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La fragilidad política del PSOE andaluz desdibuja el liderazgo de Juan Espadas en la oposición

El secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, comparece en la sede del partido el 27 de diciembre.

Daniel Cela

27 de diciembre de 2022 22:32 h

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“El PSOE andaluz está siendo maltratado”, se lamentaba visiblemente irritado, su secretario general, Juan Espadas, este martes, minutos antes de entrar en una reunión telemática con los ocho secretarios provinciales de la federación socialista más numerosa de España.

El PSOE andaluz viene de tropezar la semana pasada en el Parlamento con un error de plazos que le dejó fuera del debate más importante del año -la aprobación de los Presupuestos Autonómicos de 2023- y disparó las críticas sobre la labor del principal partido de la oposición al Gobierno de Juan Manuel Moreno.

Para su líder es una anécdota, un “error humano” que se ha magnificado en los medios, porque las 120 enmiendas socialistas -que pretendían movilizar 3.000 millones de euros- ya habían sido tumbadas previamente por la Junta en la Comisión de Hacienda.

Las cuentas salieron adelante con el voto en solitario del PP, que sólo aceptó nueve enmiendas de la oposición de las más de 1.300 presentadas. Para sus principales críticos -desde el anonimato y fuera de la ejecutiva regional- el registro tardío de las propuestas del PSOE fue un “error político impropio de un partido con 37 años de gobierno y de experiencia parlamentaria”.

Espadas ha comparecido en mitad del periodo navideño en la sede regional de la calle San Vicente (Sevilla), durante una hora y media, para hacer un balance crítico del Gobierno de Moreno en el arranque de legislatura, y de paso, presentar un encendido y pormenorizado alegato en defensa del trabajo de su grupo parlamentario.

Ni ha pedido dimisiones ni se las ha ofrecido nadie de la dirección, asegura. “La calidad de un grupo parlamentario con muy buena preparación técnica... la responsabilidad, el rigor, el trabajo exhaustivo e impecable”, ha subrayado vehementemente sobre su equipo, para rebatir las críticas que él mismo ha escuchado y leído estos días: “A los que dicen que nuestra oposición es irrelevante o plantean dudas (...) A pesar de algunos comentarios... (...) Esto de querer hacerme ver lo blanco negro (...) Nos sabe mal esta polémica, pero por la polémica en sí misma, no por el resultado”.

El PSOE-A tiene 30 diputados y la dirección del grupo es la más abultada de su historia: nueve personas de la estrecha confianza del líder. La semana pasada, cometieron el “error” de confundir el plazo límite en el registro de la Cámara para mantener vivas sus enmiendas a los Presupuestos de 2023, que quedaron apeadas del debate final. Esto no le ocurrió a otros grupos mucho más pequeños y menos experimentados en la Cámara, como Adelante Andalucía, que sólo cuenta con dos diputadas.

La cúpula del PP andaluz aprovechó el traspiés para minar la confianza de su principal rival, y los socialistas se achicaron a la vista de todos, sin atinar a dar una respuesta clara sobre lo que había ocurrido hasta pasadas 48 horas.

El incidente tiene una explicación compleja -más allá del “descuido” del PSOE-, pero el nivel de crispación con el que sus líderes han respondido a las críticas ilustra muy bien la difícil digestión de un partido acostumbrado a controlar el relato de los acontecimientos, es decir, un partido capaz de anticiparse a las tormentas para amortiguar los golpes.

En lugar de eso, el grupo socialista entró en una especie de catarsis silente y a la defensiva hasta que, dos días después -el miércoles durante el Pleno- se asumió públicamente “el error”, se pidió disculpas y se esbozó una estrategia de contraataque para frenar al PP.

Los de Espadas acusaron a los populares de saltarse el reglamento de la Cámara y el respeto parlamentario, con el único objetivo de menoscabar la ya de por sí dañada imagen del PSOE. “La situación es de mucha fragilidad. Es frustrante ver cómo cosas así echan por tierra el mucho trabajo que se está haciendo, pero es lo que hay”, dice un veterano diputado.

