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La historia de las mujeres que escribieron la historia de la Economía

Exposición sobre las mujeres economistas

Sonsoles Valenzuela

Primera pregunta del examen: “Cite a algunos economistas clásicos”. El alumno, al que se le enciende un “esta me la sé”, acto seguido responde: “John Keynes, Adam Smith, David Ricardo y Joseph Schumpeter”. Pocos escriben los nombres de otras figuras igual de relevantes en la historia del pensamiento económico como, por ejemplo, los de Joan Robinson, Rosa Luxemburgo, Rose Director Friedman o Elinor Ostrom, la primera y única mujer premio Nobel de Economía de las 48 ediciones que suma este galardón. Porque, al igual que sucede en todo lo que a la explicación de la Historia se refiere, los nombres de las mujeres o no aparecen en los hitos y los libros, o cuando lo hacen son la sombra de otros y de las contadas excepciones.

Esta dinámica de excluir y de no nombrar para que no exista está siendo crecientemente revertida gracias a la pulsión feminista y cada voz que, concienciada con el sesgo y la injusticia, completa el relato con los nombres de las mujeres que también hicieron y escribieron la historia. En la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Sevilla, siguiendo la estela de las acciones que están visibilizando las aportaciones de las mujeres a la Historia, María José Charlo y Joaquina Laffarga, profesoras de economía financiera y contabilidad, han promovido una exposición que ya en su título hace una declaración de intenciones: “La economía no es solo cosa de hombres”.

Una muestra que visibiliza las figuras de las 15 economistas de Europa y de Estados Unidos pioneras y más relevantes por sus aportaciones a la Historia del pensamiento económico. “Una representación relevante de mujeres economistas del siglo XIX y XX que ya no se encuentran entre nosotros, con una única salvedad de Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, considerada como la economista más importante actualmente”, informan.

Muchas de ellas, cabezas pensantes y co-autoras de las más destacadas obras y teorías económicas, si bien sus nombres quedaron sepultados, atribuyéndosele el mérito a los economistas (en masculino no genérico). Hasta navidades, la exposición estará en la Facultad de Turismo y Finanzas para después seguir un itinerario por otros emplazamientos.

Más allá de la sombra de Adam Smith y los premio Nobel

En relación a otros como Derecho o Química, los estudios universitarios de Economía son recientes. Se sitúan en el siglo XVIII con la publicación de la obra La riqueza de las naciones, de Adam Smith. Ya en estos inicios, denuncian las profesoras María José Charlo y Joaquina Laffarga, las mujeres estaban estudiando la disciplina y haciendo aportaciones relevantes a las Ciencias Económicas, si bien sus nombres han quedado ensombrecidos.

La historia de estas economistas pioneras tiene muchas cosas en común, subrayan las profesoras. “Nacidas en familias de corte liberal y alto poder adquisitivo cuyos padres estaban preocupados por su educación, cuestión importante si consideramos que a finales del XIX y principios del XX las mujeres estaban” asignadas a estar “dedicadas a las tareas domésticas y al cuidado de maridos e hijos. Las mujeres no estaban emancipadas. Debido a esto, casi todas trabajaban con sus maridos y maestros, economistas de referencia. Sus maridos también jugaron papeles muy importantes, apoyando sus carreras y publicando con ellas. Sin embargo, los méritos se les atribuían a ellos, cuando en muchos casos, ellas eran más relevantes”,

Por señalar entre tantos dos ejemplos. Rose Doctor Friedman y Anna Schawartz, la mujer y la discípula de Milton Friedman, ambas visibilizadas en la exposición, publicaron con él los trabajos por los que le dieron el Premio Nobel de Economía en 1976. Pero se lo dieron solo a él, a ellas no“. Otro ejemplo similar es el de Janet Yellen. Su marido, George Akerlof, también economista con quien ha escrito en coautoría, fue galardonado con el premio nobel de 2001.

Otras características comunes entre estas referentes son “el interés que muestra la mayoría por la economía social y su capacidad de reivindicación, ya que fueron grandes luchadoras en pos de la igualdad entre sexos y del sufragio femenino. Asimismo, muchas de ellas son de origen británico, debido a que en esa época había fructificado el desarrollo industrial”.

La revolución en las revoluciones

Entre las semblanzas, todas elaboradas por el profesorado de la facultad, están economistas como Harriet Taylor Mill, considerada una de las mayores filósofas de su tiempo. Personaje que en el siglo XIX asumió una postura crítica en cuanto a “la degradación que suponía para las mujeres tener que se dependientes económicamente de sus maridos”, recoge la profesora Pilar de Fuentes en su biografía.

Harriet fue coautora con Stuart Mill, su segundo marido. De ahí que sus “ideas no pueden documentarse en su totalidad como una obra claramente independiente de los escritos de Stuart Mill. En este tiempo era muy difícil que los escritos de una mujer llegaran a ser tenidos seriamente en cuenta”, una denuncia que también hizo el propio Stuart Mill en su autobiografía. Juntos escribieron grandes obras como The Enfrachisement of Women (La liberación de la mujer), a ambos se les acuña el establecimiento de las bases de la teoría política que acunó el sufragismo, escribieron sobre el matrimonio y el divorcio…También, aunque no con la misma terminología, sobre violencia de género. Otra de sus obras destacadas fue On the Futurity of the Working Classes en la obra Principes of Political Economy, un referente en el pensamiento económico, también escrito conjuntamente con Stuart Mill.

