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“En Podemos Andalucía hay gente huérfana del espacio político que representa Errejón”

Carmen Lizarraga, ex diputada de Podemos Andalucía.

Daniel Cela

Carmen Lizárraga (Granada, 1969) fue presidenta del grupo parlamentario de Podemos Andalucía y portavoz adjunta en la última legislatura, responsable del área económica y una voz crítica de peso en la dirección de Teresa Rodríguez. Acaba de dejar su escaño y sus cargos en la formación morada “como quien deja de fumar”. Su marcha abrupta, dos meses después de las elecciones andaluzas, ha convulsionado un Podemos sumergido en una crisis de identidad tras las dimisiones en cascada de Íñigo Errejón, Ramón Espinar en Madrid, o de ella misma y la ex diputada Mercedes Barranco en Andalucía. Su distanciamiento político con Teresa Rodríguez se hizo irreversible cuando Podemos interpretó los comicios como una señal para estar más en la calle que en las instituciones.

Usted se integró en la candidatura de Teresa Rodríguez para las elecciones andaluzas en septiembre, concurrió como cabeza de lista por Granada, hizo una campaña intensa, tomó posesión de su escaño en el Parlamento y dimitió de todos sus cargos. Todo en seis meses. ¿Qué ha pasado?

Antes de las elecciones ya había pensado irme. Pensaba que Podemos se escoraba hacia posiciones extremas y que no había corriente capaz de centrarlo. Ha sido duro, como romper con tu pareja, te convences de daros otra oportunidad y otra y otra, pero ya no lo veía. Después de las elecciones había una falta de coincidencia sobre la interpretación de los resultados y una discrepancia política muy importante. La pluralidad en Podemos es casi un adorno. Yo apostaba por más audacia política y no hubo manera…

¿Más audacia política?

Había que estar en la Mesa del Parlamento. Debimos aceptar el puesto que nos ofrecía Ciudadanos. No hacerlo fue un error importante, sobre todo porque nosotros le cedimos un puesto a ellos en el mismo órgano en la legislatura pasada.

¿En qué nota que Podemos se está yendo hacia posiciones extremas?

No es capaz de notar que hay una mayoría social que no se siente representada por la izquierda, y sin embargo, es la mayoría que más ha sufrido la crisis. No sabemos interpelar a esa mayoría porque nuestro discurso es viejo. ¿Quién ha ganado las elecciones? La abstención con un 40%. La gente no se siente representada en las instituciones, eso tenemos que hacérnoslo mirar, en lugar de llevar a cabo el repliegue identitario. Decimos: “Somos más nosotros que nunca”; pues a lo mejor hay que ser menos nosotros que nunca.

Usted lideraba el errejonismo andaluz. ¿Qué es el errejonismo para usted?

Íñigo Errejón siempre ha defendido una idea transversal de Podemos que yo comparto. La idea, también, de interpelar a la sociedad en su conjunto, de poner una agenda social que incluya a toda la población. Y, sobre todo, de que la izquierda tiene que buscar un horizonte común, igual que las derechas se cuadran ante dos o tres objetivos comunes. No podemos pensar que hay una única izquierda que tiene la verdad absoluta. La clase trabajadora, ese 80% de personas que vive de su trabajo, no se siente interpelada por las propuestas de los partidos tradicionales de izquierda.

¿Existe hoy esa corriente en Podemos Andalucía?

En Podemos Andalucía hay gente huérfana de ese espacio político que representa Errejón y que está esperando. El errejonismo andaluz existe, porque existe ese conjunto de personas con esta sensibilidad; otra cosa es que esté organizado.

¿Ha hablado con Errejón tras su dimisión?

No. Me mandó un abrazo y yo se lo devolví.

La dimisión de Errejón y de Ramón Espinar en Podemos Madrid, su dimisión, la de Mercedes Barranco, la de Begoña Gutiérrez, la de Alberto Montero… ¿tienen una raíz común?

Claro, hay un conflicto político común. La obediencia en Podemos no puede estar por encima de todo. A veces, lo que es bueno para el partido no es bueno para la sociedad.

¿Por ejemplo?

No presentarse a las municipales como Podemos se consideró como algo bueno para el partido, pero quizá debimos preguntarle primero a los inscritos.

Esa decisión es de 2015. Errejón acaba de decidir justo lo contrario: concurrir a las autonómicas con una marca distinta a Podemos [Ahora Madrid]

Porque él cree que para la sociedad madrileña es bueno que haya una opción política que sea más ancha que Podemos, porque Podemos se está estrechando. Y yo también lo creo. Cuando te repliegas ideológicamente, te estrechas. Hay que abrirse y ensancharse.

La confluencia de Adelante Andalucía partía de esa premisa de Ahora Madrid y no parece haber funcionado. ¿No hay una contradicción ahí?

Es que Andalucía y Madrid son diferentes. Yo apoyé la confluencia de Adelante Andalucía, hubiera sido peor ir por separado. Creo que amortiguamos el resultado, pero seguimos sin llegar a la abstención. Con nosotros se dio una paradoja política: el cambio sin cambio. Nuestro programa se trabajó muchísimo pero, si salía Susana Díaz, ¿qué íbamos a hacer? Dijimos al electorado que nunca dejaríamos pasar a las derechas, pero de lo que más ganas tenía la gente era de echar a Susana Díaz.

