Andalucía afronta la pandemia sin estado de alarma tras un año entre la salud y la economía: del hay “otros instrumentos” para controlarla al “estamos maniatados”
Después de “salvar el verano” más extraño de nuestras vidas, en octubre llegaba la segunda ola de la pandemia que también se llevaría muchas vidas y muchos negocios por delante. Han pasado siete meses desde entonces y un estado de alarma en España que decae este domingo 9 de mayo. En todo este tiempo, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, autoridad competente delegada en este periplo gubernamental de lucha contra la enfermedad, ha adoptado numerosas y variadas medidas restrictivas respecto a la movilidad y a la actividad económica que han ido variando según la evolución de los contagios. Con su conocido símil del “grifo”, al que se ha referido en casi cada comparecencia pública, ha tratado de mantener el difícil equilibrio entre salud pública y economía, no siempre al gusto de todos, como también se ha empeñado en recalcar.
La reunión del Consejo Interterritorial de Salud de este miércoles es el punto de partida para la nueva situación en España y sus diecisiete comunidades autónomas en un escenario sin estado de alarma ante la Covid1-9. La Junta trabaja ahora en lo que ha denominado “la transición andaluza hacia la normalidad”, según la bautizó en rueda de prensa el portavoz del Ejecutivo andaluz, Elías Bendodo, de acuerdo con las propias competencias y normas autonómicas, si bien el Tribunal Supremo tendrá la última palabra. Como cada martes, el consejero de la Presidencia confrontó con el Gobierno central pero no detalló qué medidas prevé la Junta en su propia hoja de ruta hasta, según insistió, conocer las del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Según ha avanzado este miércoles el presidente Moreno, la apuesta en Andalucía será “una desescalada progresiva” una vez decaiga el estado de alarma, descartando seguir con el toque de queda porque “ahora mismo la incidencia está bajando”. Además, mantendrá “con autorización judicial” el cierre perimetral de municipios con tasas de incidencia acumulada por encima de 500 casos por cada 100.000 habitantes. “Si se produce un brote, usaré todos los instrumentos a nuestro alcance y no dudaré en tomar medidas por muy duras que sean para preservar la salud de las personas”, apostilló.
Moreno, hace menos de un mes, pedía prorrogar el estado de alarma si la cuarta ola no remitía. En mayo del año pasado, durante sus comparecencias de los domingos tras las conferencias de presidentes autonómicos, Moreno apelaba a otros instrumentos con los que se podía seguir controlando la pandemia pero sin necesidad del estado de alarma. “Hay que plantearse seriamente si es el momento de que el estado de alarma deje paso a otros instrumentos más respetuosos con la distribución de competencias del Estado”, dijo entonces. ¿Qué ha hecho la Junta en estos meses? Muchas cosas, y no siempre al gusto de todos, como reconocía Moreno, que ha tenido a los hosteleros en pie de guerra buena parte de la pandemia por limitar sus horarios. De acuerdo al Informe COVID-19 en Andalucía que la Junta actualiza a diario, repasamos cronológicamente los hechos más destacados de la convivencia de Andalucía con el estado de alarma que decae en unas horas.
Octubre: segunda ola
Con la segunda ola ya encima, y con dos estados de alarma a las espaldas (el segundo circunscrito solo a algunos municipios de la Comunidad de Madrid), el Gobierno de España aprobó el 25 de octubre declarar el estado de alarma en todo el territorio nacional para contener la propagación de infecciones causadas por el SARSCoV-2, que tuvo su continuidad el 3 de noviembre con una prórroga por seis meses hasta las 00.00 horas del 9 de mayo de 2021.
Antes, la Junta ya había tomado algunas medidas. Por ejemplo, a finales de septiembre, confinar Casariche, el municipio sevillano que triplicaba entonces la tasa de contagios de Madrid, y Almodóvar del Río (Córdoba). El TSJA avaló la restricción de la movilidad sin recurrir al estado de alarma. Se empezaron entonces a establecer paralelamente medidas que, en aquellas localidades con más incidencia de contagios, se han ido manteniendo o descartando según cada caso. Los establecimientos de hostelería y restauración limitaban ya el aforo al 50%, tanto en el interior como en el exterior, y la ocupación máxima por mesas o agrupación de mesas sería de seis personas a partir de entonces. También sin estado de alarma, la Junta acordó el 23 de octubre el cierre perimetral de Granada capital y otros 32 municipios, al estar su tasa disparándose ya y con una tasa de incidencia acumulada (IA) en Andalucía de 466,9.
Cuando la IA era ya de 575,2, el 28 octubre Andalucía acordaba cerrar sus fronteras, confinar las provincias de Granada, Sevilla y Jaén, y cientos de municipios. Ya estaba implantado el estado de alarma en España. Moreno mantuvo el toque de queda nocturno, ya fijado por el Gobierno central entre las 23.00 y las 6.00, mientras que bares y restaurantes debían cerrar a las 22.30. Con una IA tan alta, el ocio seguía disfrutando de amplios horarios. Salvo en las fechas navidades, y para reagrupaciones familiares, la comunidad autónoma permanecía cerrada desde entonces, y no se ha podido salir o entrar de ella salvo por causa justificada.
Noviembre: movilidad reducida
Pero el pico de la segunda ola estaba por llegar. Fue el 9 de noviembre, con una IA de 633,5. El día anterior, el 8 noviembre, se anunció que quedaba prohibida durante dos semanas la movilidad entre los municipios de toda Andalucía, con cierre a las 18.00 de cualquier actividad no esencial, adelantando el toque de queda a las 22.00. Fueron las medidas más duras, con la vista puesta ya en las fiestas navideñas, aunque el nuevo año traería un más alto índice de contagios incluso.
