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Si tú me dices Wert, lo pierdo todo
Parafraseando al poeta Blas de Otero, entre enfermedades y catástrofes así te veo, LOMCE, así te encuentro. En medio de un país en el que un joven de 23 años muere desnutrido en una calle y se desahucian a personas sin recursos mientras las más altas esferas perpetran una orgía de dinero y corrupción... así te veo, LOMCE, así te encuentro.
Este jueves muchos ciudadanos saldremos a la calle a intentar parar esta nueva ley que no viene sino a incrementar las desigualdades sociales en nuestro país, para dejarnos a los que no tenemos recursos en el sitio del que nunca debimos salir y asegurar el futuro de los que, según estos que nos gobiernan, se lo merecen.
Aunque, bien mirado, ¿qué esperábamos? Me gustaría encontrarme estos días con aquellos parados que me dijeron que votarían al PP porque son los que tienen el dinero e iban a generar trabajo. Espero que lo hayan encontrado y que les dé tiempo a cotizar 40 años. Yo no soy rencorosa.
Se ha escrito mucho sobre la LOMCE y casi nada bueno. Creo: no suelo leer La Gaceta o la Razón. No creo que yo vaya a aportar nada nuevo, pero sí me gustaría decir que la huelga de mañana no es para luchar por los profesores, ni por los estudiantes, ni siquiera por las familias de estos últimos: es para luchar por toda la sociedad, porque la Educación es tarea de todos y nos afecta a todos los ciudadanos.
¿Cuáles son mis motivos? Muchos. El más importante, ya lo he dicho, el ensanchamiento que esta ley favorecerá de la brecha entre clases sociales en el país, el ataque a la igualdad de oportunidades.
Y no es sólo que, además, los alumnos tengan que elegir un futuro profesional cuando aún no tiene madurez para hacerlo; ni siquiera el hecho de que si un alumno elige un perfil científico, cosa que por otra parte fomenta esta ley que ningunea a las Humanidades, no escuche nunca hablar de hechos históricos como, por ejemplo, la Revolución Francesa, las oleadas revolucionarias de 1820 a 1848, la crisis de 1929 o la evolución y triunfo de los totalitarismos… Al fin y al cabo, ¿qué necesidad hay de que nuestros jóvenes sepan que hubo un tiempo en el que el pueblo se rebeló contra la minoría gobernante? ¿O de que sepan reconocer un cierto avance del totalitarismo y recordar las consecuencias que tuvieron los anteriores? Eso son cosas de rojos…
No es sólo que pretendan reducir al mínimo la educación tecnológica, ni que equiparen la educación religiosa, en su religión, claro, con asignaturas como Lengua, Ciencias o Música. Eso sí, esta educación religiosa no será adoctrinante como la malvada Educación para la Ciudadanía de los anteriores; anda ya, mujer. Como dice mi amigo JoseRa, mientras no nos dejen pensar en sus iglesias, que no vengan a rezar a nuestros colegios.
No es sólo que la Universidad Pública dejará de serlo tanto porque muchas familias no tendrán posibilidad de pagar las tasas.
Son estos detallitos y otros más sin importancia y toda la ideología que subyace en este despropósito que se aprobará como ley de mejora educativa. Ideología que se resume como en aquel libro de Orwell: todos los españoles somos iguales pero algunos españoles son más iguales que otros.
Estaremos mañana en la calle. Estaré como madre, como profesora universitaria, como ciudadana, porque ya está bien. Nos están robando el presente e hipotecando el futuro.
Yo también quiero una educación pública laica y de calidad.
“Una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran resultado”. Charles Baudelaire
Parafraseando al poeta Blas de Otero, entre enfermedades y catástrofes así te veo, LOMCE, así te encuentro. En medio de un país en el que un joven de 23 años muere desnutrido en una calle y se desahucian a personas sin recursos mientras las más altas esferas perpetran una orgía de dinero y corrupción... así te veo, LOMCE, así te encuentro.
Este jueves muchos ciudadanos saldremos a la calle a intentar parar esta nueva ley que no viene sino a incrementar las desigualdades sociales en nuestro país, para dejarnos a los que no tenemos recursos en el sitio del que nunca debimos salir y asegurar el futuro de los que, según estos que nos gobiernan, se lo merecen.