Uno de los síntomas más evidentes de esa fragilidad es la notoria frustración de su líder por no ver reflejado su esfuerzo y el de su equipo en los medios de comunicación. Espadas cree que la prensa se ha cebado con el “error humano” de la asesora jurídica de su grupo y, este martes, ha venido armado con una ristra de datos para enumerar todas las iniciativas registradas por el PSOE en el Parlamento andaluz en los cuatro primeros meses de legislatura: 2.752 en total.

“Soportamos el 41% de la actividad de la Cámara”, ha dicho, para denunciar a continuación que el 96% de las propuestas de resolución del PP versaban sobre el Ejecutivo de Pedro Sánchez. “Es evidente que el PP está usando el Parlamento andaluz de forma sistemática para confrontar con el Gobierno”, avisa.

De paso, el líder socialista ha cuestionado reiteradamente el tratamiento informativo que los medios especializados han hecho sobre el registro tardío de sus enmiendas al Presupuesto andaluz, y el contraste que existe, a su juicio, con la comprensión que recibe el presidente Moreno por parte de los periodistas.

“Para mí es llamativo que la noticia no sea que el PP ha tenido que corregir 86 veces sus propio Presupuesto”, ha asegurado, en relación a las enmiendas parciales del grupo popular. Y remacha: “Hay muchas ganas de buscarle las cosquillas al PSOE y muy pocas al PP. Por algo será”.

Sin debate ideológico

La ejecutiva regional del PSOE andaluz tiene 60 miembros -la más voluminosa de su historia- y un reparto de tareas sectoriales que pretende simular un “gobierno en la sombra”. El círculo de confianza de Espadas es mucho más reducido, son compañeros que le acompañan de su etapa como alcalde de Sevilla, y su forma de trabajar es más “técnica y de gestión, muy rigurosa en el manejo de los datos, pero menos preocupada de la proyección pública”, advierten en su equipo.

“En el PSOE no existe ahora mismo el debate ideológico. Se apuesta por recuperar el Gobierno andaluz con el discurso de la gestión y la moderación, pero esa carta ya está cogida por Juanma Moreno. Nosotros tenemos que jugar a otra cosa”, dice un miembro de la dirección actual.

Espadas ha repetido hoy varias veces que cuenta con el respaldo unánime de los ocho dirigentes provinciales, que nadie de peso le ha hecho llegar una crítica sobre su estrategia ni sobre su liderazgo. Ni en Andalucía ni en Ferraz, sede federal del partido.

Pero hay quien sí le ha planteado sus dudas sobre este “PSOE desideologizado, ni de derechas ni de izquierdas”, que parece asemejarse a la fórmula que usó Moreno para ensanchar su base social por el centro. “Esto, en un año electoral en el que todo apunta a un choque ideológico y polarizado es difícil de explicar y de entender”, advierten en su entorno.

Al líder socialista que relevó a Susana Díaz hace año y medio le han susurrado al oído, más de una vez, que debe encajar las preguntas, los análisis y las lecturas que los medios hacen sobre el PSOE-A “con otro tono”. “No puede parecer cabreado un día sí y otro también. No puede matar al mensajero”, aseguran.

Pero Espadas no puede evitar sentirse “maltratado” e “incomprendido” por los periodistas y ese malestar se hace palpable en cada comparecencia pública donde se le nota a la defensiva, tenso y haciendo continuas referencias a “los titulares” y “las noticias”. “Esto no sale habitualmente en las noticias (...) Tengo la absoluta tranquilidad del trabajo diario, más allá de la visibilidad que tenga en los medios”, repite, ofuscado.

El PSOE ha gobernado ininterrumpidamente Andalucía durante 37 años -muchos de ellos con mayoría absoluta-, pero la etapa de Espadas es la más crítica de su historia. No sólo porque tiene que gestionar un presente complicado: con el menor número de diputados, un presupuesto muy menguado, una deuda acrecentada y una crisis de credibilidad ante la ciudadanía y ante su propia militancia.

