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Jerez no es Wisconsin
Jerez no es Estados Unidos, ni Suecia. Lo ocurrido en un instituto de Jerez, donde un chaval de catorce años apuñala a un compañero y dos profesores, no tiene nada que ver con los acontecimientos que algunas veces nos llegan de Estados Unidos, y más lugares, donde hay asesinatos masivos con armas de fuego.
Nada tiene que ver la realidad americana y su cultura pistolera con lo ocurrido en Jerez. No es lo mismo la educación de una sociedad donde las armas en cada casa están tan normalizadas como las latas de cerveza en la nevera y donde cualquiera, sea supremacista blanco o un tarado que se siente el mismísimo sheriff del condado, puede entrar pegando tiros indiscriminadamente en un centro educativo, con ese acontecimiento de Jerez donde las circunstancias son muy diferentes.
Vivo todos los días la vida escolar en un instituto y he visto muchas veces como los adolescentes –y la sociedad en general- mete el dedo en el ojo al diferente. Y lo mete mucho más si ese diferente no forma parte de grupo. El peor escenario, y el profesorado lo sabe, es ser diferente y estar solo en el instituto, y ese chaval tiene ese perfil. La siguiente pieza la forman ese grupo de chavales que combaten su aburrimiento creyéndose más que el resto y con la licencia de ridiculizar o reírse del resto. Aunque oficialmente no se haya determinado que es un caso de bullying y ello se esté investigando, parece, y digo parece por lo manifestado por otros compañeros y padres y madres del centro, que esto ha ocurrido desde el primer día de este curso, o quizás, es la continuación de lo que ocurrió el curso anterior y, en palabra de la propia chavalería, este alumno ha petado, y desquiciado ha dicho ¡hasta aquí hemos llegado! y se ha negado a que este curso sea como el pasado. La insostenible situación que otras veces les lleva al suicidio, a negarse a ir al centro o a perderse por las calles en una rabona casi permanente, esta vez ha tenido un “comportamiento antisocial” según el juez y ha sido lo que ha saltado a los medios.
Poner el foco en el chaval y quedarnos con el titular y el hecho de forma aislada es absolutamente injusto, porque las causas, el origen y las circunstancias en las que se desarrolla todo convierten a ese alumno en una víctima del sistema educativo que no ha sabido administrar la discriminación y el aislamiento que vive frente al resto de compañeros y no ha contado en el centro con los apoyos técnicos necesarios para su inclusión en la vida escolar.
Poner el foco en el chaval y quedarnos con el titular de forma aislada es injusto, porque las causas y las circunstancias en las que se desarrolla todo convierten a ese alumno en víctima del sistema educativo que no ha sabido administrar la discriminación
Vivimos en un sistema educativo que muy acertadamente tiene como objetivo la inclusión y así se programa y se escribe en la prolija normativa educativa que nos afecta a los centros, pero esta inclusión se queda en el papel y prácticamente no aparece en los Presupuestos Generales de la Junta de Andalucía. Los que hemos estado en política sabemos que es aquí donde empieza la política de verdad, o de mentira; que la intencionalidad política se plasma en esa ley tan importante como es la de Presupuestos. Los centros educativos andaluces prácticamente no tienen recursos para la inclusión de alumnos con necesidades educativas diferentes, todo lo más, un desbordado orientador u orientadora incapaces de hacer frente a la cantidad de tareas que les son propias en los centros. La partida económica destinada a la inclusión educativa ni está, ni se le espera.
Los padres y madres andaluces tienen que tener claro que si tienen un hijo o hija con necesidades educativas diferentes, los centros educativos andaluces no darán solución al problema y, lo que es más grave, estos centros no tendrán recursos técnicos ni económicos para que sus hijos o hijas puedan desarrollar la vida dentro del centro de acuerdo a las necesidades mínimas de un derecho como es el educativo. No nos equivoquemos, este es el foco del conflicto surgido en Jerez: la falta de recursos para la inclusión de alumnos y alumnas diferentes, con necesidades distintas a la del resto de alumnado, que todos los días están aislados y en muchos casos son discriminados y se sienten excluidos. Así de triste y duro.
Ninguno de sus profesores y profesoras sabe, porque no han sido formado para ello, cómo se trata, cómo se educa, cómo se incluye y cómo se enseña a este tipo de alumnado. La realidad de estos alumnos y alumnas en los centros educativos es muy triste y de mucha soledad y queda sujeto al voluntarismo personal del profesorado que prácticamente siempre se implica en que todo sea normal e intenta suplir las carencias a las que les somete la administración educativa desarrollando una atención personalizada de este alumnado sin medios, ni recursos, ni conocimientos. En Jerez todo ha fallado porque no puede funcionar.
Y ahora en mi cabreo permitidme algo que alguien tachará de demagogia. Todo esto ocurre en una Comunidad Autónoma que desatiende a este alumnado sin aportar los recursos económicos suficientes, ni los apoyos profesionales y técnicos específicos, a la vez que se le bajan los impuestos a los ricos y grandes fortunas. Lo dicho, la política se lee en la Ley de Presupuestos, ahí es donde el algodón no engaña y ahí está mucha de la culpa del problema del incidente en el instituto de Jerez.
Jerez no es Estados Unidos, ni Suecia. Lo ocurrido en un instituto de Jerez, donde un chaval de catorce años apuñala a un compañero y dos profesores, no tiene nada que ver con los acontecimientos que algunas veces nos llegan de Estados Unidos, y más lugares, donde hay asesinatos masivos con armas de fuego.
Nada tiene que ver la realidad americana y su cultura pistolera con lo ocurrido en Jerez. No es lo mismo la educación de una sociedad donde las armas en cada casa están tan normalizadas como las latas de cerveza en la nevera y donde cualquiera, sea supremacista blanco o un tarado que se siente el mismísimo sheriff del condado, puede entrar pegando tiros indiscriminadamente en un centro educativo, con ese acontecimiento de Jerez donde las circunstancias son muy diferentes.