El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
¿Qué supone ser miembro de EMBO?
Mi naturaleza curiosa y quizás la influenciada de mi ambiente familiar, un padre científico y una madre dedicada a las matemáticas, me ha llevado desde pequeñita a querer saber el por qué de las cosas. Esta curiosidad me llevó a estudiar Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla y continuar con la especialidad de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Fueron las asignaturas de esta especialidad y mi base química las que despertaron en mí la curiosidad por saber como las interacciones entre células y moléculas son orquestadas para dar lugar a la gran diversidad de organismos vivos presentes en la naturaleza. Y estando en la UAM, tuve la gran suerte de poder contactar con investigadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, uno de los mejores centros de investigación por aquel entonces en España, que gozaba de un enorme prestigio internacional.
Con la ayuda de una beca del Ministerio de Educación y Ciencia, comencé así mi tesis doctoral en el campo de la Biología celular y del desarrollo, cumpliéndose así uno de mis sueños, trabajar como investigadora. Bajo la tutela de mi director de tesis, Prof. F. Jiménez, comencé a usar Drosophila melanogaster, conocida como la mosca de la fruta, como sistema modelo para intentar entender los mecanismos que regulan la formación del sistema nervioso embrionario. Entrar en la comunidad de “drosofilistas”, como se nos conoce a los que trabajamos con Drosophila, fue uno de los mayores aciertos de mi carrera científica. Se me abrió un horizonte infinito para poder responder a muchas de las preguntas que siempre me habían interesado sobre como se forman los distintos órganos, que hace que sean unos distintos de otros, por qué a veces dejan de funcionar,…
Por otra parte, me puso en contacto con la comunidad de drosofilistas, una comunidad a nivel mundial increíblemente acogedora, generosa con reactivos y conocimiento, innovadora,…Una comunidad de científicos que ha conseguido logros de extraordinaria relevancia en el campo de la biología molecular y celular y de la biomedicina, lo que se refleja en el hecho de contar entre sus miembros a varios premios nobeles, premios príncipe de Asturias, premios Jaime I,….
Recompensar apoyos
Finalizada la tesis, me marché a trabajar como investigadora postdoctoral al laboratorio del Prof. N. Brown en el prestigioso Gurdon Institute en Cambridge (UK), donde continué con mis estudios sobre el desarrollo embrionario, centrándome en este caso en como las interacciones entre las células y la matriz extracelular regulan la morfogénesis embrionaria. Allí, de nuevo, en un ambiente de excelencia científica, continué mi formación y aprendí a ser más crítica, a elegir las cuestiones más relevantes, a proponer hipótesis fundamentadas,…, capacidades que me prepararon para dar con éxito el siguiente paso en la carrera científica, la independización. Así, en 1998 conseguí una plaza como investigadora principal en el Department of Physiology Development and Neuroscience, de la Universidad de Cambridge, donde proseguí con mis estudios sobre la embriogénesis, centrándome en los procesos de migración e invasión celular. Dos años más tarde constituí mi grupo de investigación en España, tras obtener la plaza de científico titular del CSIC en el Instituto de Parasitología y Biomedicina de Granada. Desde 2009 soy investigadora científica del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo.
Durante mi carrera científica he mantenido siempre una estrecha colaboración con la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO). En un principio, como revisora de becas y proyectos de investigación, y desde el 2002, tras recibir el premio EMBO Young Investigator, de forma más activa participando en cursos, actividades de divulgación científica,… Mi nombramiento como miembro de EMBO, una asociación internacional de científicos que recluta, desde principios de los sesenta, a sus miembros por la excelencia y el carácter pionero de sus trabajos en el campo de la biología, es un magnífico premio al esfuerzo de toda una vida dedicada a la investigación. Pero lo que mayor satisfacción me produce este reconocimiento es que para mí supone, en cierta medida, una manera de retribuir la inmensa ayuda y confianza que muchas personas e instituciones han puesto en mi a lo largo de mi carrera científica, porque este reconocimiento es en realidad a todos ellos. Así que, mi más sincero y profundo agradecimiento.
Ahora, el ser miembro de EMBO me va a permitir recompensar algunos de los apoyos que recibí. Así podré contribuir al fortalecimiento de las colaboraciones entre la comunidad científica española y otras en Europa y en el resto del mundo, a través de las relaciones internacionales de la asociación. Por otra parte, mediante la participación como miembro EMBO en comités que regulan diversas iniciativas como financiación de becas y proyectos, edición de prestigiosas revistas, etc, podré, por una parte, incrementar la presencia española en organizaciones de gran impacto en la ciencia a nivel mundial y, por otra, proponer acciones que estimulen y fortalezcan la ciencia española. Por todo ello, y en especial por lo que supone para nuestra comunidad científica, me siento enormemente orgullosa y feliz de que hayamos conseguido este nombramiento.
Mi naturaleza curiosa y quizás la influenciada de mi ambiente familiar, un padre científico y una madre dedicada a las matemáticas, me ha llevado desde pequeñita a querer saber el por qué de las cosas. Esta curiosidad me llevó a estudiar Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla y continuar con la especialidad de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Fueron las asignaturas de esta especialidad y mi base química las que despertaron en mí la curiosidad por saber como las interacciones entre células y moléculas son orquestadas para dar lugar a la gran diversidad de organismos vivos presentes en la naturaleza. Y estando en la UAM, tuve la gran suerte de poder contactar con investigadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, uno de los mejores centros de investigación por aquel entonces en España, que gozaba de un enorme prestigio internacional.
Con la ayuda de una beca del Ministerio de Educación y Ciencia, comencé así mi tesis doctoral en el campo de la Biología celular y del desarrollo, cumpliéndose así uno de mis sueños, trabajar como investigadora. Bajo la tutela de mi director de tesis, Prof. F. Jiménez, comencé a usar Drosophila melanogaster, conocida como la mosca de la fruta, como sistema modelo para intentar entender los mecanismos que regulan la formación del sistema nervioso embrionario. Entrar en la comunidad de “drosofilistas”, como se nos conoce a los que trabajamos con Drosophila, fue uno de los mayores aciertos de mi carrera científica. Se me abrió un horizonte infinito para poder responder a muchas de las preguntas que siempre me habían interesado sobre como se forman los distintos órganos, que hace que sean unos distintos de otros, por qué a veces dejan de funcionar,…