También arrastra la gestión de un pasado que nunca termina, con dos sombras que nunca decrecen: la pérdida del Gobierno andaluz y la herencia de una gestión de cuatro décadas que le sirve a Moreno y al PP para acallar cualquier mínima crítica a sus políticas; y la condena de dos ex presidentes y líderes del PSOE-A por el mayor fraude de corrupción que ha conocido esta comunidad, uno de ellos -José Antonio Griñán- con un inminente ingreso en prisión por un delito de malversación.

La reunión de este martes de Espadas con sus homólogos en las ocho provincias ha terminado con un “cierre de filas”, “ningún cisma” y con poco ruido interno. Los dirigentes provinciales coinciden en que la oposición a un Gobierno de mayoría absoluta es “una carrera de fondo”, que las maneras “absolutistas” de Moreno ya se han dejado notar, y que el trabajo de expertos por áreas que ha diseñado Espadas para reconectar con el tejido social andaluz y tomar el pulso a la Junta “dará resultados”.

Pero, sobre todo, la máxima que se repite es clara: “Ahora hay que centrarse en las elecciones municipales de mayo, porque todos nos jugamos mucho”.

El secretario general socialista también desecha las críticas internas parapetadas en el anonimato o de quienes “perdieron unas primarias” -sin mencionar a Susana Díaz ni a nadie de su entorno-, y se jacta de organizar más reuniones de coordinación que ningún otro de sus predecesores. “Mi frecuencia con los ocho secretarios provinciales demuestra que yo no estoy aislado ni encerrado trabajando en un proyecto personal, aquí en San Vicente. Soy un secretario general que cree en la dirección colegiada”, afirma.

Espadas ganó las primarias a Susana Díaz para ser cartel electoral en Andalucía en junio de 2021 y justo un año después perdía los comicios frente a Moreno, que logró una mayoría absoluta de 58 diputados.

El 60% de los afiliados que fueron a votar -en una federación con 45.000 militantes- apoyó al ex alcalde de Sevilla frente a la ex presidenta andaluza, entonces secretaria general del partido. Luego un congreso regional y los ocho provinciales anticiparon el nuevo tiempo en el PSOE-A. “Sin familias, con unidad”, dijo entonces el ganador de las primarias.

Espadas fue propulsado a la candidatura por Pedro Sánchez, que quiso precipitar la salida de su gran rival en las primarias por el control del PSOE federal. Desde entonces, la voz de Ferraz y de Moncloa se escuchan más veces y más fuerte en Andalucía por boca de su equipo.

La contrapartida es que Moreno y los suyos siempre lo han considerado una “marioneta de Pedro Sánchez”, sin la autonomía que antaño se presuponía a la federación más robusta del partido, sin perfil propio, capaz de cuestionar públicamente la reforma exprés del Código Penal, y sus acuerdos con los independentistas catalanes, como han hecho otros barones socialistas que se juegan la continuidad en las elecciones de mayo (Emiliano García Page en Castilla La Mancha o Javier Lambán en Aragón).

El andaluz cuestiona que por “perfil propio” se entienda cuestionar las decisiones de Sánchez y sus políticas. Espadas ha defendido enérgicamente los fondos estatales que el Gobierno ha destinado a Andalucía en esta legislatura -en comparación con “los recortes de Mariano Rajoy en el pasado”- y las partidas extraordinarias que han llegado de Bruselas, y “que merecían más inversión pública y compromiso con fondos propios por parte de la Junta”. “Defender esto es mi perfil propio”, asegura.

El barómetro del Centra -un sondeo financiado por el Gobierno andaluz mal llamado CIS andaluz- pronosticó la semana pasada un mayor hundimiento del PSOE andaluz, siete u ocho escaños por debajo de su actual suelo electoral (30). Los populares leen en estos números un “castigo” a la federación de Espadas por no distinguirse del “argumentario sanchista”.

Su líder, en cambio, se muestra indignado por tener que responder a una encuesta sobre intención de voto “cuando las elecciones andaluzas acaban de celebrarse”. “No hay elecciones hasta dentro de cuatro años. La legislatura acaba de empezar, ahora toca hablar de gestión”, sentencia.

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