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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

¿Cómo llegó un rorcual común de 19 metros a presidir la sede de la Estación Biológica de Doñana?

Vista del esqueleto del rorcual común desde las escaleras de la sede de la Estación Biológica de Doñana.
29 de agosto de 2024 21:31 h

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Nada más atravesar las puertas de la sede de la Estación Biológica de Doñana, situada en la isla de la Cartuja en Sevilla, observamos, impresionante, un esqueleto de rorcual común colgado sobre nuestras cabezas. Se trata de una de las especies de ballena más grandes del mundo, cuyas poblaciones en la actualidad están categorizadas como “vulnerables”. Su cráneo, de más de 500 kilos de peso, nos recibe en un primer plano y nos hace sentir insignificantes ante la grandeza de la naturaleza. Su largo cuerpo acostillado asciende en vertical a lo largo de casi 19 metros por el hall del edificio hasta la quinta y última planta. El diseño del montaje hace que el ejemplar parezca tener vida propia, como capturado en un descenso hacia las profundidades de un océano imaginario. Al observar de cerca algunas partes de su cuerpo, intuimos una historia llena de vicisitudes. Las falanges de sus aletas presentan a primera vista distintos colores que sugieren un meticuloso proceso de restauración para su exhibición. Parte de sus costillas también parecen estar minuciosamente restauradas.

La Estación Biológica de Doñana, centro de investigación del CSIC, no tiene un museo abierto al público, pero sí guarda en sus entrañas todo un tesoro desconocido de gran valor patrimonial y científico. En sus sótanos se conservan unas sorprendentes colecciones científicas con más de 150.000 ejemplares catalogados de todo tipo de animales, vertebrados e invertebrados, de muestras de tejidos e incluso un herbario de reciente implantación. Son las segundas a nivel nacional tras las del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, por la cantidad y diversidad de su material. Las preparaciones son múltiples. Se conservan huesos, pieles para su estudio, ejemplares y tejidos en alcohol e incluso algunos ejemplares naturalizados, como un espectacular oso pardo o un águila imperial. La colección de cetáceos de la Estación Biológica de Doñana es una de las más completas del mundo, con más de 700 ejemplares con representaciones de todas las especies, de las que se conservan esqueletos parciales o completos, así como muestras de tejido.

La historia de cada ejemplar de las colecciones es única. La mayoría proceden de centros de recuperación o zoológicos, fallecidos por distintas causas, de donaciones de colecciones privadas o incautaciones de tráfico ilegal. ¿Cómo llegó este rorcual común a presidir la sede de la Estación Biológica de Doñana? La historia que esconde nos habla de altibajos, de momentos de ocaso y de esplendor, de veneración y abandono, que nos hace reflexionar sobre la importancia de conservar el patrimonio histórico natural.

El origen de la ballena

Allá por 1996, el primer director de la Estación Biológica de Doñana, José Antonio Valverde, estaba muy interesado en ampliar la colección de cetáceos del instituto, por lo que, cuando recibió la noticia sobre el varamiento de una hembra de rorcual común en una de las playas cercanas a Doñana, no dudó en movilizar a todo un equipo de personas para incorporarlo a las colecciones científicas. Hasta entonces, sólo se conservaba un esqueleto parcial, y más viejo, de la misma especie. A la vista de los daños que presentaba en uno de sus costados, sin duda, el espécimen debía haber sido arrollado por un barco. Tras descarnarlo, fue enviado al Parque Nacional de Doñana para que el tiempo pudiera eliminar del todo la materia orgánica.

El interés por los cetáceos en esta última época de su vida llevó a Valverde a iniciar el proyecto de un Museo del Mundo Marino en Matalascañas, cerca de Doñana, en el que se exhibirían ejemplares pertenecientes a las colecciones científicas de la Estación Biológica de Doñana y, junto a ellos, sus réplicas a tamaño real. El rorcual común, recién adquirido, sería la joya del Museo. El artesano José Manuel Díaz, conocido profesionalmente como el Vichero, se encargó de restaurar las partes dañadas por la colisión y ponerlo a punto para la exhibición. Finalmente, el Museo abrió sus puertas en 2002 con un éxito relativo de público. Sin embargo, tan sólo diez años después, en 2012, la crisis económica y una mala gestión lo llevó a cerrar sus puertas para siempre.

Abandono tras el cierre del Museo del Mundo Marino

Allanamiento, vandalismo, robos… Tras los esfuerzos, tanto personales como económicos, para poner en marcha el proyecto, el Museo del Mundo Marino fue abandonado y junto a él todos los objetos de alto valor patrimonial que albergaba. Algunas colecciones, como la impresionante colección de conchas, fue expoliada. Los esqueletos y réplicas fueron vandalizados y dañados en parte. Algunas falanges del majestuoso rorcual común desaparecieron. Ante la dramática situación en la que se encontraba este valioso patrimonio científico, la Estación Biológica de Doñana decidió recuperar los especímenes y réplicas, que fueron instalados en el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla, inaugurado en 2013. Sin embargo, no se pudo recuperar todo: el rorcual común era demasiado grande para ser expuesto en el recién inaugurado museo.

Su gran tamaño era un gran inconveniente para todos los lugares pensados para su instalación. Sólo quedaba un único lugar disponible: la sede de la Estación Biológica de Doñana en Sevilla. El edificio consta de un amplio hall donde están situadas las escaleras de sus cinco pisos, sin más techos que el de la última planta. La única posibilidad era instalarlo en forma vertical, algo que no se había hecho nunca antes en ningún lugar del mundo, que se tuviera constancia. La dificultad era máxima pero el resultado podría ser impresionante. El esqueleto fue llevado de nuevo a los talleres del Vichero para una segunda restauración. Los materiales antiguos fueron sustituidos por unos más modernos de mejor calidad y se restauraron las partes desaparecidas o dañadas.

También era importante tener en cuenta que el montaje iba a ser muy diferente al empleado para el Museo del Mundo Marino, donde se exhibía en la tradicional forma horizontal. Finalmente, el esqueleto fue instalado en 2023 tras un meticuloso diseño arquitectónico, con rigurosos cálculos de contrapeso que asegurasen la estabilidad de la estructura. El trabajo del equipo de montaje contó con la supervisión de un equipo científico, que se aseguraba de que mantenía las proporciones y medidas correspondientes. El resultado final era sencillamente espectacular. Su disposición en vertical permitía observar y disfrutar el espécimen desde distintas perspectivas según se recorrían las cinco plantas del edificio.

Un símbolo de las Colecciones Científicas

La sobrecogedora figura del rorcual común está llamada a ser símbolo de las Colecciones Científicas y de la Estación Biológica de Doñana, así como de su misión fundamental de contribuir al conocimiento sobre ecología, evolución y conservación de la biodiversidad. Los especímenes guardados en las colecciones son embajadores de su tiempo, muestras representativas de sus especies en un momento y lugar concretos. Son una ventana al pasado para la comunidad científica, que puede, gracias a ellos, realizar estudios comparativos y analizar los cambios que se están produciendo en la biodiversidad.

La historia de este ejemplar hembra de rorcual común fallecida tras la colisión con un barco, nos hace reflexionar, además, sobre los conflictos existentes entre la naturaleza y las sociedades humanas, especialmente en especies amenazadas como las ballenas. Las contrariedades que sufrió este ejemplar de rorcual común a lo largo de su historia, con espacios de tiempo de total desprotección e inseguridad, nos demuestran también la necesidad de un apoyo institucional que valore el patrimonio científico y lo proteja.

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

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