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Porque puede
Menos mal que la señora jueza Mercedes Alaya es justa, equilibrada, proporcionada y moderada, como ella misma indica en un auto dictado (¿dictado por quién?) en el que fija una fianza de responsabilidad civil de 29.568.129,20 euros para Magdalena Álvarez por el caso de los ERE. Y digo menos mal, ya que si su Ilustrísima fuera injusta, desequilibrada, desproporcionada y exaltada hubiera señalado una cantidad más acorde con los gravísimos pecados de la ex consejera de Economía, por ejemplo, 60.000 millones de piezas de a ocho y seis maravedíes, por poner unas monedas más acordes con los tiempos en los que le gustaría vivir a la mayor parte de la Judicatura española.
De la proporcionada cantidad señalada en el auto, me llaman la atención los 20 céntimos de euro consignados al final, que quieren decir, a mi humilde modo de ver, que no sólo la señora magistrada es justa, equilibrada y etcétera, sino que también es bastante tiquismiquis, además de pizpireta y un poco estirada, que no viene a cuento, pero tenía ganas de decirlo.
Esta tamaña desmesura, que se une a otras decisiones adoptadas por Alaya, como imputar, pero sólo la puntita, a dos ex presidentes de la Junta, una docena de ex consejeros y altos cargos, varios decenas de funcionarios más y a todos los parlamentarios andaluces, ha sentado mal en el PSOE, que por boca de varios ilustres portavoces ha acusado a la jueza de estar precisamente poco equilibrada y de iniciar una causa general tipo Torquemada, que algo habrás hecho.
Desequilibrio o Inquisición
Como mis conocimientos clínicos y procesales son más bien escasos tirando a nulos, no sabría yo decirles si llevan razón o no en estas afirmaciones, aunque discrepo con ellos en la motivación que pueda tener la famosísima jueza para hacer las cosas que hace. Y no las hace por un meticuloso afán de Justicia, que ya se le han escapado por prescripción varios presuntos empresarios; ni las hace porque tenga especial inquina a los delincuentes, que ahí está Ruiz Mateos negándose (sin consecuencia alguna, de momento) a comparecer ante ella, dos veces. Estas espasmódicas cosas las hace por la misma razón por la que los perros se lamen sus partes blandas. Porque puede. Y se lo permiten quienes deberían velar para que la Justicia sea igual para todos, independientemente de que los gobernantes investigados sean de derechas o de izquierdas.
Que no me da la cabeza para imaginar a un juez de instrucción de Madrid acusando de prevaricación, cohecho y malversación a Esperanza Aguirre y a Ruiz Gallardón, presidentes de la Comunidad de Madrid cuando consejeros, alcaldes y diputados del PP llenaban sus bolsillos con dinero robado por la trama Gürtel. O al mismísimo Mariano Rajoy, acusado de aceptar sobornos porque un tipejo que estaba a sus órdenes engordaba sus cuentas suizas con las mordidas que los empresarios entregaban a su partido para mayor gloria de España.
Creo sinceramente que en este país es mucho más fácil hacer justicia contra la izquierda que contra la derecha, que si algún juez incauto hubiera osado hacer tales cosas a buen seguro que estaría haciendo compañía a Baltasar Garzón y Elpidio Silva en la cola del paro, tras ser anuladas las causas y sus vidas profesionales por un quítame allá esas pajas, esas grabaciones o esos correos electrónicos.
Todo lo anterior no quiere decir que no esté en cuerpo y alma con la jueza Alaya en su misión de perseguir a los chorizos, que merecen estar en la cárcel y con sus comunicaciones intervenidas, por si las moscas. Aunque para conseguirlo tenga que centrarse un poco en el meollo del asunto, que quien mucho abarca poco aprieta y al final siempre hay alguien que se va de rositas por las fisuras, por ejemplo el hermano de la ministra Báñez, vaya por Dios.
Menos mal que la señora jueza Mercedes Alaya es justa, equilibrada, proporcionada y moderada, como ella misma indica en un auto dictado (¿dictado por quién?) en el que fija una fianza de responsabilidad civil de 29.568.129,20 euros para Magdalena Álvarez por el caso de los ERE. Y digo menos mal, ya que si su Ilustrísima fuera injusta, desequilibrada, desproporcionada y exaltada hubiera señalado una cantidad más acorde con los gravísimos pecados de la ex consejera de Economía, por ejemplo, 60.000 millones de piezas de a ocho y seis maravedíes, por poner unas monedas más acordes con los tiempos en los que le gustaría vivir a la mayor parte de la Judicatura española.
De la proporcionada cantidad señalada en el auto, me llaman la atención los 20 céntimos de euro consignados al final, que quieren decir, a mi humilde modo de ver, que no sólo la señora magistrada es justa, equilibrada y etcétera, sino que también es bastante tiquismiquis, además de pizpireta y un poco estirada, que no viene a cuento, pero tenía ganas de decirlo.