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Virgencita que no me quede como estoy
Hay que ver cuánto daño han hecho a la política algunos dichos y refranes. Desde el “virgencita que me quede como estoy” a “el que se mueva no sale en la foto”, pasando por el archipopular “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Todos estos y muchos más han saltado por los aires, dinamitados por los resultados electorales de antesdeanoche, que han reclamado justo lo contrario, esto es, movimiento para adaptarse a las exigencias de las nuevas circunstancias.
Para muchos, la tan manida desafección de los ciudadanos hacia la política se iba a concretar en una abstención récord, la irrupción testimonial en el hemiciclo europeo de alguna formación política de nuevo cuño y poco más. Como el escrutinio del 25M ha demostrado palmariamente, de nuevo los gurús de los grandes partidos y el CIS han fallado estrepitosamente en sus pronósticos, demostrando lo alejadas que están de la calle la clase política tradicional y sus herramientas convencionales, porque la recurrente desafección se ha traducido en un auténtico cataclismo del modelo político que, desde el inicio de la democracia hasta hoy, hemos venido dando como inamovible.
El batacazo de PP y PSOE, y la pujante irrupción de fuerzas como Podemos han puesto patas arriba el panorama político nacional y evidencian que los aparatos de los partidos tradicionales no se han enterado de por donde soplaban y soplan los nuevos vientos.
La insoportable agresión de los gobiernos a sus ciudadanos, el 15M y las redes sociales han conformado un cóctel, tan imprevisible como indigesto para quienes petenden hacer la política del siglo XXI con conceptos y herramientas del siglo XIX. No parece que los Arriola de turno, ni los community manager de Génova y Ferraz hayan estado especialmente finos a la hora de adaptarse al caldo de cultivo que se estaba gestando en las calles de nuestras ciudades. Sus resultados así lo demuestran. ¿Alguien se ha preguntado como traducir el hecho de que Podemos fuera trending topic tres días consecutivos, incluído el 25M?
Si los grandes derrotados han sido populares y socialistas, no todos emergen del tsunami en la misma situación, este es el caso de Andalucía, donde el PSOE ha salvado los muebles frente al estrepitoso naufragio del PP. Con los socialistas naufragando en casi todas las comunidades -mención especial al desastre catalán y madrileño-, el socialismo andaluz emerge como el faro de guía ante el desastre que, por fin, se ha llevado por delante a Rubalcaba y su dirección, quienes en ningún momento de su mandato se han enterado de por donde iban las exigencias de la ciudadanía y gran parte de su militancia.
Que uno de cuatro votos del PSOE se haya conseguido en Andalucía define hasta qué punto el sur vuelve a ser la tabla de salvación del socialismo español y, cómo no, el indiscutible liderazgo que su secretaria general, Susana Díaz, va a protagonizar en su futuro. Con independencia de si hubiera sido mejor convocar primarias antes del congreso de julio, lo cierto es que ningún canditado, ni a las unas, ni al otro, se plantearán dar el paso sin la aquiescencia de la sevillana, quien en un tiempo récord se ha convertido en el referente más importante del PSOE desde Felipe González.
Y es que los datos hablan por sí solos. Después de tres derrotas consecutivas, el PSOE-A vuelve a ganar las elecciones con diez puntos y 247.000 votos de ventaja sobre el PP, victoria en siete de las ocho provincias y en el 88 por ciento de los municipios andaluces, entre ellos capitales como Sevilla, Málaga, o Huelva.
Con estos resultados, Susana Díaz se convierte en la “Faraona” política del socialismo español, aunque bien haría en dedicarse lo justo a la catatonia interna y mucho más a lo que la ciudadanía expresó el domingo en las urnas y que parece claro, reclama una mirada decidida a la izquierda.
Así pues, y ante las citas electorales de los dos próximos años, quien no cambie de refranes y dichos políticos es posible que sí salga en la foto de Alfonso Guerra, aunque lo hará como Lot, convertido en estatua de sal.
Hay que ver cuánto daño han hecho a la política algunos dichos y refranes. Desde el “virgencita que me quede como estoy” a “el que se mueva no sale en la foto”, pasando por el archipopular “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Todos estos y muchos más han saltado por los aires, dinamitados por los resultados electorales de antesdeanoche, que han reclamado justo lo contrario, esto es, movimiento para adaptarse a las exigencias de las nuevas circunstancias.
Para muchos, la tan manida desafección de los ciudadanos hacia la política se iba a concretar en una abstención récord, la irrupción testimonial en el hemiciclo europeo de alguna formación política de nuevo cuño y poco más. Como el escrutinio del 25M ha demostrado palmariamente, de nuevo los gurús de los grandes partidos y el CIS han fallado estrepitosamente en sus pronósticos, demostrando lo alejadas que están de la calle la clase política tradicional y sus herramientas convencionales, porque la recurrente desafección se ha traducido en un auténtico cataclismo del modelo político que, desde el inicio de la democracia hasta hoy, hemos venido dando como inamovible.