La mitad de las aves amenazadas que se refugian en Doñana está en declive. Nueve de las 22 especies en riesgo que crían en el humedal patrimonio de la humanidad han visto disminuir sus poblaciones desde 2004, según el informe de seguimiento elaborado por la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía al que ha tenido acceso eldiario.es.
El estudio señala a la desecación de lagunas, la extensión de la ganadería, la depredación por parte de zorros y jabalíes, la caza y la contaminación por químicos agrícolas o munición cinegética como los factores principales del deterioro.
En el informe de Medio Ambiente no hay un dictamen concreto sobre la tendencia de seis de estas especies, además de reseñar que cuatro están mejor que hace 12 años, una se mantiene estable y otra sigue una tendencia incierta. Este viernes se espera una actualización sobre el transcurso de los primeros meses de 2017.
Entre las joyas que salen peor paradas están la cerceta pardilla (que tenía 45 parejas reproductoras en 2004 y se quedó en seis en 2016), la garcilla cangrejera (de 430 a 40 parejas) o el aguilucho lagunero –de 34 a ocho–. La garza imperial, catalogada como vulnerable, ha padecido un desplome de las 1.738 parejas a las 93 del año pasado.
Presión humana
La presión humana aparece a lo largo de las fichas que analizan las población de aves de Doñana (ya estén en riesgo o no). Una de las actividades que más aparecen a la hora de analizar las amenazas en las marismas es la extensión de la ganadería.
Así, el documento remarca la “destrucción de nidos por la acción del ganado (pisoteo)” al hablar del fumarel común –en peligro crítico–. Los técnicos describen que estos nidos “suelen encontrarse en zonas con escaso nivel hídrico, a las que el ganado tiene fácil acceso”. También se explica que se ha constatado la pérdida de “las incipientes manchas de carrizal” que necesita la garcilla cangrejera –también en riesgo máximo– “por la acción del ganado”.
Esta falta de control se ve reflejada en la “destrucción de colonias” de la canastera común al ser pisoteadas por el ganado que también “aplasta los nidos al revolcarse”. Al mismo tiempo, los técnicos piden “el vallado urgente de los carrizales a lo largo del caño La Madre en las Marismas de El Rocío para impedir la entrada de ganado y salvaguardar las parejas de garza imperial. Otras especies que padecen la acción ganadera extensiva es el avetoro, la cerceta pardilla o la focha moruna: tres de las aves más raras de Doñana.
Vallar para conservar
Manuel Máñez, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y responsable del informe, señala que “en Doñana siempre ha habido un conflicto entre el ganado y las aves protegidas. Hay zonas que han tenido que vallarse para que las vacas no se coman el carrizo (planta de tallo largo) y al vallarse, ha nacido el carrizal en Caños e la Marisma y eso ha sido un soporte estupendo para las aves acuáticas amenazadas. Es un caso paradigmático de Doñana: vallar para conservar”.
Máñez pone el acento en la depredación de especies como el jabalí o el zorro. No es tampoco una causa ajena al ser humano. “Hay un problema muy grave con este tipo de depredadores generalista, que tanto merman poblaciones reproductoras como la de la cigüeñela, la canastera o la avoceta. Hay que controlar a los jabalíes, ya que proliferan ante el abandono del campo y la ausencia de depredadores como el lobo. Cuando entran en la marisma, le hacen mucho daño a las especies”.
Otra de las amenazas que aparece con frecuencia en los estudios es la contaminación del agua de la que viven estas poblaciones. Contaminación que llega por los fitosanitarios y pesticidas aplicados en las fincas agrícolas o por la munición de la caza irregular. Respecto a los químicos aplicados a los cultivos (ya sean fertilizantes o biocidas) se pide un control específico para proteger aves como el aguilucho, el morito común, la pagaza piconegra, la garcilla bueyera o la garza real.
Cuando se trata de la caza, que también ejerce su presión sobre el humedal de Doñana, los técnicos de Medio Ambiente subrayan las partidas ilegales que abaten incluso cigueñas negras “en las marismas del Guadalquivir”, y la confusión de los cazadores que matan ejemplares de especies en grave riesgo como la focha moruna, que es muy similar a la común. “Como la zona de Doñana es una de las pocas donde hay focha común, los cazadores matan la moruna sin querer, que es muy parecida”, explica Máñez.
A eso hay que añadirle el fenónemo del plumbismo: el envenenamiento de los animales al ingerir la munición que ha quedado abandonada en las lagunas. Precisamente las población de aves acuáticas es las más vulnerables a este peligro. En Doñana se califica como amenaza grave para el pato colorado, la malvasía cabeciblanca o el porrón pardo.
La escasez de agua
En resumidas cuenta, Máñez subraya que los principales problemas son el ganado, el jabalí y, por supuesto, que haya agua. Para la conservación de las aves acuáticas es fundamental que el agua llegue a la marisma. Aunque la sobreexplotación del acuífero merma las lagunas y la marisma que por su extensión de más de 50.000 hectáreas, es más importante para la reproducción de estas aves.
“El agua de los acuíferos es fundamental para las lagunas y la vegetación que está sobre las arenas. Sin embargo, para la marisma lo más importante es que le llegue agua de lluvia y de los arroyos, caños y ríos. Las aves acuáticas también crían en las lagunas, pero son muchas menos. Es decir, son las mismas especies que crían en la marisma, pero en menor cantidad”, explica. Por esa razón, cree que el cambio climático y la prolongación y frecuencia de los ciclos de sequía pueden ser un problema “muy grave” para la conservación de las aves acuáticas en Doñana.
Juan Carlos Atienza, encargado de conservación en la SEO-Birdlife, indica que el principal problema es efectivamente el agua, como ocurre, lógicamente, “en todos los humedales. Los planes de agua son los que deberían asegurar que el agua llegue a Doñana, pero está supeditado a la agricultura y las hidroeléctrica, a pesar de que la Ley de Aguas considera prioritario el caudal ambiental y para consumo humano. El problema es que Doñana se encuentra al final de todo el ciclo del agua y antes se satisfacen todos esos usos. Para colmo, esos recursos se usan de manera ilegal y con poca persecución por parte de las autoridades”.
Atienza subraya que las aves acuáticas se tienen que estudiar de manera general para desentrañar su estado de conservación. No se pueden ver sólo de manera local, porque es uno de los grupos de ave de mayor desplazamiento y que ocupar las zonas con mejores condiciones. Habría que valorarlo a una escala mayor. Eso sí, la cerceta pardilla, por ejemplo, sólo está en las marismas del Guadalquivir y en el Parque Natural de El Hondo, con esta especies sí es muy importante lo que ocurra localmente en Doñana, ya que si no se hace algo de manera inmediata, desaparecerá de Europa“.
Juan José Carmona, de la organización ecologista WWF, destaca, por su parte, que “hay determinadas especies que empiezan a sufrir las modificaciones en los hábitat. Cuando desaparecen las lagunas temporales o permanentes, eso tiene un impacto sobre la fauna. ¿Se podrán ir a los arrozales o las piscifactoría? Bueno, no deja de ser un sustitutivo artificial. Aunque las aves son importantes en Doñana, lo importante es la pérdida de ecosistemas que estamos sufriendo en el espacio protegido”.