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Mojácar, donde quien no es moro es cristiano

Néstor Cenizo

Fiestas de moros y cristianos hay muchas, pero pocas como la de Mojácar. Puede que no concentre el gentío que se da cita en algunas celebraciones en la provincia de Alicante, pero en Andalucía pocas pueden presumir del arraigo de esta celebración entre los mojaqueros. En Mojácar, quien no es cristiano es moro. Mojácar es un pueblo playero del Levante almeriense que durante tres días, que este año van del 14 al 16 de junio, celebra por todo lo alto una fiesta de Moros y Cristianos al nivel de las de Villajoyosa o Alcoy, al menos en cuanto a intensidad.

“En esos tres días cada uno no se quita el traje de faena o la chilaba. Te lo pones el viernes y hasta el domingo no te lo quitas. Somos así”, explica Carmen Pérez, que forma parte de una de las cuatro kabilas de Mojácar. Ella ha participado desde la primera fiesta, en 1988, y es además la esposa de Diego Morales, presidente de la Asociación Al-Mosaquer, que integra a las siete agrupaciones (kabilas o cuarteles) y se encarga de ordenar los festejos. La asociación tiene también la tarea de dotar de un contenido histórico y cultural a una fiesta que conmemora la toma del municipio por las tropas cristianas.

Los alcaides de la comarca se rindieron a los Reyes Católicos el 10 de junio de 1488, con una notable excepción. El de Mojácar. Los reyes enviaron al capitán Garcilaso de la Vega, que se entrevistó el 12 de junio con Alabez, el “rey” moro, que antes de entregar a Garcilaso las llaves de la villa y la fortaleza, le dijo: “Yo soy tan español como vos. Cuando llevamos los de mi raza más de setecientos años de vivir en España nos decís que nos marchemos. Yo no hice nunca armas contra los cristianos, creo justo pues que se nos trate como hermanos, no como enemigos y se nos permita seguir labrando nuestra tierra. Yo antes de entregarme como un cobarde sabré morir como un español”.

Los Reyes Católicos concedieron el título de ciudad a Mojácar a cambio de su entrega, pero no respetaron su palabra. Los moros fueron expulsados, y regresaron a África o fundaron comunidades mudéjares en Turre, Teresa (un poblado hoy abandonado) y otros puntos de la Sierra de Cabrera. Mojácar fue repoblada con cien familias cristianas del Reino de Murcia, y tuvo desde entonces una relación difícil con los musulmanes expulsados de la villa.

Entrega de llaves y trabucada

La fiesta de Moros y Cristianos conmemora este acontecimiento con una representación lo más fidedigna posible. Cientos de mojaqueros y mojaqueras desfilan por todo el pueblo ataviados con vistosos, coloristas y lujosos trajes de inspiración árabe, cristiana o goyesca. Se agrupan en cuatro kabilas moras y tres cuarteles cristianos. Las kabilas son la de moriscos, moros viejos, aljama mudéjar y tuareg. Los cuarteles cristianos son el templario, el cisnero y el de los bandoleros andaluces. Cada una de estas agrupaciones tiene una función parecida a una peña o una comparsa: sus integrantes ocupan una plaza del casco antiguo, la ambientan a su manera y celebran allí su fiesta, ataviados al modo que corresponde a su agrupación.

Los festejos duran tres días, siempre a mediados de junio. El viernes se celebra la apertura de kabilas y cuarteles, y se escenifica la entrega de llaves del rey moro al rey cristiano en la fuente árabe. A continuación, se realiza la subida de todas las tropas hasta el pueblo, con toda la fanfarria de acompañamiento: banda de música, trajes de gala, bengalas, trabuqueros y fuegos artificiales. En la Plaza Nueva tiene lugar el pregón conjunto del rey moro y cristiano, que son los encargados de dar permiso para que se abran las kabilas y cuarteles. Y ahí empieza la fiesta.

El sábado hay mercado medieval y por la tarde suele escenificarse el desembarco y se celebra en la playa un torneo medieval, similar a las carreras de cintas. El domingo por la mañana tiene lugar la trabucada, también en la playa para molestar lo menos posible. “Si lo hacen en Mojácar pueblo igual se derrumba”, dice Carmen Pérez. Cada trabuquero, que gasta un kilo de pólvora, necesita un permiso especial para el que se requiere no tener antecedentes penales. Las fiestas terminan por la tarde con el desfile de gala, al que además de las agrupaciones acuden caballistas, camellos, carrozas o escupefuegos. Además, este año se habilitará un campamento medieval en la playa que ofrecerá actividades para niños.

Desfiles de más de 1.000 personas

La fiesta, muy popular hace siglos, dejó de celebrarse tras la Guerra Civil, y Mojácar fue de los primeros municipios andaluces en recuperarla, en 1988. “Nació de la gente del pueblo y los propios hoteleros”, recuerda Carmen García Campoy, directora de la oficina de turismo.  Ya en aquella ocasión aparecieron en la edición nacional de El País, según rememora Carmen Pérez.

Treinta años después, la Fiesta de Moros y Cristianos de Mojácar ha pasado de contar con un puñado de participantes a desfiles con 1.300 o 1.400 personas, muchas de ellas invitados de otros municipios con una fiesta similar, visitantes o turistas en este pueblo costero que apenas supera los 6.000 habitantes censados.

Durante esos días el pueblo ronda el 90% de ocupación hotelera, con una planta de unas 11.000 camas, y hay gente que acude de un año para otro. El año pasado se contabilizaron picos de 5.000 asistentes en el casco histórico del municipio. El domingo reciben autobuses de toda la provincia, que se suman a murcianos que aprovechan los días de fiesta en su comunidad, o extranjeros que año tras año reservan por estas fechas.

Por eso, Mojácar aspira ahora a conseguir su declaración como fiesta de interés turístico. “Cumple de sobra con todos los requisitos”, dice García Campoy, que apunta que el verdadero éxito está en su arraigo popular. “Ahora tú naces y eres moro o eres cristiano”.

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