Entre las figuras a las que acerca esta exposición, está una más públicamente conocida. Rosa Luxemburgo, un referente de la teoría marxista, crítica de Marx y criticada por su hetorodoxia constante, por su esencia de revolucionaria en las revoluciones; siendo sus escritos la semilla para la fundación del Partido Comunista Alemán. Cristobal Casanueva, decano de la Facultad de Turismo y Finanzas, ha sido el responsable de elaborar su biografía, que le ha servido, cuenta con agradecimiento, para ampliar su conocimiento de la figura de Luxemburgo. “Fue una economista marxista a la que reivindican los economistas clásicos, que se confiesan deudores de algunas de su ideas”. Entre sus variadas aportaciones a la economía, las más destacadas centradas en la crítica a Marx. De ella “destacaron que introduce una nueva forma de ver la acumulación del capital que apunta al crecimiento efectivo de la demanda y de la falta de incentivo a invertir, que después desarrollarán otros economistas”. También aportó respuestas a por qué la crisis del capitalismo no había dado lugar al socialismo, tal y como Marx había previsto, señalando al colonialismo e imperialismo, que lo sostenían expandiéndose a la búsqueda de nuevos mercados. Entre otras aportaciones.

Otras biografías que se rescatan son las de Mary Paley Marshal, además de economista, la primera profesora de Cambridgde, “que también quedó ensombrecida por la figura de su marido, Alfred Marshall, quizá el más famoso de los economistas neoclásicos”. Beatrice Potter Webb, fundadora de la London School of Economics, y que escribió entre destacadas obras Los salarios de los hombres y mujeres: ¿deberían ser iguales?, publicado en 1919 y de imperiosa actualidad. Clara Elisabeth Collet, economista, estadística y feminista que fue una de las primeras mujeres en obtener una graduación universitaria en la rama de Economía en 1880 en el University College of London. Edith Abbot, que con sus estudios “enfatizó la importancia y la necesidad esencial de una administración para el bienestar público y la responsabilidad del estado respecto de los problemas sociales”, escribiendo sendas obras sobre el trabajo infantil y el trabajo de las mujeres, la vivienda, la delincuencia y la emigración. Elisabeth Boody Schumpeter, cuyo marido, Josepth Schumpeter, “fue uno de los grandes economistas de la historia, pero pocos conocen la contribución que en la culminación de su obra tuvo Elisabeth”. Joan Robinson, “la nobel que nunca fue”, y cuya semblanza inicia el profesor Manuel Ángel Martín así: “mi encuentro con la señora Robinson fue injustamente tardío. Tenía que haberla conocido mucho antes, pero ni en los programas de la facultad ni en mis desordenadas lecturas había encontrado referencias estimulantes para acercarme a su persona”. En esta misma semblanza hace referencia, además de la importancia de esta “inteligente” economista en el siglo XX.

Elinor Ostrom, la primera nobel de Economía en 2009, por “su análisis económico de la gobernanza, especialmente de los bienes comunales” y que, hija de su tiempo, es de las mujeres representadas en esta exposición la única que nace en el seno de una familia humilde, ya pudiendo acceder a una educación universitaria pública. Y por último Mary Smithz, “que en tiempos en los que las mujeres estaban excluidas de las instituciones que otorgaban credenciales profesionales, fue la primera mujer en conseguir, en 1920, ser miembro de una asociación profesional de contables en el Reino Unido”.

El efecto tijera en las universidades y las empresas

Ya en el despacho, las profesoras comentan: “cuando nosotras estudiábamos ni nos planteábamos estas cuestiones”. Ahora, poco a poco, tras la revisión fruto del análisis de las evidencias y datos constatables, con los que “te pones las gafas”, señalan estas realidades injustas que genera el machismo. La profesora Joaquina Laffarga, de las primeras catedráticas en el área de Economía Financiera y Contabilidad, coge un papel y lo dobla hasta darle una forma combinada entre el triángulo y la flecha. A la izquierda más papel, menos en la punta. Mira y pregunta: “¿Conoces el efecto tijera?”. Sirve para explicar que “aunque en las facultades de economía y empresa las mujeres son mayoría, no lo son ni en las cátedras, ni en la investigación. Tampoco en las cúpulas de las empresas”.

La exposición, que ha sido posible gracias a la ayuda concedida por el servicio de Extensión Universitaria de la Universidad de Sevilla, estará después en la Universidad Pablo de Olavide, formará parte de una de las próximas actividades en Sevilla de la AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), visitará el Rectorado de la Universidad de Sevilla, y viajará a la Universidad de Valencia. Estando abierta, comentan las profesoras, a propuestas de otras actividades que quieran contar con la presencia de la exposición.

“Queda mucho camino por recorrer”, concluyen. “Esperamos que estas pequeñas semblanzas acerquen a las biografías y las aportaciones realizadas a la economía por estas grandes y desconocidas mujeres y que ello contribuya a que en los años venideros no se tenga que hacer una exposición con las economistas olvidadas del siglo XXI”.

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