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Blas Infante: crisis de confianza
Querido don Blas, querido Padre de la Patria andaluza:
Permítame que le siga hablando de usted a pesar de lo que lo frecuento pero no me puedo permitir el tuteo por el respeto que le profeso. Respeto con el que me atrevo a decirle en esta carta, con motivo de su aniversario, que usted es un padre incómodo. No se enoje, muchos andaluces lo queremos, pero usted es incómodo, muy incómodo.
El sábado estuve en la Gota de Leche , donde usted falleció. Lo asesinaron, pero comprendo que le perturbe que se lo digan. Más usted, que pudo mirar a los ojos, en la camioneta que lo condujo desde el Cine Jaúregui a la carretera de Carmona, a los falangistas que lo iban a fusilar, a fallecer. Un trayecto duro. Qué calor hacía. Este año hace menos, don Blas.
Había bastante gente, pero los de siempre. Más mayores, restos de decenas de naufragios políticos, también jóvenes, pero, si me lo permite porque era su día, mucha poesía, alguna prosa, discursos antiguos y poca acción. Mucho andalucista de salón y de emoción.
Lo del Parlamento ha sido insoportable, don Blas. Dicen desde esa institución por la que tanto peleó que usted “falleció por fusilamiento”. Insisto, es duro decirlo, pero a usted lo asesinaron. Pero qué se puede esperar. En ese Parlamento, el 90% de sus señorías de ellos no superarían el primero de bachiller de Infante. Usted es incómodo, republicano, federalista, de izquierdas, laico. No sigo con otras cosas que usted y yo sabemos, querido amigo, porque esta carta igual acaba sabiéndose y mejor no hablar de todo.
La gente está que trina con lo del fallecimiento. Como si antes usted hubiera tenido mejor trato. Ahora dicen que el error de, -bueno no le explico lo de twitter porque es largo-, que dicen que es porque está en el Parlamento la extrema derecha. Lo sabrá porque sé que habla con más gente. La ultraderecha está en el Parlamento y no ha entrado a caballo. Ya me sé su respuesta: lo han decidido los andaluces. Bien, estoy de acuerdo, pero ese no es el problema, sino que la derecha que se dice constitucionalista (aunque no condena el golpe contra la Constitución republicana), se ha puesto en el papel de caballerizos de la extrema derecha; el presidente, caballerizo mayor, y el vicepresidente, caballerizo menor.
Para atacarle dicen sus ofensores que usted, además, era musulmán. Casa bien con la ideología ultra, la que trajo 100.000 moros de carne de cañón golpista. Ya sé que no cree en la resurrección pero algunos parece que la temen. El sistema educativo está fatal, se sigue confundiendo árabe, cultura islámica, con profesar la religión musulmana. Qué le voy a decir. No se enfade pero una de sus hijas me contó en confianza que en Coria, cuando lo detuvieron, los falangistas le decomisaron dos jamones de Jabugo que se llevaron liados en papel de periódico, de El Liberal concrétamente. No debe ser usted muy creyente. Si vuelve, don Blas, no podremos tomarnos unas manzanillas en El Punto de la Puerta Osario. Ha cerrado pero algo encontraremos.
En Sevilla hace calor pero menos que aquel agosto en el que falleció. Hay más procesiones, y de toros, ni hablamos. Que no se lo cree, pues échele lo que hay que echarle y resucite. Cornetas y tambores por doquier y curas. Ahora los políticos van a todas las procesiones, los de derecha y los de izquierda. No venga que le va a dar un jamacuco. Eso que usted decía de la separación Iglesia-Estado se lo toman a cachondeo. Lo normal es ver al Presidente o a un alcalde, pongamos de Sevilla, con la vara. De la Andalucía laica que usted defendía ni rastro.
Lo del Parlamento ha sentado mal. Tiene usted un busto delante de la antigua iglesia. Algunos dicen que el Parlamento de ahora está intimidado por la extrema derecha pero yo creo que no, que lo que tienen es miedo escénico. Otro día se lo explico: es una expresión de un filósofo del balompié. Lo que tiene al Parlamento paralizado de canguelo es la presencia cercana de la tumba de Gonzalo Queipo de Llano en la Macarena. Intimida.
Lamento decírselo don Blas. El que dio la orden de su fallecimiento está enterrado en la Basílica de la Macarena. Que no se lo cree, pues venga. Le enseño, de camino, el lienzo de muralla donde daba cafelito a los leales a la Constitución. Enfrente, cagados, los presidentes socialistas, de Izquierda Unida y ahora de Ciudadanos, ante la presencia intimidatoria de los restos del virrey. Y de las presidencias de la Junta de Andalucía ni hablamos: cagado/as. Ni con la Ley de la Memoria Histórica.
Insisto, es usted un padre incómodo. Pero es el que necesitamos: republicano, federalista, ecologista, feminista, antirracista. Por cierto, el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, ha tenido la feliz idea de financiar exhumaciones en Pico Rejas. Ya sé que no puede hacer nada, pero si mandara alguna señal vendría bien.
Me despido, don Blas. Por cierto, en la Gota de Leche estaban sus nietos. Son grandes. Javier se parece mucho a usted. Le decía al principio que es un padre incómodo, no lo sabe bien. Ya lo dije antes, un padre de Andalucía que pide república federal laica, justicia social y acabar con la corrupción encima.
Usted no puede volver. Le da a la dirigencia política de su país que es el mío, una alferecía. Imagine, sea Moreno Bonilla o Susana Díaz, que usted vuelve y se va a ver a los presos catalanes a Lledoners. Pues eso es lo que usted hizo, se fue al penal de El Puerto de Santa María, con dos, a ver a Lluís Companys. No saben cómo defendía usted la república federal para España, en la que Andalucía fuera un estado más, como Companys para con Catalunya. No vuelva que la cosa está que arde.
Mi respetos , don Blas. Un abrazo fuerte y andalucista.
Querido don Blas, querido Padre de la Patria andaluza:
Permítame que le siga hablando de usted a pesar de lo que lo frecuento pero no me puedo permitir el tuteo por el respeto que le profeso. Respeto con el que me atrevo a decirle en esta carta, con motivo de su aniversario, que usted es un padre incómodo. No se enoje, muchos andaluces lo queremos, pero usted es incómodo, muy incómodo.