Los nombres de la UNIA quiere poner cara e historia a los grandes personajes que jalonan los cursos de verano de la entidad universitaria. Personas de renombre académico en cada una de sus disciplinas y fundamentales para aportar en el debate general. Este site está respaldado por la propia Universidad Internacional de Andalucía.
Ana María López: “Existe un límite a la hora de experimentar con animales”
Bienestar Animal. Bajo este nombre están reunidos esta semana en la sede de Baeza de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) expertos que analizan “el creciente interés por todo cuanto tiene relación con el mundo animal, no sólo de los encuadrados bajo el epígrafe de mascotas, sino también los incluidos en los grupos de renta y alimentación”.
El curso se lleva a cabo en colaboración con diversos colegios y asociaciones profesionales de veterinarios, para que, con el concurso de ponentes especialistas en temas de bienestar y maltrato, pongan a disposición del alumnado los últimos conocimientos que la Etología está proporcionando.
Entre las voces autorizadas que se han reunido en la localidad jiennense se encuentra la profesora de la Universidad de Córdoba Ana María Molina López, del área de Toxicología, departamento de Farmacología, Toxicología, y Medicina Legal y Forense, y miembro del Grupo PAIDI AGR-215 “Toxicología Veterinaria” perteneciente al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario -CeiA3.
En los últimos años ha publicado más de 30 artículos de investigación relacionados con la Toxicología y la Experimentación Animal, así como más de 100 comunicaciones a congresos.
En la charla con eldiario.es/andalucia analiza muchos procedimientos que se aplican cuando se trabaja con en laboratorios con seres vivos, pero con una premisa fundamental: “Existe un límite a la hora de experimentar con animales”.
Molina tiene claro que el actual camino de la investigación “pasa por la reducción del uso de animales en experimentos”, lo que cita como “una obligación”.
De hecho, recuerda que se trata de un campo sumamente regulado, de modo que no es fácil que algo se escape del control legal, ya que cuando se solicita la autorización para realizar un determinado procedimiento experimental “tienes que justificar por qué se están usando animales y, existe la posibilidad de que el experimento sea rechazado en el caso de que exista un método alternativo”.
“Las tres erres”
En investigación con animales, por lo tanto, nada queda al azar. Y todo, además, se basa en lo que ella denomina “el principio de las tres erres”, que tiene sus preceptos basados “en reducción, para llegar al mínimo de animales utilizados; refinamiento, para utilizar los procedimientos más sofisticados evitando el dolor y sufrimiento animal, y reemplazo siempre que sea posible”, de modo que, en ocasiones, los animales puede ser sustituidos por bioensayos, hongos, levaduras o distintos organismos“.
Es cierto que no es lo mismo trabajar con un animal que con una célula, pero los límites éxitos están marcados en negrita en este campo. Otra cosa es cuando es inevitable, pero siempre tiene que seguir un línea, que está muy delimitada que la experta llama “balanceo ético”, que sirve “para medir cuánto afectará a los animales en el proceso experimental y compararlo con los beneficios que se van a obtener con el trabajo que se realiza”.
Con todo, termina con una reflexión: “Ojalá podamos dejar de utilizar animales en experimentos, porque es algo que todos queremos conseguir”.
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