Antes de acabar el mes, concretamente el 22 noviembre, la Junta decidió prorrogar aquellas medidas restrictivas, aunque bares y restaurantes podían abrir hasta las 21:30 para servir comida para llevar. Un poco de aire para la restauración. La IA estaba ya a la baja, con una tasa de 493,1.
Diciembre: navidad “salvada”
El 10 diciembre, con la segunda ola dejada atrás, la Junta acordaba levantar el cierre perimetral de los municipios a partir del 12 de diciembre y abrir la movilidad entre provincias el día 18, así como reducir el toque de queda de 23.00 a 6.00. La Junta autorizaba las entradas y salidas de Andalucía entre el 23 de diciembre y el 6 de enero, limitando a diez personas las reuniones familiares los días 24, 25 y 31 de diciembre, y el 1 de enero. Con una tasa de 161,4, el comercio pudo abrir entre las 18.00 horas y las 21.00. La hostelería debía cerrar a las 18.00 para después poder abrir de nuevo de 20.00 a 22:30. Las cafeterías podían abrir hasta las 20.00 pero sin servir bebidas alcohólicas.
Tras “salvar la navidad” con aquella disparidad horaria, el “cierre del grifo” no tardó en llegar a la luz de los nuevos contagios. El 8 enero, Andalucía se empezaba a rearmar contra la tercera ola: clausuró de nuevo la hostelería a las 18.00, con toque de queda a las 22.00, prorrogando de nuevo el cierre perimetral de la comunidad. Pese al notable repunte de contagios y los malos presagios que más tarde se cumplirían, la Junta permitió la movilidad entre provincias, dejando confinados ocho pueblos del Campo de Gibraltar y uno en Córdoba. La IA era de 312,7, el doble que un mes antes, disparada hacia la tercera ola.
Enero: el tsunami de la tercera ola
El 15 enero, Andalucía cerraba de nuevo sus ocho provincias, limitaba las reuniones a cuatro personas, y clausuraba hostelería y comercio a las 18.00. El tsunami de la tercera ola estaba ya muy a la vista. La Junta pidió por escrito al Gobierno de España adelantar el toque de queda a las 20.00 y poder establecer el confinamiento domiciliario en los 91 municipios con tasa de contagio superior a mil por 100.000 habitantes. La IA era ya de 655,6, in crescendo, y llegó a superar los mil contagios por cada 100.000 habitantes a finales de enero. Moreno, con estado de alarma, clamaba por una “respuesta urgente” por parte del Gobierno. El lunes decía estar “maniatado” para luchar contra la pandemia sin estado de alarma.
Febrero: bajando la incidencia
El 23 febrero, con una IA que había bajado muy considerablemente pero que aún rondaba el 'riesgo extremo' (249,6), en Andalucía se prorrogaban hasta el 4 de marzo todas las medidas de seguridad contra el coronavirus entonces vigentes desde hacía un mes: restricciones a la movilidad a escala autonómica, provincial y municipal en función de la tasa de contagios por zonas -cierre perimetral para áreas con más de 500 casos por cada 100.000 habitantes y clausura de la actividad económica donde se rebasaban los mil casos-, toque de queda 22.00-6.00, y cierre de hostelería y comercios no esenciales a partir de las 18.00.
Marzo: aire para la hostelería en Semana Santa
Fue ese 4 de marzo cuando, de nuevo, algunas medidas se relajaban: las capitales de Huelva, Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén podían ampliar los horarios de apertura de bares, restaurantes y comercios hasta las 21.30, y las reuniones en exterior pasaron de 4 a 6 personas. La IA era entonces de 145,2.
Ya el 17 de marzo, con los ojos puestos en Semana Santa, la Junta acordó mantener el cierre de las provincias, aunque permitió que el comercio y la hostelería estuvieran abiertos hasta las 22.30 horas. La IA era de 132,4. La Junta preveía un leve empeoramiento de la situación, pero esas medidas se mantuvieron durante tres semanas.
Abril: una cuarta ola más suave
La incidencia había ido creciendo de manera continuada desde unos días antes de Semana Santa, ya en la segunda parte de marzo. Así las cosas, la Junta Andalucía prorrogó el 7 de abril el cierre perimetral entre provincias y mantuvo el horario ampliado de los bares, que ya entonces podían cerrar hasta las 22.30. La cuarta ola avanzaba, con una tasa de 207,9, pero no se endurecieron las restricciones. El 15 abril, entonces sí, Sevilla, Córdoba, Granada y Almería tenían que cerrar bares y comercios a las 20.00 horas. La incidencia, de 270,7, crecía de manera continua, aunque el pico de la cuarta ola se alcanzó el 17 de abril, con una tasa de 288,9.
El pasado 27 de abril, la Junta optaba por reabrir la movilidad entre las ocho provincias más de tres meses después, manteniendo el cierre perimetral de la comunidad autónoma, en vigor desde finales de octubre y que, como los viajes interprovinciales, solo dejó de estar vigente para “salvar la Navidad”. Cuando se adoptaban estas medidas, la IA era de 250, justo en el límite del llamado “riesgo extremo” y con unos datos que venían decayendo desde hacía días, con la cuarta ola en bajada, después de haber rozado los 300 casos a mediados de abril. El 9 de mayo empieza una nueva etapa en la pandemia.
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