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La malagueña que se puso en huelga de hambre paraliza in extremis el desahucio

Luisa Heredia, la mujer que inició una huelga de hambre en protesta por su desahucio y el de sus cuatro hijos (tres menores y uno de ellos con espina bífida) ha conseguido este lunes paralizar el desalojo hasta, al menos, el próximo 26 de mayo. Tras un largo tira y afloja a la puerta de la vivienda entre activistas de Stop Desahucios y PAH y Gramina Homes, la propietaria, ésta ha accedido a la paralización, si bien sigue negándose a negociar un alquiler social con la mujer, que ocupa el inmueble sin ningún título.

La mujer gana tiempo, algo menos de tres semanas, pero es consciente de que si nada cambia, en unos días volverá a verse en una situación similar. Por eso, no se muestra demasiado contenta por teléfono. “Es una buena noticia”, empieza diciendo, con un tono muy alejado de la euforia. “Aunque sea angustioso, pero vale”, concede la mujer, que se dice “cansada”. En este periodo, las activistas pretenden trasladar al juez la vulnerabilidad de la familia, con objeto de que se le aplique la suspensión de desahucios del Decreto Ley 20/22, hasta el 30 de junio de 2023.

Heredia, que tiene 38 años, inició una huelga de hambre ante el Instituto Municipal de la Vivienda el pasado 18 de abril. Tuvo que suspenderla pasados unos días, 12 según explica, después de acudir a un centro médico donde le diagnosticaron un episodio de hipertensión y le recomendaron parar el ayuno.

“Prolongar la agonía”

Este lunes por la mañana acudieron al edificio donde vive, en la barriada de Los Palomares, unas 30 mujeres de la Asociación Feminista de Mujeres Gitanas y vecinas. También había un equipo de Televisión Española. Preparados para el desalojo forzoso, un par de furgones de equipos de intervención. La perspectiva de que esas mujeres se resistieran ha podido influir en el desenlace. Así lo cree Rosa Galindo, que ha negociado la moratoria con el representante de la empresa: “Sabían que un lanzamiento con 50 mujeres allí, dispuestas a resistir, en plena campaña electoral, no era conveniente”.

Galindo admite que la solución provisional no arregla nada. “Todo va a ser prolongar la agonía” si la empresa no se abre a negociar un alquiler social, que la mujer dice estar dispuesta a pagar. Cobra el Ingreso Mínimo Vital, de 870 euros. Heredia lleva meses pidiendo al ayuntamiento que facilite el acercamiento de posiciones con la inmobiliaria. El día que comenzó la huelga de hambre, el director del IMV le aseguró que estaban localizando a la propietaria. Sin embargo, la inmobiliaria ha dicho este lunes que nadie se había puesto en contacto.

Gramina Homes es la filial inmobiliaria de Caixabank donde acabó gran parte del ladrillo heredado de Bankia, y es quien ha solicitado el desahucio de Luisa que se iba a materializar este lunes. Sin embargo, también existe un procedimiento instado por BTL Spain Residential Acquisitions, un fondo de inversión de capital irlandés, supuestamente adquirente de la casa. Tras el estallido de la crisis, los bancos han ido deshaciéndose poco a poco de sus activos inmobiliarios menos valiosos poniéndolos en el mercado en grandes paquetes adquiridos por fondos buitre o vendiéndolos al por menor. Es frecuente que deudores u ocupantes no sepan ni quiénes son los dueños de las casas que habitan, y que durante un procedimiento de desalojo lleguen a cruzarse varios solicitantes que se transmiten la propiedad de la vivienda.

El inmueble está situado en una barriada periférica, alejado de las zonas supuestamente más golosas para inversores. Algunos de estos inmuebles están okupados, en ocasiones, por personas en situación de vulnerabilidad. La mujer define su casa como “una caja de mixtos”: en una habitación duerme ella con uno de los niños; en otra estancia, los demás niños, tres. Durante años, los ocupantes de estas viviendas en situación irregular (por okupación o impago de alquiler) han aprovechado la aparente falta de interés de los bancos o los fondos, o la tramitación de largos procesos judiciales. Pero esas viviendas, pequeñas, frecuentemente mal conservadas y de escaso valor, pueden ser un activo más jugoso en tiempos de escasez.

Málaga es la ciudad donde más subió el precio del alquiler en 2022, con un 25,8% de subida, el triple de la media nacional. La oposición al Gobierno de Francisco de la Torre (PP) denuncia reiteradamente el “drama habitacional” que está provocando la marcha de la ciudad de miles de ciudadanos, incapaces de afrontar el aumento de precios, mientras grandes fondos de inversión adquieren casi al completo nuevos edificios inalcanzables para una mayoría o reactivan su interés en zonas más humildes. 

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