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Quino, el humor y las raíces andaluzas

El dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, conocido como "Quino". EFE/David Fernández/Archivo

Alejandro Luque

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El dibujante Quino, autor de un personaje tan entrañable e icónico como Mafalda –pero también de una vasta y valiosa obra gráfica posterior–, fallecía el pasado día 30 en Mendoza (Argentina) para desolación de sus seguidores en todo el mundo. Una pérdida que se ha sentido acaso de manera particular en Andalucía, donde el artista tenía sus raíces familiares, y adonde regresaba con frecuencia. 

Los padres de Joaquín Salvador Lavado Tejón, su nombre completo, eran naturales del barrio de Los Boliches, en Fuengirola, de donde emigraron a Argentina en 1919. Quino nacería en Mendoza 23 años más tarde, en 1932, aunque siempre se sentiría unido a España “por la sangre que me dieron mis padres”, dijo cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014, “muy emocionado y muy agradecido a España, porque es un honor muy grande”.

Aunque sus padres desaparecieron precozmente –ella en 1945, él poco después, cuando Quino tenía 17 años–, la impronta de haber crecido en una familia andaluza quedó para siempre en su personalidad. “Nunca me sentí muy latinoamericano, mis padres eran andaluces y en casa se hablaba andaluz. Cuando iba al colegio hablaba de tú, decía cosas como 'este tío' y me preguntaban '¿es tío tuyo?'”, bromeaba. De hecho, reconocía que había tenido un marcado acento andaluz hasta los seis años, cuando ingresó en la escuela Primaria.

La figura que decantó su vocación fue su tío Joaquín, ilustrador de profesión, quien además de forzar su nombre artístico le inculcó la pasión por el dibujo. Algo que no le hacía tanta gracia a su madre, recordaba, que luego tenía que ocuparse de la limpieza cuando al niño le daba “por decorar las mesas”.

En una entrevista para El Mundo con Juan Ignacio Irigaray, el dibujante recordaba: “Tuve la suerte de tener una familia andaluza y allí había mucho sentido del humor”, y añadió no obstante: “Mi abuela era comunista y mis padres republicanos. En mi familia la guerra civil española se vivió como una tragedia, porque la perdimos”. Exiliado a Milán en 1976, tras el golpe de estado militar en Argentina, se nacionalizó español en 1990. Pero, recordaba, ante la frialdad del acto administrativo de obtener la nacionalidad, optó por solemnizar ese 5 de enero de 1990 comprando una Constitución y jurándola él solo. Desde entonces, alternó su residencia entre Mendoza, Madrid y Buenos Aires.

Como era preceptivo, Quino hizo su peregrinación a la Fuengirola de sus padres siendo ya adulto, para comprobar que poco quedaba de la villa de pescadores que le habían relatado. “Me encontré aquello lleno de rascacielos y todo escrito en sueco o en holandés, fue una desilusión bastante grande”, evocaba. “Todos mis tíos vivían en Argentina, pero también eran de Fuengirola, y estaban muy ilusionados por saber cómo estaba aquello. Lo único que quedaba igual es un castillo que hay en Fuengirola, que mi madre me contaba que jugaba allí de niña, así que cogí unas piedras de allí y se las llevé a mis tíos”.

Una memorable charla en Huelva en 2007

El dibujante malagueño Ángel Idígoras, que reconoce que admira más esa obra posterior de Quino que la omnipresente Mafalda, llegó a impulsar en Fuengirola una iniciativa en honor al maestro que no llegó a prosperar. “Al conocer sus orígenes, hablé con el concejal de Cultura de entonces para proponerle colocar en un parque de Fuengirola estatuas con los personajes de Quino. El hombre se convenció y contactó con Quino, pero parece que era un poquito especial, y al final puso tantas trabas y pegas sobre cómo quería que fueran exactamente las figuras, que el concejal se cansó. Es una lástima, porque habría quedado una huella muy bonita”.

Según Idígoras, “lo del humor andaluz es algo que he pensado mucho, y he llegado a la conclusión de que el humor es universal. Quizá los andaluces tienen más gracejo, pero hay que diferenciar entre la gracia natural y este oficio, que es una tarea más intelectual que emocional. Contadores de chistes en Andalucía hay millones, pero como decía Mingote, ‘el humor es no tenerle miedo a pensar’”.

En todo caso, las visitas de Quino a Andalucía en los últimos años no fueron escasas. En Huelva se le lloraba estos días recordando la memorable charla que ofreció en enero de 2007 en el salón de actos de la Facultad de Derecho, donde dejó varios dibujos de recuerdo. En noviembre de ese mismo año conversaba con los estudiantes en el Aulario La Bomba de la Universidad de Cádiz, a los que recomendó que “lo mejor es cultivarse, leer mucho, ir a muchos museos e ir mucho al cine”. Asimismo, fue invitado de honor del XVIII Salón Internacional del Cómic de Granada 2013, donde fue recibido por las autoridades de la Junta de Andalucía y aclamado por los incondicionales de la viñeta.  

Allí le dio la mano el dibujante gaditano Fritz. “No se me ocurrió qué decirle, como suele pasarme en estos casos. Me limité a expresarle mi admiración”, recuerda. “No tengo claro cuándo el humor es de un sitio u otro, pero no cabe que el de Quino conecta muy bien con nosotros. También conecta en general el humor que se hace en Argentina con el de los españoles, ¿no? En todo caso, sea andaluz o no, el de Quino es mi favorito entre todos los humoristas gráficos”.

En todos estos escenarios comentó también que el hecho de ser fan de Buster Keaton y Chaplin, especialmente, había marcado su humor, así como las lecturas de Freud. Y cómo no, el hecho de haber crecido “en el seno de una familia muy interesada en arte, como el dibujo o la música”, apostilló.

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