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Granada: fecunda enemistad
Si torres más altas han caído, mucho ha tardado el ex alcalde de Granada, José Torres Hurtado, en hacer lo propio. Pero es lo que tiene ser un político de perfil bajo -en todos los sentidos de la expresión- que se comporta como los tentetiesos, que por mucho que les zurres la badana siguen manteniéndose erguidos. Hasta que llega el primo bruto y lo tira de una patada en el cubo de la basura no reciclable. En este caso, el primo ha sido su presunto compañero y eterno heredero, Sebastián Pérez, que no ha calculado bien la potencia de la patada a seguir y se ha trastabillado en el intento, dando con sus huesos de nuevo en el banquillo de los reservas. Y es que Hurtado es mucho Hurtado (y muy Hurtado, que diría Rajoy) y como el Cid, todavía ha ganado la batalla después de muerto, exigiendo al PP su cabeza si querían la suya en un cestillo.
Pero como bien está lo que bien acaba, los vecinos de la ciudad tenemos que agradecer a ambos su fecunda enemistad personal y su ansia viva, que nos ha librado de soportarlos a ambos durante otro largo trienio. Porque puestos a hacer balance de la trayectoria de los trece años de Pepe Torres como presunto alcalde y presunto delincuente, la biografía nos daría sólo para un folio por una sola cara y en letra muy gorda. Entre sus grandes logros, que se pueden contar con los dedos de una oreja, está haber convertido Granada en la capital europea del botellón, con 30.000 jovenzuelos y jovenzuelas folgando a sus anchas cada inicio de primavera por nuestras calles, convertidas, a base de micciones, en los meandros del Orinoco.
Su otro gran triunfo es la reordenación del transporte urbano capitalino, la llamada Línea de Alta Capacidad, una denominación acertada ya que el invento tiene una altísima capacidad para generar pérdidas y aún mayor para suscitar el cabreo de los usuarios, que ahora tenemos que coger tres autobuses cuando antes nos bastaba con uno. Es lo que tiene viajar en coche oficial con las lunas tintadas, que no te enteras de la misa la media.
Granada, Terra Mística
Pero no todo ha sido malo, que a cambio de privatizaciones y venta de suelo al peor postor, también hay cosas positivas, como el auge del turismo religioso y la promoción de todas las romerías, procesiones, ofrendas y novenas, que han afianzado a Granada como el parque temático más conocido de España: Terra Mística. Por no mencionar el Festival de Cine Retro y las funciones de Zarzuela durante las fiestas del Corpus, que dan idea de por dónde van los tiros.
En resumen, que ha sido un alcalde al que no se le echará de menos, aunque también es cierto que no se le echará de más, que su retrato en la galería de alcaldes se podría sustituir fácilmente por el de un gato de porcelana. Nadie lo iba a notar.
A su favor diré que nunca dejaré de agradecerle que vele por nosotros pecadores, y que aun después de ser ajusticiado (política y judicialmente), nos haya librado de Sebastián Pérez hijo. Porque si Torres ha sido un alcalde inane, el sucesor venía con ganas de hacer cosas, con el peligro que eso tiene. Que su foto en la galería de los regidores bien podría haber sido la de King Kong en un día sin plátanos.
Porque Pérez Ortiz es hijo de Pérez Linares, afamado gobernador civil y secretario general del Movimiento, y está empeñado en reivindicar a su progenitor y lo que representó, cosa que lo honra a él, pero a mí me da mucho canguelo. Por no hablar de asuntos místicos, que podrían ponerse peor (si ello fuera posible) ya que el senador Pérez es más de portar santos que de verlos procesionar.
Por todo ello no me queda más remedio que desear a Pepe Torres, llamado ‘El Tractorista’ (por su pasado campestre y estudios de perito agrícola), la mejor de las suertes con sus asuntos judiciales, porque no creo que metiera la mano en el cajón, pero tanto constructor haciéndole zalamerías debería haberle mosqueado. Bastaba con acudir algún día a su despacho. Que lleve tanta paz como la que aquí deja.
Si torres más altas han caído, mucho ha tardado el ex alcalde de Granada, José Torres Hurtado, en hacer lo propio. Pero es lo que tiene ser un político de perfil bajo -en todos los sentidos de la expresión- que se comporta como los tentetiesos, que por mucho que les zurres la badana siguen manteniéndose erguidos. Hasta que llega el primo bruto y lo tira de una patada en el cubo de la basura no reciclable. En este caso, el primo ha sido su presunto compañero y eterno heredero, Sebastián Pérez, que no ha calculado bien la potencia de la patada a seguir y se ha trastabillado en el intento, dando con sus huesos de nuevo en el banquillo de los reservas. Y es que Hurtado es mucho Hurtado (y muy Hurtado, que diría Rajoy) y como el Cid, todavía ha ganado la batalla después de muerto, exigiendo al PP su cabeza si querían la suya en un cestillo.
Pero como bien está lo que bien acaba, los vecinos de la ciudad tenemos que agradecer a ambos su fecunda enemistad personal y su ansia viva, que nos ha librado de soportarlos a ambos durante otro largo trienio. Porque puestos a hacer balance de la trayectoria de los trece años de Pepe Torres como presunto alcalde y presunto delincuente, la biografía nos daría sólo para un folio por una sola cara y en letra muy gorda. Entre sus grandes logros, que se pueden contar con los dedos de una oreja, está haber convertido Granada en la capital europea del botellón, con 30.000 jovenzuelos y jovenzuelas folgando a sus anchas cada inicio de primavera por nuestras calles, convertidas, a base de micciones, en los meandros del Orinoco.