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Los Erasmus dejan en Andalucía 60 millones de euros cada curso

“Estoy haciendo un proyecto fin de grado sobre las tapas en Granada”. George Edwards es uno de los cerca de 7.500 alumnos Erasmus que cada año eligen Andalucía para realizar parte de sus estudios de grado universitarios. Una elección que supone un movimiento de dinero que ronda los sesenta millones de euros, sólo en los nueve meses de media que permanecen formándose en la región.

Se trata, sin duda, de unos visitantes que, además de convertirse en unos fantásticos embajadores turísticos, son una fuente de ingresos nada despreciable para todas aquellas ciudades que albergan sedes universitarias. Un estudio de la Universidad de Granada revela, según Javier Hernández Andrés, director del Secretariado de Internalización y promoción, que “cada uno de los estudiantes internacionales se gasta aproximadamente unos 8.000 euros en un curso académico; si esta cifra la multiplicamos por los 3.000 (Erasmus y de otros programas de todo el mundo) que recibimos, estamos hablando de 24 millones de euros.”

Granada es la Universidad de Europa que más estudiantes Erasmus acogen y también envía a Europa. “Más de dos mil se marchan y más de dos mil nos visitan cada año”, explica Hernández. Las razones del éxito, “la gran oferta académica, las facilidades que encuentran y el atractivo de la provincia”. No en vano la Universidad de Granada fue pionera en apostar por la internacionalización de sus aulas.

En el resto de Andalucía, el trabajo por abrirse hacía Europa, desde que en 1987 se puso en marcha del Programa Erasmus, también ha tenido su recompensa y siete de las nueve universidades públicas que existen en la comunidad se encuentran en el ranking de las cien instituciones europeas que más alumnos de este programa reciben, según el último informe elaborado por la Comisión Europea.

Granada y Sevilla lideran la clasificación, seguidas de Málaga (puesto 35), Cádiz (42), Huelva (45), Córdoba (57) y Pablo Olavide (96). Sólo Almería y Jaén se quedan fuera de esta lista. “Aunque si se hiciera con números relativos, quizás otros estaríamos arriba”, explica Tomás Lorenzana, director del Secretariado de Movilidad de la Universidad de Almería. “Aquí recibimos cada año unos 500 alumnos internacionales, de los cuales 300 son Erasmus. Estas cifras en una institución con 12.000 estudiantes tiene un impacto muy importante tanto en las aulas como en la ciudad de Almería”.

Dimensión internacional

Alquiler de vivienda, gastos básicos de comida o libros, salidas a bares, visitas a monumentos… Los estudiantes extranjeros “han hecho posible que barrios de Almería, como el Zapillo, vivan en buena medida por ellos”, asegura Lorenzana.

En Granada la situación es parecida en el centro de la ciudad, donde se suelen congregar estos alumnos, “pero es que además hemos logrado contar con unas aulas multiculturales que facilitan a los estudiantes que no se pueden marchar una dimensión internacional que no tendrían de otra forma”, asevera Hernández. “El valor es innegable y más si le sumamos que a estos jóvenes les visitan amigos de sus países y que pasados los años muchos de ellos regresan con sus familias. El boca a boca funciona y eso se nota en la ciudad, en la provincia y hasta en el resto del país”, apostilla el responsable académico.

Así también lo siente Carmela Pontassuglia, que eligió la Universidad de Granada porque tenía estudios eslavos y ahora ha descubierto “que es la mejor ciudad por su gente y su comida”. Esta joven italiana de 22 años almuerza todos los días en los comedores universitarios “y cada noche”, sonríe, “de tapas a los bares, todo el mundo es muy agradable”. Tanto es así, que su amigo George, que comparte piso en Plaza Nueva, con otras cinco personas de Alemania, Polonia, Holanda y Francia, ha decidido presentar como estudio fin de carrera “el éxito empresarial de servir comida gratis con la bebida”.

“Aquí ”, dicen los jóvenes, “se vive bien”. Sus experiencias se suman al de resto de sus compañeros Erasmus de toda Europa, algo más de tres millones en el último curso académico. Esta cifra ha crecido exponencialmente desde que hace 27 años los primeros 5.294 alumnos europeos decidieron salir de sus casas para formarse en otro país.