Las declaraciones estos días de la senadora del PP por Ceuta, Luz Elena Sanín, atribuyendo el incremento de la deuda pública a cuestiones como que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se gastó mucho en subvenciones para “ONG muy afines” y “asociaciones de lesbianas y homosexuales”, han generado un profundo rechazo, incluso en su propio partido. Es justo reconocer que este domingo matizaba sus palabras -“no estoy en contra de ninguna opción sexual (...) me refería únicamente a subvenciones dadas a asociaciones extranjeras”- pero también es cierto que no es la primera vez que salta a primera plana por sus excesos verbales. Basta con recordar cómo en 2012 proponía, eso sí precisando una y otra vez que era a “título personal”, retirar el pasaporte a las inmigrantes transfronterizas que llegaran a Ceuta y pasarles luego la factura por el parto:
Claro que para comentarios que puedan resultar ofensivos en el colectivo de homosexuales tenía ya un referente en su partido, si nos remontamos al año pasado cuando el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, hablaba de sus argumentos para oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo. “Existen argumentos racionales que dicen que no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada”, decía.
Eso sí, para definición radical de este derecho, la que hizo el concejal del PP en Molina de Segura (Murcia) Cayetano Ros, quien no se cortó a la hora de escribir en su perfil de Twitter que si los homosexuales pueden unirse en matrimonio, se debería también permitir que se casen “un hombre con una cabra o una mujer con un perro”.
Cuando no son los homosexuales el objeto de la diana del insulto, están los inmigrantes. En Radio Euskadi, el pasado mes de junio el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, también del PP, sostenía que “una mayoría” de marroquíes y argelinos (...) viven de ayudas sociales que pagamos todos“. Consciente de que lo que decía no era ”políticamente correcto“, insistía: ”Yo digo lo que se dice y se piensa en la calle (...). Hay gente que está hasta el rabo de la boina de la gente que viene a vivir de sus impuestos“.
Y si no son los inmigrantes, los culpables son los pobres. Esos como los mendigos que, según Ana Botella, cuando era delegada de Medioambiente en el Ayuntamiento de Madrid, suponían una “dificultad añadida” a la limpieza de las calles. Si no, que le pregunten al portavoz adjunto del PP en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, quien a raíz del debate por la desnutrición infantil en nuestro país, miraba para otro lado. Este diputado, un clásico en este tipo de perlas, dejaba en “casos puntuales” este problema y, en todo caso, matizaba que es “una responsabilidad que corresponde a los padres”.
Entre otras cosas, porque “toda la vida ha habido pobres”, como afirmaba también este verano el alcalde de Malagón (Ciudad Real), Adrián Fernández, para rechazar una propuesta del PSOE sobre pobreza infantil, con el fin de habilitar comedores durante los meses sin clase. Tras negar que exista ese problema en su pueblo, en la emisora local animó a la líder del PSOE, Carmen Martín, a que “si quiere que se mantenga el comedor, que lo pague de su bolsillo”.
Sobre todo porque, para algunos del PP, hay mucho cuento entre los que dicen no tener recursos. Hace sólo unos meses ya lo oíamos por boca de la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, quien se sorprendía de que “haya gente que pida ayudas para comer y tenga una cuenta en el Twitter, que cuesta dinero”.
Y ojo, que cuando no se lo gasta en Twitter, el dinero de las ayudas puede acabar en la compra de televisores de plasma. O a esa conclusión había llegado la diputada del PP por Alicante Pilar Sol: