La historia de Izel, la niña de Restábal “con agujas para toda la vida”

“Es duro cuando te dicen que desde tan pequeña tendrá que estar con agujas toda la vida”, explica Angie. “Luego con el tiempo”, continua Antonio, “te vas haciendo el cuerpo y aprendiendo un poco más sobre la enfermedad”. Son los padres de Izel, una niña de 6 años con diabetes que vive en Restábal (Granada). Este jueves se celebra el Día Mundial de la Diabetes al objeto de dar a conocer los síntomas, tratamientos y complicaciones asociadas a la enfermedad. Se celebra cada 14 de noviembre, fecha de nacimiento de Frederick Banting quien junto con Charles Best, concibió la idea que llevó al descubrimiento de la insulina en octubre de 1921.

Izel quiere ser modelo cuando sea mayor. “No le hagas mucho caso, hace dos días decía que quería ser arquitecta”, se apresura a comentar su madre, Angie Salaberry. A sus 6 años, esta jovencita debería estar en Primero de Primaria, pero ha comenzado las clases en Segundo y comparte aula con compañeros un año mayor que ella. Sufre diabetes tipo 1 y además posee lo que se denomina altas capacidades. “Superdotada”, explica con cierto orgullo su padre, Antonio López. Así que Izel maneja sus altas capacidades de aprendizaje con cuatro pinchazos al día y mediciones constantes de sangre. Pero todo parece algo más sencillo con el apoyo del pueblo.

Todo el mundo en Restábal, el municipio granadino que roza los 600 habitantes donde vive la familia, y en el colegio Joaquín Muñoz Ruiz se han volcado con la pequeña, aseguran los padres. El Ayuntamiento le ha dejado al centro un frigorífico para poder guardar un inyectable médico que tendría que ser suministrado en caso de que la niña sufriera alguna modificación importante en sus niveles. “El colegio no tenía nevera, pero nos acordamos de que sí había en el Ayuntamiento, así que fuimos a hablar con los responsables municipales y sin problema”, relata la madre.

“En la escuela, se han portado estupendamente. La maestra está un poquito más pendiente de ella y todo fueron facilidades cuando llegamos con la nueva situación”. Izel, como su nombre significa en Azteca, es 'única' y no comparte patología con ninguno de sus compañeros. Tampoco con su hermano, Jamil, tres años más pequeño que ella.

La diabetes, sin embargo, no ha impedido que esta despierta niña acuda regularmente a baile y gimnasia rítmica. “Sólo debemos saber cómo se encuentra de azúcar y, dependiendo de cómo se sienta ella, esa tarde así hacemos”, argumenta Angie. Lo sorprendente es que, con sólo 6 años, la paciente ha aprendido a tomarse las medidas ella sola y apuntarlas en su libreta 'especial' para enseñarla al endocrino en las revisiones médicas.

“Los pinchazos son otra cosa”, dice la madre. De momento, ellos son los encargados de inyectar cuatro veces al día los medicamentos necesarios, “y no se queja”. Antonio, aún se acuerda cuando tuvieron que ir a las Urgencias infantiles. “Estuvo muy mal, en la UCI dos días y ahora se ha adaptado a la situación perfectamente. Incluso en el colegio le gusta hacerse las mediciones delante de los compañeros, porque eso la hace sentirse especial”.

La diabetes y la necesidad de cuidar la alimentación de la niña ha provocado la mejora de la alimentación familiar. “Antes no le gustaba la fruta, era imposible que comiera y ahora la pide ella”, explica su madre. “Para media mañana le preparo un poco de fruta y algo con pan integral y nunca, desde que fue diagnosticada, ha pedido otra cosa o se ha encaprichado con algo”. El cole es por ahora el entretenimiento de Izel, aunque le gustaba más el Aula Infantil del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, “porque podía pintar más”, dice. Lo que es seguro es que Izel llegará a modelo, arquitecta o lo que se proponga.