Investigadores de la Universidad de Granada descubren los beneficios celulares del gas que provoca el hedor en las alcantarillas

Científicos de la Universidad de Granada han demostrado por primera vez que el sulfuro de hidrógeno, también conocido como el “gas de las cloacas” por el olor a huevo podrido que provoca en las aguas residuales estancadas, es muy beneficioso a nivel fisiológico, porque ayuda a las células a producir energía.

Los investigadores, pertenecientes a la Universidad de Granada, laboratorios Abbott y al Centro de Investigación Biomédica (Instituto de Biotecnología), han demostrado que en ratones y humanos el sulfuro de hidrógeno que producen las propias células es utilizado por una enzima llamada sulfuroquinona:oxidoreductasa, la cual participa en la producción de energía en cada tejido.

Como explica el autor principal de este trabajo, Luis Carlos López García, en los seres humanos y otros mamíferos, el sulfuro de hidrógeno es un gas tóxico que puede producir la muerte del individuo a altas concentraciones. “Sin embargo, en los últimos años han surgido algunos estudios que demuestran que el sulfuro de hidrógeno a concentraciones fisiológicas es un señalizador celular que realiza importantes funciones fisiológicas. Dicho de otro modo: en concentraciones altas, este gas de las cloacas inhibe la producción de energía a nivel celular, pero en bajas concentraciones la estimula”, apunta el investigador de la UGR.

Por tanto, el estudio liderado por investigadores de la UGR, que ha sido publicado en la revista Embo Molecular Medicine, una de las más importantes en medicina experimental del mundo, demuestra la importancia fisiológica del sulfuro de hidrógeno, el cual se produce y utiliza por cada una de nuestras células.

“Nuestro estudio identifica la alteración del metabolismo del sulfuro de hidrógeno como un nuevo mecanismo patológico asociado a la deficiencia en Q10. Finalmente, este trabajo abre las puertas a nuevas investigaciones y aplicaciones del metabolismo del sulfuro de hidrógeno, tanto desde un punto de vista patológico como terapéutico”, continúa el experto.

Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad, la Junta de Andalucía y el National Institutes of Health (NIH) de EEUU.