Un punto de referencia, un arquetipo que poder imitar y reproducir. Eso es un modelo, y tanto en la pequeña como en la gran pantalla, a menudo no es fácil encontrar alguno femenino más allá de los rostros bonitos que dan bien a cámara. Y es que no son muchas las mujeres que pueden dedicarse al sector audiovisual; como las meigas, sin embargo, haberlas, haylas.
Directoras como Josefina Molina, Icíar Bollaín, Chus Gutiérrez, Isabel Coixet o Gracia Querejeta son la prueba viviente de que existen, pero lo cierto es que las películas dirigidas por mujeres apenas representan un ocho por ciento de la producción española. En guión, la presencia femenina asciende al 15 por ciento y en producción llega apenas al 10.
En Andalucía, las cifras se reducen aún más, y ello a pesar de que el 65 por ciento de las personas que se licencian en estudios audiovisuales en la comunidad autónoma son mujeres. “Quieren dedicarse al cine, pero después se encuentran con una brecha de género insalvable”, comenta a CineAndCine la cineasta Oliva Acosta ('Las Constituyentes'), presidenta de la recientemente creada Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales (AAMMA).
Esta surgió hace unos meses a raíz de la iniciativa de un grupo de socias de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) que vieron la necesidad de constituir una organización independiente de carácter regional. “No ha habido ningún problema o conflicto, sino una demanda”, especifica la gaditana, representante durante años de la delegación andaluza de la asociación estatal.
“No teníamos ni sede ni entidad, y sin esa entidad no sabíamos cumplir con los objetivos de CIMA”, añade Acosta, haciendo hincapié en la “necesidad de concreción” que existía en una comunidad donde han encontrado al Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) al mayor aliado para transformar una situación de desigualdad cuya dimensión real se desconoce.
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