Cuando la RAE rechazó a Emilia Pardo Bazán, Córdoba le dijo sí
Emilia Pardo Bazán ganó la batalla contra la Real Academia Española (RAE). Poco importan las razones que esgrimiera la entidad cuando la rechazó como académica por ser mujer, y los posteriores intentos por enmendar aquel error. Por propio derecho, por su aporte intelectual, artístico y social se ha convertido en un personaje clave de la literatura universal que fue, a pesar de sus detractores, nombrada miembro de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. La ciudad andaluza la acogió defendiendo su integridad como escritora, y ella, agradecida, le envió las siguientes palabras en una misiva: “Esta academia ha dado una lección a la otra. Esperemos que dentro de algunos años las ideas se habrán modificado, al impulso de las que ya en Europa se extienden de un modo tan avasallador”.
El texto, fechado en 1913, fue enviado al director del museo de Bellas Artes y académico Enrique Romero de Torres. Perteneciente a una larga saga familiar relacionada con la flor y nata de Córdoba, de la cual destaca el pintor Julio Romero de Torres, la relación se inició gracias al acercamiento que hubo entre su hermano y la novelista, quienes compartían intereses artísticos. El tesoro documental del linaje del siglo XIX lo custodia el Archivo Provincial de Córdoba, en cuyos legajos María del Mar Ibáñez Camacho, archivera de la institución, encontró unas pistas que descubrían el misterio de cómo se logró que Emilia Pardo Bazán se convirtiera en académica en 1912.
Dos postales y una carta para mostrar su agradecimiento a Córdoba
“Entre la documentación de Enrique, encontré tres cartas que Emilia le había enviado, dos postales que le mandó desde Galicia y otra por haber entrado en la Academia de Córdoba”, relata la investigadora. Una escena campesina en Mondariz y la vista desde una ventana de su pazo eran las ilustraciones que decoraban el reverso de las epístolas, mientras que el papel orlado en negro daba a entender la reciente viudez de la autora. “Al principio, no presté mucha atención, ya que la correspondencia de la familia es muy rica, pero dado que es el centenario del fallecimiento de la escritora, la carta me resultó muy interesante porque se sabe que intentó en muchas ocasiones, con vehemencia, entrar a la RAE y no se le concedió por su condición de mujer, aunque los méritos literarios e intelectuales sobrepasaran de sobra los requerimientos”.
El título dado se conocía, pero el transcurso de los hechos ha quedado desvelado a raíz de las pesquisas hechas por Ibáñez Camacho. “Hasta ahora se desconocía quién había hecho la propuesta y las circunstancias del nombramiento, por lo que saber que una Academia modesta como la de Córdoba, en referencia a que es de provincia, la nombrara con aclamación es significativo, sobre todo, al mostrarse indignados con la postura tan terca que mantenía la RAE”.
Emilia Pardo Bazán murió el 12 de mayo de 1921. Este año, dedicado al aniversario de su fallecimiento, han sido numerosas las piezas que se han escrito en su recuerdo, además de las palabras ardientes que le dedicara el escritor canario Benito Pérez Galdós en las misivas que han salido a la luz en los últimos tiempos. Con ello, la RAE le dedicó el 13 de mayo una disculpa pública -y póstuma- a la escritora gallega, diciendo que “lo mereció de sobra” y dedicándole de forma simbólica el sillón número 47 de la institución.
La razón que esgrimía la RAE a principios del siglo XX, con unas punzadas afiladas por la moralidad, era que “por los acuerdos reglamentarios de 10 de febrero de 1853, de 28 de marzo de 1912 y 2 de abril del mismo año disponen terminantemente que las Señoras no pueden formar parte de este Instituto”. Estupefacto, Enrique Romero de Torres le escribió al entonces conde de Romanones: “Existe el precedente de que a finales del s. XVIII otorgó el título de académica honoraria a la noble dama doña María Isidra Quintina y de la Cerda”. La intelectual, que descansa en Córdoba, recibió la cátedra honoraria de la Universidad de Alcalá y su título de Académica Honoraria de la Real Academia Española. Entonces, ¿qué pasaba con la escritora gallega?
La RAE nombró a la primera académica en 1979
La polémica, servida en bandeja a la prensa de la época, tuvo a sus defensores y detractores a ambos lados de la escena española, aunque algunos términos alcanzaran cotas un tanto ofensivas, como las palabras que le dedicara el cordobés Juan Valera al calificar a Emilia de “esa sandía con patas”. Las ampollas que levantaba la actitud de la escritora tanto por su carácter como su determinación por ser independiente tanto en la cama como en la economía hacían recelar a sus contemporáneos. A pesar del prejuicio machista de sus coetáneos, encontró en Córdoba un apoyo unánime a su causa.
Entre las páginas de la prensa publicadas por aquel entonces, María del Mar Ibáñez encontró unos párrafos que transcribe en el artículo Emilia Pardo Bazán sí fue académica, en la revista Andalucía en la Historia. Ricardo de Montis, periodista oriundo de Córdoba, escribió en 1913 que “es digno de mención el hecho de que, apartándose de la tradición seguida por la mayoría de estas corporaciones, abriera sus puertas a la mujer para la que hasta ahora, en España, han estado cerradas las de casi todas las academias e incluyera en las listas de académicos correspondientes el nombre de la ilustre escritora doña Emilia Pardo Bazán”.
Ibáñez destaca las líneas que le envió la aristócrata a Enrique Romero de Torres cuando supo que había sido distinguida con tal honor: “Privadamente reciba usted mi gratitud y téngame por su admiradora”, le contestó. “Además, la condesa pregunta si tiene medalla o distintivo porque le era grato poder usarla alguna vez”. A lo cual, la Academia decidió en reunión conjunta y dejó expresa en el acta: “acuérdase por unanimidad regalar a la ilustre dama las insignias de la Academia y expedirle gratuitamente el título correspondiente”.
“Estaba muy emocionada, fui tirando del hilo y al encontrar las cartas de Emilia Pardo, también sentí mucho orgullo de que una ciudad modesta como la nuestra fuera socialmente más progresista y avanzada, teniendo en cuenta que la RAE no admitió a ninguna mujer hasta 1979, cuando a la muerte de Miguel Mihura nombraron a la poeta Carmen Conde”, declara la archivera. La Academia de Córdoba fue pionera en este sentido porque, siendo Emilia Pardo Bazán quien inaugurara la entrada de las mujeres a la orden, una investigación de la historiadora María José Porro Herrera recoge en el Boletín de la Academia el impulso por la igualdad que manifestó la institución cuando incluyó también a Rosario Vázquez Angulo, Camelia Cociña Riveira y Carmen Martel y Arteaga como miembros de pleno derecho en los años venideros.
La documentación está digitalizada y la archivera anuncia que, lo más probable, es que esté disponible a finales de verano en la plataforma @rchivaWeb de la Junta de Andalucía. Investigadores, curiosos y el público en general podrán acercarse, desde cualquier lugar del mundo, a descubrir qué otras palabras quedan por descubrir en el archivo de la familia Romero de Torres.
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