El PSOE andaluz cuenta con reforzar su peso en el partido con el ascenso de Montero a número 2 en Ferraz

Daniel Cela

21 de julio de 2022 14:07 h

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El PSOE de Andalucía, la federación más numerosa del partido, se ha enterado del nombramiento de María Jesús Montero como número dos de la dirección estatal “por las redes sociales”. La designación de la ministra de Hacienda como vicesecretaria general devuelve el peso andaluz a la cúpula del partido socialista que no ha tenido desde los tiempos de Manuel Chaves o José Antonio Griñán, que ocuparon la presidencia del PSOE.

Montero es militante en la agrupación de Sevilla, que solía ser el corazón que bombeaba el partido, la cuna de Felipe González y Alfonso Guerra, y su ascenso le sirve a la federación de Juan Espadas para sacar pecho, aunque sean muy consciente de que ni la estructura del partido es la misma que antaño: ahora el poder del secretario general, Pedro Sánchez, no tiene contrapesos en los barones territoriales. La nueva estructura del partido que saldrá elegida en el comité federal de este sábado se ha hecho sin escuchar la voz de los socialistas andaluces, dicen fuentes del partido en la región, que históricamente han tenido una voz de peso en los movimientos orgánicos.

No es así desde las luchas fratricidas entre Sánchez y la ex presidenta y ex secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz. Pero fuentes próximas a Espadas creen que el nombre de Montero en la cúspide de Ferraz “refuerza” su peso dentro del partido, porque “María Jesús tiene cultura de partido y conoce muy bien la realidad andaluza”.

María Jesús Montero (Sevilla, 56 años) era la consejera más veterana de la Junta de Andalucía cuando Sánchez se la llevó al Gobierno central para nombrarla ministra de Hacienda, cargo que ocupa desde 2018. Lo fue durante 14 años, como titular de Sanidad en los gobiernos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y como titular de Hacienda en el gabinete de Susana Díaz, del que salió antes de que el PSOE perdiera el poder tras casi 37 años gobernando Andalucía en diciembre de 2018.

Médica de profesión, subdirectora de un hospital público antes de entrar en la Junta, los suyos y sus adversarios siempre reconocieron su capacidad política, de buena gestora, de trabajadora todoterreno, de oradora eficaz en el Parlamento donde se curtió dándole la réplica a los líderes del PP en los debates presupuestarios. Hacía política con los números y las cifras más farragosas, para que las cuentas no fueran una cuestión técnica, sino ideológica. Hablaba de familias y de gasto social cada vez que hablaba de dinero público, de deuda y de regla de gasto.

Eso la mantuvo 14 años en primera línea de la política andaluza. Susana Díaz la ascendió de titular de Sanidad a consejera de Hacienda. Pero siempre le pusieron un tope a su carrera: Montero nunca tuvo trayectoria orgánica en el PSOE andaluz, le faltaban los vínculos de partido tan necesarios en esta organización para medrar en la carrera política. Siempre ha sido así, de hecho, el paradigma lo representa la propia Susana Díaz, que nació políticamente en las Juventudes Socialistas y llegó a convertirse en la primera secretaria general del PSOE-A y primera presidenta de la Junta de Andalucía, nombrada por el dedo de su predecesor, José Antonio Griñán. Montero se afilió al partido en 2007, cuando ya llevaba tres años como consejera en el Gobierno de Chaves, aunque en las listas electorales nunca llegó a figurar como independiente. No tenía esos contactos con las familias socialistas de Sevilla, ni lazos con los secretarios provinciales, pero este sábado se convertirá en vicesecretaria general del PSOE federal, un cargo que estrenó otro sevillano -el ex vicepresidente Alfonso Guerra- y más tarde Pepe Blanco, Elena Valenciano y Adriana Lastra.

“El presidente no consulta ni informa a los barones, eso era antes”

Es la nueva número dos de Pedro Sánchez, en una estructura de partido mucho más vertical que la que existía antaño, cuando los barones territoriales y los secretarios provinciales jugaban un papel fundamental en la elección de ministros y cargos de dirección. Su ascenso entronca con otros rescates de la corriente crítica que se enfrentó en su día a Sánchez en las primarias, como Patxi López, Pilar Alegría -portavoz de la candidatura de Susana Díaz-, Óscar López o Antonio Hernando. María Jesús Montero fue quien presentó el escrito de la Comisión de Ética del partido que certificaba que la “única autoridad” del PSOE tras el comité federal que fulminó a Sánchez era Verónica Pérez, ex secretaria general de los socialistas de Sevilla.

Todavía es pronto para saber qué significará para el maltrecho PSOE andaluz el nombramiento de Montero, pero sí es significativo que la dirección regional desconociese los planes de Sánchez y se enterase de la designación de la ministra “por las redes sociales”. “El presidente no consulta ni informa a los barones, eso era antes”, dice un miembro de la ejecutiva andaluza. El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, se encontraba en el salón de plenos del Parlamento autonómico siguiendo el debate de investidura de Juan Manuel Moreno cuando se hizo pública la noticia y saltaron las alertas en los móviles de los 30 diputados socialistas.

El nombre de María Jesús Montero sonó en su día en las quinielas para suceder a Susana Díaz, que se aferró a la secretaría general del PSOE andaluz con la esperanza de repetir como candidata en las últimas elecciones autonómicas. Ferraz forzó unas primarias exprés para elegir el cartel electoral, con el argumento de que Moreno iba a convocar los comicios de forma inminente. No lo hizo, aún tardaría un año en disolver el Parlamento, pero el PSOE-A se abrió en canal con un candidato impulsado por el propio Sánchez.

Otros movimientos con lectura andaluza

Espadas fue el elegido, dicen, una vez que la ministra de Hacienda dejase clara su renuencia a abandonar la Moncloa para pilotar la federación socialista más numerosa en su peor momento político. Quienes descartaban el nombre de Montero argumentaban que el PP lo usaría para reforzar su discurso de “la herencia recibida”, explotando los 14 años que estuvo en la Junta con los ex presidentes Chaves, Griñán y Díaz. El estilo de la ministra es más hiperactivo, acelerado y de mayor pulsión emocional que el de Espadas, pero Sánchez prefirió el perfil sosegado y reflexivo del ex alcalde de Sevilla.

Otros movimientos en la ejecutiva federal del PSOE, que se confirmarán el sábado, también tienen lectura andaluza. La caída del hasta ahora portavoz del partido, el diputado jiennense Felipe Sicilia, a quien se le vincula más en la cuota de Adriana Lastra que del PSOE andaluz. Sicilia fue el primero que se postuló públicamente para suceder a Susana Díaz antes de que se convocasen las primarias, impulsado por la entonces vicesecretaria general. Se le reprochó a Lastra que tratase de monitorizar así el relevo andaluz y el control de una federación que cuenta con 45.000 afiliados y que antaño ostentaba una capacidad de movilización sin parangón en otros territorios. Sánchez intercedió para frenar ese movimiento y convocó a Espadas para pedirle que diera un paso adelante.

También pertenece al PSOE de Jaén Juanfran Serrano, que ahora ocupará el puesto de adjunto al secretario de Organización, Santos Cerdán. Serrano es una persona próxima al secretario local del PSOE jiennense, el veterano Francisco Reyes, aunque su ascenso en Ferraz se atribuye más a méritos propios que a una supuesta influencia de Reyes en el entorno del presidente del Gobierno. “Serrano vuela con criterio propio y eso se lo ha ganado él”, advierte una fuente de la ejecutiva regional.

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