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María Ruido y su 'Estado de malestar': usted no necesita un psiquiatra, necesita un comité de empresa

Hace unos diez años, María Ruido sintió que colapsaba. Ello lo llama su momento de “quiebra”. Empezó, como tantas otras personas en su situación, a consumir antidepresivos. Se sometió a una terapia que se prolongó a lo largo de dos años. “Volví a resituar mi malestar, que en aquel momento viví como algo exclusivamente mío”, recuerda. “Y aprendí que es importante compartir cómo te sientes, desestigmatizarte. No vivir lo que te pasa como un fracaso personal que se cura tomando fármacos”.

Tal vez en aquel momento estaba, sin saberlo, germinando su última película, Estado de malestar, presentado en el festival Alcances de Cádiz. Pero lo que terminó de dar forma al proyecto fue la enriquecedora lectura de Realismo capitalista, una obra del profesor de crítica cultural Mark Fischer donde se habla extensamente de la universidad y el modo en que ésta se ha burocratizado. En concreto, un capítulo titulado ‘La burocratización del estrés’, donde viene a decir que el sistema pretende que vivamos el estrés como un asunto privado, “o incluso que es culpa tuya”, apunta.

Ruido (Xinzo de Limia, 1967) no tuvo que ir muy lejos para constatar que “vivimos todo tipo de malestares causados por una forma de vida asesina. Se nos inflige un sufrimiento psíquico que se pretende biologicista –a menudo te dicen ”te falta serotonina“ o ”las hormonas están chifladas“, sobre todo a las mujeres– pero hay mucho más”, explica.

Daños invisibles de la división de clases

La directora, que ya se había interesado por la antipsiquiatría después de indagar en la figura de Frantz Fanon, fue acumulando ideas al respecto. Se apoyó en el químico y filósofo Santiago López Petit, quien padece un síndrome de agotamiento continuo, y del psiquiatra Guillermo Rendueles, célebre por acuñar una frase que ha hecho fortuna: “Tú no necesitas un psiquiatra, sino un comité de empresa”. Así, se dispuso a denunciar un modo de vida capitalista que obliga a simultanear varios trabajos, que llena de deudas a quienes quieren un techo bajo el cual vivir, y que en definitiva provoca daños invisibles que tienen que ver con la división de clase y la división sexual del trabajo.

En su búsqueda, María Ruido se encontró con toda una línea de activistas que combate en ese frente, “gente que está diagnosticada con ‘enfermedades mentales’, dicho sea con todas las comillas, que se aglutina en grupos de apoyo mutuo y lucha contra la terapia farmacológica, al tiempo que busca otras salidas”, afirma. Se trata de colectivos como Flipas Gam de Madrid o ActivaMent de Barcelona, o La Rara Troupe, que realizan sus propios trabajos audiovisuales en el Musac de León.

El contacto con estas personas abrió una nueva dimensión a la investigación de Ruido. Allí pudo comprobar que las garras del patriarcado alcanzan también al ámbito de la salud mental. “Los locos son locos, pero también son hombres patriarcales, tienen los mismos tics machistas que vemos en el resto de la sociedad”, lamenta la directora. Eso, sumado a situaciones tan dantescas como habituales (“Abusos sexuales en las instituciones, esterilizaciones forzadas, contenciones mecánicas…”) llevan a Ruido a la conclusión de que “con el sufrimiento mental, tus derechos como persona se suspenden. Es algo que tiene que ver con la falta de recursos, claro, pero también con una especie de cosificación de la persona que padece estos procesos”.

Estado de malestar presta mucha atención a la celebración del primer Orgullo Loco, en 2018, en el que personas afectadas por diversas patologías psíquicas salieron a la calle para corear sus reivindicaciones con el famoso estribillo de Ketama, “… y sabemos lo que queremos”. El mensaje de fondo es que, con los grandes retos sociales del nuevo siglo –feminismo y ecologismo a la cabeza– la lucha por la diversidad física y psíquica será otro de los grandes ejes de los activismos.

“No quise hacer la típica película de estereotipos, donde el loco siempre es el otro. Yo lo viví y podía haberme quedado ahí”, manifiesta María Ruido, quien cita como ejemplo clásico el Jack Nicholson de Alguien voló sobre el nido del cuco frente al tratamiento de Joaquim Jordá en Monos como Becky. La artista visual y profesora opina que la mejor forma de resistencia ante ese medio social que destruye economías pero también mentes es “no vivirlo con una aceptación resignada. Las cosas no son de una manera y ya, se construyen poco a poco. Por ejemplo, ante procesos de estrés y depresión no hay que quedarse encerrada en casa, sal, ve a grupos de ayuda mutua, no te quedes rumiando. Tenemos que empezar un ciclo para poner los cuerpos en la calle”, asevera.

“Ninguna conquista se ha hecho desde casa”

Y añade: “Internet nos da esa falsa idea de que estamos activas desde nuestros ordenadores, pero ninguna conquista se ha hecho desde casa”. De hecho, a pesar de que muchos consideran que el 15-M acabó desinflándose, lo cierto es que la mayoría de estos colectivos nacieron de allí. “Ellas son muy optimistas con el futuro, yo confieso que tengo mis dudas, y es verdad que con los años el cansancio hace mella. Pero por nuestro bien psíquico, para que haya un horizonte, es necesario mantener la esperanza”, apostilla.