería”, señala Algarbani.
Fortificar el Estrecho
“Franco jugaba a un doble juego ante la opinión pública internacional. Por un lado decía que las fortificaciones y las obras eran defensivas como lugar estratégico por si había una invasión de los aliados. Pero también eran ofensivas porque en documentos desclasificados se ve que la idea del Alto Estado Mayor franquista, que rompe toda la historiografía tradicional, era fortificar todo el Estrecho, conquistar Gibraltar y dominarlo para entrar en la Segunda Guerra Mundial en una posición de fuerza. De ahí la urgencia de traer a tantos miles de prisioneros aquí, para hacer cientos de kilómetros de caminos para el movimiento de tropas y movimientos de piezas de artillería”, destaca el historiador.
Otro ponente fue Santiago Moreno, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Cádiz y miembro del grupo de investigación Estudios Históricos Esteban de Boutelou. Moreno ha contado con la colaboración de José Marchena y Carlos Píriz en un amplio trabajo de investigación.
En estas jornadas se encargó de la conferencia Del paraíso al infierno: el campo de concentración de la Almadraba en Rota. “Aquí murió gente, aunque no era de exterminio. Ha estado oculto durante muchos años porque si había miedo de hablar de represión, ya hablar de esto, mucho más. Se siente miedo y vergüenza, pero esto hay que sacarlo a la luz porque forma parte de nuestra historia”, remarca.
“Tenían muy mala vida”
Moreno puntualiza que muchos de los prisioneros trabajaron en la rehabilitación de calles de Rota, lo que supuso un ahorro para la ciudad en aquella época. El Ayuntamiento actual está intentando darle visibilidad a lo acontecido en aquel tiempo y se tiene previsto señalizar la calle Calvario con alguna placa que refleje el trabajo de aquellos hombres.
“Tengo contacto con hijos de prisioneros. Era gente pobre, provenían del ejército republicano, conocían a jóvenes de Rota y los que sobrevivieron formaron familias aquí. Aunque eran jóvenes cuando entraron en el campo de concentración no vivieron muchos años porque tenían muy mala vida, con hambre y enfermedades. Solo había un médico para todos ellos”.
Aparte de Rota, la provincia de Cádiz contó con campos de concentración en Jerez de la Frontera (cortijo de Vicos), Puerto Real (zona del astillero), El Puerto de Santa María (el Penal) y San Fernando (Casería de Ossio).