La alianza de Podemos e IU en las generales (Unidos Podemos) perdió un millón de votos. La confluencia andaluza ha perdido 300.000 votos. ¿Hay que mantener la fórmula para las municipales y autonómicas de mayo?

Yo sí creo que hay que abrir los partidos. La nueva política trajo un sistema de representación mixto en el que los inscritos podían participar más en la toma de decisiones. Eso se está perdiendo.

En su carta de dimisión dijo que la pluralidad en el Consejo de Coordinación de Podemos Andalucía es un “adorno”. La ex diputada Mercedes Barranco dice que la “disidencia es funcional e inútil”. ¿Cómo debaten ustedes internamente?

Da igual que exista o no exista el debate interno en Podemos, el problema es que Podemos no tiene debate con la sociedad. Nosotras defendíamos hacer más consultas a los inscritos…

Pero ha habido consultas. Ha habido primarias para decidir quién lideraba el partido y la candidatura, y en ambas les ganó Teresa Rodríguez.

¿Esa es la consulta única que tienes que hacerle a la gente? ¿Las primarias? ¿Qué hay de las prioridades programáticas?

¿Cree que el problema de Podemos está en el programa?

No, pero que cada vez sea un programa más cerrado sí lo es. Que las decisiones se tomen en un ámbito cada vez más reducido dentro de Podemos sí es un problema. Y si además ese ámbito reducido pertenece a la misma sensibilidad política, llámese Anticapitalistas, corres riesgo de caer en el sectarismo.

¿A esto se refiere cuando dice que Podemos ha pasado de dirigirse a una mayoría social a hablar sólo a los convencidos?

Eso es. Yo digo una cosa pensando en los que ya están convencidos, pero no digo lo que realmente pienso, porque nos crea un conflicto, aunque sea lo que piensa la mayoría. No se qué ejemplo ponerte…

Por ejemplo: ¿defender un acuerdo político con PSOE y Ciudadanos para evitar que la extrema derecha sea decisiva en el nuevo Gobierno andaluz?

Eso podría ser un ejemplo. Eso de ninguna manera se admitiría, aunque fuera bueno para la sociedad en un momento determinado. Pero, hombre, consúltalo a los inscritos, ¿no?

Barranco ha escrito que sintió vergüenza cuando votó con Podemos en contra de la nueva Ley andaluza de Igualdad porque “traicionó su compromiso feminista”. ¿A usted la disciplina de voto también la ha llevado hasta ese límite?

No. Yo ahí no tuve ese problema. Sí dije que teníamos que apoyar la Ley de Igualdad, pero no llegué a sentir vergüenza por votar en contra. Eso sí se debatió, pero ganó la posición del no. Fue un error, otra vez, del maximalismo político. A lo mejor es que algunos nos conformamos más. Pero otro problema de Podemos es que tiene que aprender a sumar: tienes 15 diputados ó 17. Si quieres lograr algo, tienes que sumar tus votos a los de los demás. Podemos no puede ser siempre la aldea gala de Astérix y Obélix, que le da igual todo y va siempre a lo suyo. Que no intenta lograr nada, sino tener posiciones firmes. Es una opción, pero no era la mía.

¿Esta crítica a la dirección de Teresa Rodríguez es común a la que recibe Pablo Iglesias?

En parte sí. Está relacionado con la falta de apertura y con el maximalismo político, con ese discurso hacia adentro, para los convencidos.

Dice que una corriente crítica no subsiste en Podemos, porque nadie la escucha. ¿Es que el único camino de los críticos dentro de un partido así es salirse?

No lo sé. Esa reflexión la hace usted, yo tendría que pensarlo. No tengo una respuesta ahora mismo. Pero... por lo menos hay que salir fuera a tomar el aire.

¿Cree que la crisis interna de Podemos le puede afectar a sus socios de IU?

Nosotros estamos más a la izquierda que IU, y en Podemos estábamos empezando a tener la sensación de que IU nos centraba. Y eso me preocupa. De todas formas, cuanto más hablemos de nosotros, menos hablamos de la agenda social, y eso le perjudica a toda la izquierda. Estamos perdiendo tiempo para encontrar ese horizonte común en el que podríamos ofrecer la alternativa en un momento peligroso de recortes de derechos humanos, donde al humanismo se le empieza a llamar buenismo.

Ese horizonte común en la izquierda, ¿incluye al PSOE?

Habría que preguntarles a ellos si están dispuestos a algún tipo de apertura. Hubo muchas posibilidades de entendimiento durante toda la legislatura pasada, pero fue como darse contra un muro de hormigón. Y eso al final perjudicó a las dos fuerzas.

¿Ve viable que PSOE y Adelante Andalucía se entiendan más ahora que comparten oposición?

Mire, me pueden matar por decir esto, pero creo que en el horizonte común de la izquierda debe estar Adelante Andalucía y el PSOE. Ahora, también le digo que el PSOE no ha estado ahí, han estado con Ciudadanos, con el Ciudadanos de Vox. Y votaron la reforma del artículo 135 de la Constitución. Esto está en su historia.

¿Cuál es el futuro de Podemos?

Podemos es más necesario que nunca, porque no se están resolviendo los problemas de la gente, y eso es lo que decíamos en el 15M. Podemos es necesario como proyecto, tanto para la representación institucional como para otras fórmulas de activismo. Para cuestionar todo.

¿Ha hablado ya con Teresa Rodríguez?

No.

¿Y con Antonio Maíllo?

Sí, el mismo día que se publicó la carta de dimisión me telefoneó.

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