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¡Si solo Casado se engañara!
El estrepitoso fracaso del PP en las generales, perdiendo la mitad de sus diputados en el Parlamento, no llevó a que su líder, Pablo Casado, dimitiera la noche electoral. Que habría sido lo normal en todo país europeo. Por el contrario, la cúpula dirigente se ha enrocado, con la excusa de que queda poco para las elecciones municipales, varias autonómicas y europeas del 26M. Entra en fase de negación de su crisis, lo que solo logrará agravarla. Como si con fingir que ahora se dan cuenta de que Vox es ultraderecha estuviera todo arreglado. Apañados van.
Si fueran los únicos en auto-engañarse.... La pugna entre derechas, ambas muy extremas, parece hasta tambalear la Junta andaluza de PP+Ciudadanos+Vox. Pero nosotros no nos engañemos. De un lado, los tres saben que el electorado que comparten no les perdonaría tirar por el desagüe la opción que han estado 36 años esperando: gobernar quitando impuestos a las herencias de las familias pudientes, a las empresas más ricas, cargándose la subasta de medicamentos que abarataba precios, derivando dinero público a clínicas y escuela privadas que adoctrinen con las ideas más rancias sobre el pasado de España y los usos sociales actuales a las nuevas generaciones de españoles.
Pero es que, además, en el hipotético y kamikaze caso, de que las tres derechas boicotearan su Gobierno del sur, ¿acaso este medio año desde el fracaso del PSOE andaluz el 2 de diciembre se ha aprovechado para regenerar el proyecto socialista en Andalucía como dijo que urgía el propio dirigente del PSOE federal José Luis Ábalos? Susana Díaz precedió a Pablo Casado en su negación del fracaso y su aferrarse al poder en la debacle esperando que la tormenta amaine. Se constata que este error es transversal, más que ideológico, humano. De poner el destino propio por delante, no solo de las siglas del partido ¡incluidos compañeros que caen por el camino!, sino por delante del interés de la gente.
El problema mayor es que quienes son conscientes del error suicida, me refiero ahora al PSOE de Ferraz, no contribuya con eficacia a resolverlo. O falta voluntad o falta capacidad. Malo, en todo caso. Y mientras, siguen tragando sapos como que el número dos de Susana Díaz, Juan Cornejo, salga y en la primera valoración poselectoral diga que el fracaso del 2 de diciembre ha sido clave como revulsivo para que hoy gane Pedro Sánchez. ¿Quieren convencernos de que perder la Junta era una estrategia? Vuelven a auto-engañarse creyendo que harán invisible lo que en Andalucía es evidente.
No digo evidente para mí, no digo evidente para la mayoría social andaluza, que es progresista, ni exclusivamente para los electores tradicionales del PSOE o los simpatizantes y votantes actuales. Sino evidente para militantes y hasta cuadros del partido en la comunidad autónoma que hablan de esto en las agrupaciones locales y de barrio: que el susanismo es algo peor que un problema. Como el casadismo en el PP. Es el último estadio en la degradación del proyecto. Un deterioro que empezó hace décadas. Del que se avisa sin que el aviso sirva. ¿Hasta cuándo retrasarán un proyecto con sustancia, vivificado, para la sociedad? ¿Contagiará el PSOE-A su conformismo apático y derechizado al PSOE federal?
“Gobernar es tarea muy difícil”, repetía ese Mariano Rajoy nefasto al que ha hecho bueno Pablo Casado. Dirigir un proyecto político también debe serlo. Líderes de todas las formaciones son refractarios a las críticas, aunque estén cargadas de intención constructiva. ¿Acaso si Izquierda Unida hubiera escuchado antes no habría podido liderar lo que fueron luego el 15M o Podemos? ¿Acaso un Podemos más atento a las alertas no habría evitado perder un tercio de sus diputados y, así, tendría más peso para negociar ahora? ¿Qué oscuro interés alberga el niño a caballito del adulto que clama: ¡El emperador va desnudo!“?
Pues escribir artículos también entraña su dilema. Llega una a envidiar la capacidad política de auto-engaño. Porque, firme convencida de que la política es imprescindible, agradecida a quienes con convicción la ejercen, por nada del mundo quisiera desalentar la participación electoral ahora que es clave frenar al neofascismo. Pero tampoco puede seguir la corriente de quienes, tras recientes topetazos, vuelven directos y flechados al mismo callejón sin salida, ignorando de nuevo las señales de tráfico, en vez de frenar, acelerando, y quitándose el casco.
Se diría que para reaccionar tienen que darse todavía un golpetazo mayor. Lo malo es que lo que está en juego no es sólo el futuro político de ciertos nombres y apellidos, sino el de la sociedad, el nuestro, que vamos montados tras su supuesto liderazgo, con riesgo de estrellarnos en un siniestro del que aspiramos a librarnos.
El estrepitoso fracaso del PP en las generales, perdiendo la mitad de sus diputados en el Parlamento, no llevó a que su líder, Pablo Casado, dimitiera la noche electoral. Que habría sido lo normal en todo país europeo. Por el contrario, la cúpula dirigente se ha enrocado, con la excusa de que queda poco para las elecciones municipales, varias autonómicas y europeas del 26M. Entra en fase de negación de su crisis, lo que solo logrará agravarla. Como si con fingir que ahora se dan cuenta de que Vox es ultraderecha estuviera todo arreglado. Apañados van.
Si fueran los únicos en auto-engañarse.... La pugna entre derechas, ambas muy extremas, parece hasta tambalear la Junta andaluza de PP+Ciudadanos+Vox. Pero nosotros no nos engañemos. De un lado, los tres saben que el electorado que comparten no les perdonaría tirar por el desagüe la opción que han estado 36 años esperando: gobernar quitando impuestos a las herencias de las familias pudientes, a las empresas más ricas, cargándose la subasta de medicamentos que abarataba precios, derivando dinero público a clínicas y escuela privadas que adoctrinen con las ideas más rancias sobre el pasado de España y los usos sociales actuales a las nuevas generaciones de españoles.